Cómo hacer que te pasen cosas buenas, de Marian Rojas Estapé

Te proporcionamos un excelente resumen del libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas de Marian Rojas Estapé. Vamos a ver en esta reseña por qué fue el libro más vendido en Amazon en 2009 y aún sigue siendo un éxito de ventas. Marian Rojas Estapé es psiquiatra e hija de un reconocido psiquiatra Enrique Rojas fundador del  Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid donde ella también trabaja.

1. Destino: La Felicidad

¿Por qué hay gente que tiene tendencia a sufrir y quejarse cualquiera que sea su situación? ¿Qué factores me predisponen a ser más feliz? La autora nos dice que «La felicidad no se define, «se experimenta» No hay guías rápidas ni atajos que aseguren la felicidad.»

Existe una gran crítica sobre los libros de autoayuda que prometen la felicidad con una receta rápida pero la realidad es que hoy en día contamos con innumerables estudios científicos que nos aproximan al nivel de bienestar psicológico mínimo para poder ser feliz.

En la sociedad actual tenemos de todo al alcance de la mano y creemos que ser felices es tener y poder hacer todo lo que queramos pero existe un gran vacío espiritual que intentamos llenar con experiencias y sensaciones, o emociones cada vez más intensas.

Pero realmente la felicidad consiste en tener una vida lograda, donde intentamos sacar el mejor partido a nuestros valores y a nuestras aptitudes. La felicidad está íntimamente relacionada con el sentido que le damos a nuestra vida así que la primera fase para lograr ser felices es saber qué le pedimos a la vida.

La felicidad verdadera no está en el tener, sino en el ser.  Nuestra forma de ser es la base de la verdadera felicidad.

La felicidad tiene mucho que ver con la manera en que yo me observo, analizo y juzgo, y con lo que yo esperaba de mí y de mi vida; es decir,  la felicidad se encuentra en el equilibrio entre mis aspiraciones personales, afectivas, profesionales y lo que he ido poco a poco logrando.

AUTOESTIMA Y FELICIDAD

La autoestima y la felicidad están íntimamente relacionadas. Una persona en paz, que tiene cierto equilibrio interior y que disfruta de las cosas pequeñas de la vida, normalmente tendrá un nivel de autoestima adecuado. Así que lo primero que debes hacer para ser feliz es sentirte bien contigo mismo, cuidar tu autoestima y no criticarte ni machacarte en exceso.

La felicidad y el sufrimiento

La vida tiene sus altibajos, uno puede atravesar situaciones alegres, momentos de felicidad, pero también momentos difíciles.  El sufrimiento es parte de la vida irremediablente y siempre nos encontraremos con obstáculos y situaciones difíciles que tenemos que aprender a superar, no existe una biografía sin heridas.

Afrontar los traumas

Ser feliz es también sinónimo de saber gestionar las situaciones difíciles, las enfermedades, los cambios de planes. No podemos elegir en todo momento lo que nos sucederá pero sí controlamos nuestra actitud a la de hora de afrontar lo bueno y lo malo de la vida.

Esa fuerza para gestionar y afrontar las dificultades y aun así ser feliz es la resiliencia, una capacidad que todos podemos desarrollarla y curar las heridas más profundas.

Los elementos clave para desarrollar bien la resiliencia son tres, según Boris Cyrulnik:

  • El personal. Contar con herramientas interiores desde el nacimiento; el apego seguro.
  • El contexto familiar y social. El tipo de apoyo que otorgan los cuidadores, padres y figuras de apego. Estos son clave para sobreponerse a un trauma doloroso.
  • El contexto social. Es decir, contar con el apoyo social y legal en esos momentos, el apoyo de la comunidad, mitiga el trauma y fortalece a la víctima.

Cualquier evento traumático que nos produzca mucho sufrimiento es una escuela de fortaleza al mismo tiempo. A veces es imposible evitar situaciones como perder a un ser querido, padecer una enfermedad grave, pero ello supone al mismo tiempo el detonante de un enorme crecimiento personal. Estoy segura de que lo has podido advertir en personas a tu alrededor que han vivido experiencias muy duras y ahora son modelo de fortaleza.

Veamos en 5 puntos cuál es el sentido del sufrimiento:

1.- El dolor posee un valor humano y espiritual porque nos convierte en mejores personas, más sabias y experimentadas.

2.- El sufrimiento nos ayuda a reflexionar sobre el sentido de nuestra vida y de nuestras convicciones más profundas.

3.- El dolor ayuda a aceptar las propias limitaciones, a reconocer que necesitamos ayuda, cariño o apoyo de otros cuando solos no podemos.

4.- El sufrimiento transforma el corazón porque el dolor nos acerca al alma de otras personas y entendemos mejor a los que nos rodean.

5.- El sufrimiento puede ser la vía de entrada a la felicidad porque supone el verdadero crecimiento y madurez como personas, nos ayuda a conocernos mejor, a hacernos más fuertes y nos acerca a los demás.

El desarrollar fortaleza interior es lo que nos ayudará a superar los problema.  Se cultiva aprendiendo a dominar el yo interior, los pensamientos del pasado o inquietudes del futuro que nos atormentan y nos impiden vivir de forma equilibrada en el presente.

Ser feliz es ser también sentir la enorme satisfacción de ver cómo eres capaz de superar las derrotas y levantarte después.

El presente puede resultar en ocasiones una pesadilla y solo queremos escapar de la situación o nos bloqueamos. El pasado también es muy muy peligroso porque volver a él con nuestros pensamientos no nos deja avanzar ni superar las heridas. Nos convierte en personas tristes, rencorosas, incapaces de olvidar el daño cometido o la emoción sufrida.

2. El antídoto al sufrimiento: el amor

Para Marian Rojas (y para tantos otro autores, filósofos y sabios de la antigüedad) el antídoto al sufrimiento es el amor. Este puede ser el amor a una persona, el amor a los demás o el amor a los ideales y a las creencias.

Dividamos este capítulo en cinco grandes amores:

—El amor «sano» a uno mismo: la autoestima.

—El amor a una persona. Enamorarse es lo más grande que existe.No hay ser humano al que el amor no convierta en alguien más apasionado y lleno de vida. El ser humano necesita amar. El amor es la gran cuestión de la vida. Enamorarse marca a la persona para siempre, y los sentimientos más intensos de la vida se sienten por amor.

—El amor a los demás. La solidaridad y el voluntariado, el darse a los demás, son factores protectores de la mente y del cuerpo. Según un estudio del profesor de Harvard Robert Waldinger, las conexiones sociales nos benefician y la soledad mata; lo importante no es el número de vínculos sociales, sino la calidad de estos; y las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo, sino que también protegen el cerebro.

—El amor a los ideales y a las creencias es pero hay un problema de extremismo si en el camino hacia esa meta legítima atropellamos a los demás. La persona con ideas radicales no solo no es capaz de entender y respetar las convicciones de otros, sino que llega a justificar cualquier vulneración de los derechos ajenos si ello le acerca al fin pretendido.

—El amor a los recuerdos y eventos alegres del pasado consigue cambiar, al menos momentáneamente, el tono emocional de quien habla. Por eso muchas técnicas de relajación o de curación de estrés o traumas tienen lo que llamamos un «lugar seguro» en la mente. Una sensación, recuerdo o imagen que nos produce paz, solo con evocarla en nuestra mente.

Ante una situación de alerta o peligro el cerebro responde a esta amenaza

la corteza cerebral, donde se procesa de forma cognitiva la información recibida y se decide, en la medida en que la sensación de miedo lo permite, cómo responder ante la amenaza.

¿Como hacer que te pasen cosas buenas en tus relaciones con los demás?

A continuación incluimos ideas y pautas que sugiere Marian Rojas que pueden ser de gran ayuda. También sirven como examen personal para entender por qué a veces se han truncado en nuestra vida negociaciones, amistades o relaciones familiares.

  1. Tienes que mostrar interés por las personas
  2. Haz un esfuerzo por recordar datos importantes
  3. Profundiza en ellos, en sus vidas, aficiones y profesiones
  4. Evita juzgar
  5. No impongas tu criterio, creencias o valores
  6. Asómbrate y aprovecha los intereses comunes
  7. Sonríe, ríe con ellos
  8. Canta, pero también en grupo
  9. Ayuda si puedes
  10. No tengas miedo de sentirte vulnerable ante otro o de pedir ayuda
  11. Habla bien de los demás, no critiques
  12. Cuenta historias
  13. En el amor y en la guerra (¡y en la amistad!), lo importante es la estrategia
  14. No pierdas la educación
  15. No olvides que para recibir tienes que dar y darte primero
  16. Intenta ser amable, es más importante de lo que puedas imaginar

3. El cortisol

A continuación las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones liberando una serie de hormonas entre las que destacan la adrenalina y el cortisol. El cortisol en sí no es malo, lo que es perjudicial para el organismo es su exceso. Con el cortisol elevado nos preparamos para salir corriendo, la sangre viaja de los intestinos a los músculos para ayudarnos y potenciar la acción evasiva o defensiva, por eso perdemos el apetito en los momentos de angustia.

El cortisol tiene una función esencial: afecta profundamente al sistema inmunológico, inhibiendo (en primer lugar) la inflamación. Trataremos de ello más detalle, puesto que es imprescindible para entender la aparición de algunas enfermedades graves. Ante el estrés, el organismo dosifica sus recursos energéticos. El sistema inmune precisa gran cantidad de energía; por eso cuando enfermas te sientes agotado; en gran medida tu energía está siendo canalizada y empleada por tu sistema defensivo.

¿Qué sucede si vivimos preocupados por algo constantemente?

Tu mente y tu cuerpo no distinguen lo que es real de lo que es imaginario. Cuando pensamos en cosas que nos preocupan, esos pensamientos tienen un impacto similar a la situación real. Cada vez que imaginamos algo que nos agobia, se activa en el organismo el mismo sistema de alerta, y se libera el cortisol que sería necesario para hacer frente a esa amenaza. Las preocupaciones o la sensación de peligro prolongada —real o imaginario— pueden aumentar los niveles de cortisol hasta un 50 por 100 por encima de lo recomendable. ¡Dato fundamental para entender el estrés!

El cuerpo no se pone en marcha únicamente ante un peligro real o una amenaza. También se activa —¡de la misma manera!— ante la inquietud de poder perder nuestro trabajo o nuestros bienes o ante la posibilidad de que peligre nuestro prestigio, una amistad o nuestra posición social en la comunidad o en un grupo determinado. La sola idea de sentirse amenazado aumenta la producción de las citoquinas inflamatorias. Esto suele asociarse a una reducción de células de nuestro sistema inmune, lo que nos hace más proclives a contraer infecciones.

Cuando el cortisol se eleva de forma crónica pasa a comportarse como un agente tóxico. Una persona bajo estrés continuo sufre principalmente dos problemas: por una parte, el crecimiento y la regeneración sana del cuerpo se detienen y, por otra, el sistema inmunológico se ve inhibido.

Por culpa del cortisol, la vida actual es más «inflamatoria» que la de antes.

Esta alteración del cortisol-sistema inmunológico llega hasta los genes. Sabemos que «el cortisol tóxico» altera hasta los niveles más profundos. Las células «nuevas» llegadas desde la medula ósea serán insensibles al cortisol desde el nacimiento. Esto puede ser la causa de muchas enfermedades y trastornos de hoy en día. En la actualidad se multiplican los estudios sobre este campo de investigación.

El estrés crónico reduce la sensibilidad de las células inmunitarias al cortisol. Es decir, el sistema defensivo del organismo se desactiva y es incapaz de luchar contra una amenaza real. Frena la capacidad de regulación inflamatoria y, por lo tanto, el cuerpo es incapaz de defendernos contra los peligros.

¿Qué sucede cuando, por estrés, problemas de diversa índole, temores o tensión, el nivel de cortisol permanece elevado durante mucho tiempo?

Las personas que viven constantemente estresadas, alerta o con miedo, sufren un mayor deterioro de sus células y un envejecimiento precoz. Hoy sabemos que muchas enfermedades se activan y comienzan tras periodos de estrés crónicos donde las personas conviven con esas sensaciones.

El nivel de cortisol, como hemos explicado, sube en circunstancias de miedo, de amenaza, de tristeza o de frustración. Si estamos «intoxicados» por cortisol, esta hormona está inundando la sangre en lugar de la serotonina o la dopamina, hormonas que tienen un impacto positivo y de bienestar en el cuerpo y en la mente. Para saber cómo funciona esta relación ve a la entrada que incluye los contenidos del libro relacionados con el cortisol y el estrés.

4. NI LO QUE PASÓ NI LO QUE VENDRÁ

Superar las heridas del pasado y mirar con ilusión al futuro

Como afirma Marian Rojas, la felicidad es como «la capacidad de vivir instalado de manera sana en el presente, habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión el futuro. Los que viven enganchados en el pasado son los depresivos, neuróticos y resentidos; los que viven angustiados por el futuro son los ansiosos. El 90 por 100 de las cosas que nos preocupan nunca jamás suceden, pero el cuerpo y la mente las viven como si fueran reales.

Depresión y ansiedad son las dos grandes enfermedades del siglo XXI .

Vivimos constantemente acuciados por cosas que no tienen por qué suceder. ¿Y si no apruebo? ¿Y si me despiden? ¿Y si no me aceptan en la universidad? ¿Y si no llevo a cabo bien este proyecto? ¿Y si no renuevo mi beca? ¿Y si mi pareja me deja? ¿Y si a mi hijo le sucede algo? ¿Y si enfermo? ¿Y si enferman mis padres?

Ese «y si…» constante tiene un impacto muy fuerte sobre el cuerpo y la mente. No olvides que solo puedes actuar, sentir y responder en el momento presente. Tienes que responsabilizarte sobre tu actuación, en este instante, sobre tu capacidad de proceder en el hoy y el ahora.

Hemos de superar el pasado y solo recordar aquellas cosas buenas que nos hacen revivir momentos felices. El hecho de permanecer con la mente en el pasado y volver una y otra vez a algo que ya sucedió, provoca efectos perversos que van desde emociones como la melancolía, la frustración, la culpa, la tristeza o el resentimiento hasta la propia depresión.

Todos esos sentimientos tienen algo en común: impiden el disfrute del presente. Al quedarnos estancados en el pasado estamos impedidos para avanzar en la vida.

LA CULPA

Pocas emociones pueden resultar tan tóxicas y destructivas como la culpa que nos hace sentir que no hemos actuado correctamente o que no hemos cumplido con las expectativas que habíamos generado, decepcionando así a otras personas y a uno/a mismos/a.

El origen de la culpa puede ser muy diverso: el nivel de autoexigencia, la educación de los padres, los tabús exigidos, el colegio, la relación con los compañeros, tabues sexuales o interpretaciones incorrectas o extremas de la religión. La culpa puede originarse dentro de ti (traes a tu mente siempre un fallo o una decepción tratándote con desprecio y dureza) o puede surgir del exterior (uando tu entorno te recuerda o te apunta con el «dedo acusador»).

La culpa hunde; no permite avanzar.

Algunos sentimientos de culpa pueden conducir a estados de ánimo severos cuando hay personas que se han instalado en un proceso de culpa que no consiguen sanar. Cuando la culpa tenga una base real —¡a veces sí cometemos errores graves!— intenta que ese pasado erróneo sea un impulso para mejorar, para aprender y superar esa caída.

¿Cómo apaciguar el sentimiento de culpa?

— Tomar nota de las principales culpas que te asaltan la mente a lo largo del día y aceptar que quizá te juzgas con demasiada dureza en algunos asuntos.

—Observae ese evento de tu pasado que te atormenta como si estuvieras sentado en el tren. Date cuenta de que ya no hay forma de influir en ella. La culpa no ayuda, no te hace crecer. No te quita la pena, la angustia o la desesperanza. No es constructiva. Es solo una emoción tóxica que te impide avanzar y que hay que procesar y destruir.

— Vuelve a tu presente con esta pregunta arriesgada: ¿qué me estoy perdiendo de mi presente por vivir enganchado en la culpa?

— Aprende a quererte y ver tus fortalezas y talentos. Busca en ti cosas que te agraden.

— Cuidado con el victimismo. La culpa es una rampa deslizante que acaba en muchas ocasiones en el victimismo, comportamiento neurótico y tóxico que entorpece tu visión de la vida y tu manera de relacionarte con los demás.

—Despégate de la opinión y juicio de los demás.

— Fija tus valores. Piensa si no estás siendo muy duro contigo mismo por algo impuesto desde fuera o por exigencias de las que te has ido cargando a lo largo de la vida.

El perdón

El perdón es un acto de amor, una actitud superior ante los demás y ante la vida. Perdonar no es fácil cuando se ha producido mucho daño. Esto significa que cuando comprendes o entiendes las razones que impulsan a alguien a herirte —su biografía, su forma de ser, su envidia, sus conflictos internos…— consigues aliviar tu sufrimiento. Existe gente mala, por supuesto, pero la mayor parte de la gente que te hiere tiene sus razones. A veces ni ellos mismos las conocen, pero si las buscas, si indagas, puede sorprenderte el consuelo que recibes.

El sufrimiento en la vida puede ser realmente doloroso y tormentoso, razón por la cual hay que luchar para superar ese daño. Cuando uno se queda anclado en un odio puede convertirse en alguien resentido, agrio y neurótico. El drama y el trauma que a unos aplasta y destruye, a otros los fortifica y regenera, dotándoles de mayor capacidad de amor.

Si no perdonamos, si no somos capaces de purificarnos podemos quedarnos anclados en el rencor, el odio y en la revancha. En la revancha decido que quiero devolver la ofensa al otro, quiero que sufra y que le sucedan cosas negativas. En el rencor, me mantengo herido, apuñalado y no soy capaz de olvidar y superarlo. Si esto nos sucede, seremos incapaces de recuperar la paz y el equilibrio.

¿Cómo perdonar?

—Aceptar lo que ha pasado. No negar la realidad e intentar ver a la otra persona como digna de compasión.

— Intentar comprender lo que ha sucedido con perspectiva. La vida conlleva injusticias y complicaciones que no podemos controlar.

— Intentar alejar la imagen del escenario mental usando, por ejemplo, técnicas como el EMDR.

— Trabajar el nivel de autoestima. La capacidad de perdonar, de sobreponerse a la rabia, a la sed de venganza o a la autocompasión es propia de las personas que poseen fortaleza interior.

—Mirar hacia adelante.

— A perdonar se aprende cuando a uno le han tenido que perdonar. Es un ejercicio sano rebuscar en nuestro pasado reciente, en nuestra propia vida, el perdón de otros.

¿Qué es la compasión?

La empatía es sentir lo que siente otro, ponerse en el lugar de otra persona. La compasión —literalmente «sufrir juntos»— es una capacidad que eleva a quien la ejercita. No solo entiendes el dolor que atraviesa el prójimo, sino que conectas con su sufrimiento. Trabajar la compasión desde el corazón tiene efectos maravillosos en la mente, en el cuerpo y en la relación con los demás.

Hoy existe un miedo enorme a sentir el dolor de otros, a acercarse al sufrimiento ajeno debido a que eso nos quita el placer de nuestro día porque nos sentimos vulnerables, no somos capaces de ayudar y surge la frustración de sentir que no se es útil y nos angustia sentir demasiado y «llevarnos el problema a casa».

El miedo y la ansiedad

El miedo nos acompaña desde el nacimiento porque sin miedo seríamos criaturas insensatas e imprudentes. En principio es un mecanismo primario de defensa que se puede convertir en nuestro gran enemigo y perturbar nuestra percepción de la vida. No es cuestión de eliminar el miedo, porque necesitamos tener miedo a ciertas cosas para no lanzarnos a todo tipo de periplos y aventuras sin medida. Lo importante es saber que existe y aprender a gestionarlo de forma correcta.

La valentía no es ausencia de miedo, sino capacidad de prosperar y avanzar pese a este.

A veces el miedo es tan intenso que realiza un «golpe de Estado», toma el control de nuestra mente y pasa a monopolizar nuestro comportamiento. Es entonces cuando surge la ansiedad, el miedo patológico que nos bloquea e impide hacer una vida normal.

Cuando el cerebro percibe toda la realidad como amenazante esto es debido a que el sistema de alerta se ha hiperactivado. Estamos entonces ante el trastorno de ansiedad generalizada, que requiere un abordaje integral pero que, en general, tiene buen pronóstico; o ante el trastorno de estrés postraumático, que aparece cuando habiendo dejado un evento terrible una huella o efecto en nosotros, nuestra mente, ante simples estímulos, hace que el cuerpo reaccione desproporcionadamente como una descarga, recordando y reviviendo el día del trauma.

Recibido un estímulo, la reacción del cuerpo resulta excesiva y explosiva. No se trata de un problema mental como tal, sino de un suceso pasado con gran carga emotiva que bloquea al que lo sufrió, de modo que, ante un evento actual que lo revive indirectamente, el sujeto no es capaz de decidir o razonar con claridad. El individuo que responde de esta forma se encuentra anulado por sus emociones.

Esto es lo que Daniel Goleman llama «secuestro amigdalar»: Estímulo → reacción inmediata y explosiva desproporcionada → incapacidad de gestionar la realidad → parálisis, bloqueo o agresividad/cegado por emoción → arrepentimiento o perdón.

¿Cómo tratar el secuestro amigdalar?

1. Analiza el estímulo; 2. Analiza qué sucede en tu cuerpo justo antes. 3. Fíjate en alguien a quien admires y recuerda cómo reacciona ante situaciones parecidas. Úsale como modelo. 4. Cortocirrcuita ese bucle explosivo: Respira profundamente, lanza un mensaje positivo a tu mente, un ¡tú puedes! y ¡adelante! La mente precisa aproximadamente entre uno y dos minutos para desbloquear un estado emocional tóxico. 5. Pide perdón Si has reaccionado mal con otras personas o has dicho y hecho lo que realmente no querías, ten la humildad necesaria para disculparte, e intentar solventar el posible daño causado.

Unas sencillas claves para afrontar tus miedos y la ansiedad son:

— Aprende a reconocerlos. Sé consciente.

— El miedo se supera sintiéndolo y dando un paso adelante. El miedo se vence cambiando.

— Acude a desenmarañar los principios y causas de tus inseguridades.

— Intenta entender tus miedos, podrás enfrentarlos mejor y superarlos. Cuando entendemos algo, sabemos afrontarlo y el miedo disminuye.

— Aprende a ser optimista y encuentra la salida al bucle tormentoso de pensamientos que te bloquean. No olvides que el miedo es un gran embustero, disfraza la realidad siempre peor de lo que es.

— Confía en ti. La manera en la que te proyectas tiene la capacidad de poner en marcha la mejor versión de tu cerebro.

— Mejora tu capacidad de atención. Los miedos, la ansiedad… se cronifican cuando uno no tiene capacidad de enfocar su atención de forma correcta.

— Educa tu voz interior. ¡Que sirva para animarte y no para hundirte o influirte negativamente! Esquiva los pensamientos tóxicos.

— Cuida la alimentación.

— Descansa. La falta de sueño nos hace más vulnerables a los miedos.

5. Vivir el presente

La felicidad no es lo que nos pasa, sino cómo interpretamos lo que nos pasa. Depende de la forma en que asimilamos una realidad, y nuestra capacidad de orientar o enfocar dicha asimilación es clave para poder ser felices. Por lo tanto, de lo que aquí vamos a hablar es de tu capacidad de elegir. De elegir felicidad en vez de infelicidad. Desde el inicio de estas páginas hemos tratado el dolor, el sufrimiento, los traumas y las heridas profundas. No venimos a negar el mundo real —hablaremos de la tolerancia a la frustración más adelante—, pero sí a aprender a disfrutar en la medida de lo posible, a pesar… de los pesares.

Tu realidad depende de cómo decides percibirla.

No olvidemos que un gran error frecuente es aspirar a una felicidad excesiva o a un estado de alegría y placer utópicos y constantes. Eso deriva en personas frustradas por la insatisfacción permanente. ¿Es la felicidad la gran aspiración de una persona? Eso parece; pero la felicidad tiene un componente instantáneo, placentero: una comida, una reunión con amigos, un viaje…, y otro más estructural, asentado en los pilares fundamentales de la vida: familia, pareja, trabajo, cultura, amigos… La felicidad- placentera es como una chispa fugaz, la felicidad-estructural habla en cambio de un balance de vida equilibrado.

La realidad de tu vida depende de cómo decides responder o reaccionar ante ciertas circunstancias, es decir, el comportamiento que surge ante los estímulos exteriores.

Toda emoción viene precedida de un pensamiento. La mente es la responsable de fabricar la emoción. El sentimiento es la reacción física a esa emoción. Sin cerebro, no hay emoción. En las lesiones cerebrales, en los ictus, en las malformaciones…, pueden verse afectadas zonas del cerebro que te lleven a «no sentir». Una persona puede perder la sensibilidad en las extremidades —¡y quemarse al no reaccionar!— si tiene esa zona del cerebro desactivada o lesionada.

La mente es la responsable de fabricar la emoción. El sentimiento es la reacción física a esa emoción. Sin cerebro, no hay emoción.

Las emociones que nos perjudican son debidas a un pensamiento —más o menos consciente—. Y los pensamientos los podemos educar o reeducar. Para llegar a ser una persona feliz, en paz y completa, precisas trabajar la forma en que piensas. Si lo haces te sorprenderás de los resultados.

¡Cómo cambia tu realidad cuando cambias tu manera de pensar!

Examina en profundidad las ideas que tienes sobre ti mismo, o las que surgen en ti en los momentos más oscuros de tristeza o angustia. Esa emoción tóxica sucede porque «algo» cruza tu mente y ese «algo» te invade de forma perjudicial.

No es fácil. Existen lo que denomino «automatismos»: reacciones que brotan de forma involuntaria porque llevan toda la vida haciéndolo ante ciertos estímulos o pensamientos. Es complejo desligarse de los «debería» que se han colado en el comportamiento desde hace tiempo. Para modificar los pensamientos tóxicos, el sistema de creencias —la forma de procesar la información—, uno debe fijarse en cuáles son sus pensamientos limitantes o sus barreras.

Ese sistema de creencias no tiene por qué ser malo, de hecho en muchas ocasiones es muy positivo. Por ejemplo, si cada vez que ves salir el sol, te alegras y piensas que ese día vas a rendir más porque el sol transmite energía a tu organismo, tu sistema de creencias te está ayudando; pero si, al contrario, ves nubes grises o inicio de lluvia y sale de ti un «este día va a ser horrible», tu sistema de creencias te está limitando.

Esto puede suceder con eventos exteriores o con ideas y sensaciones interiores. Si llegas a una cena con amigos y algo no te encaja o te sientes incomodo, probablemente haya algo ahí que inconscientemente te haya recordado una experiencia negativa pasada —la comida, alguna persona, la distribución de las personas en la mesa, un olor…—.

Podemos educar la mente y regular nuestras emociones. Pensemos, por ejemplo, en ir en bicicleta. Cuando uno se sube a una bicicleta por primera vez, en general usa ruedineslaterales para evitar caerse. A medida que uno le pierde el miedo, se atreve a

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coger más velocidad, a bajar cuestas e incluso a soltar una mano del manillar. Un día, quitas las ruedas accesorias y luchas contra el equilibrio. Piensas que no podrás, que te caerás —¡quizá así suceda!—, pero, de golpe, lo has conseguido. Puede que pasen meses o años, y subas de nuevo a la bicicleta, sin más; sin necesidad de volver a pasar por losruedines porque «tu mente» —y «su equilibrio»— «ya sabe hacerlo».

En la educación de los pensamientos sucede algo parecido. Lógicamente, no es un proceso tan sencillo, pero ejercitar la mente tiene un efecto extraordinario en la forma en que percibimos la realidad. Si cada vez que vas a ir en bici o a coger un coche, o a esquiar solo piensas en las ocasiones en las que te caíste, tuviste un accidente o te hiciste daño, acabarás evitando esas actividades por el desgaste mental que te suponen.

Esa es la causa por la cual un pensamiento se transforma en una certeza ¡limitante!, cuando lo fundamentas de tal forma que se convierte en una excusa para evitar hacer algo. Tu mente ha ido forjando automatismos a lo largo de la vida que desembocan en bloqueos inútiles ante ciertos desafíos o retos que surgen.

¡Por eso hablamos de decisión! Toma el control sobre ti, evita echar la culpa al resto, a las personas tóxicas que te rodean o a las circunstancias sociales, económicas…, de tu entorno.

Abandona tu rol de víctima; empieza a ser el protagonista de tu vida.

Te presento un esquema que puede ayudarte a entender tu forma de actuar y sentir en tu instante presente

La compañía de otros nos resulta placentera: La oxitocina y la dopamina

Lo que el mundo necesita es… OXITOCINA

Esta hormona tiene un papel fundamental en el nacimiento, parto y lactancia. Es la hormona encargada de la expulsión del bebé, de la subida la leche durante el puerperio y también es la responsable de lo que algunas llamamos «amor de madre.» Las mujeres que acaban de ser madres comienzan a generar altos niveles de oxitocina que les permite crear empatía y fuertes vínculos con el bebé de manera que por ejemplo, no nos cuesta nada levantarnos muchas veces por la noche a ver cómo está el bebé, si tiene hambre, etc.

La oxitocina es una herramienta clave en las relaciones sociales y en la manera que tenemos de interactuar con otros.

El ser amable, comunicarse de forma positiva, activa la oxitocina, lo que tiene efectos maravillosos en el organismo: disminuye la sensación de ansiedad, es un protector del corazón e incluso sabemos que baja los niveles de colesterol.

Hay dos hormonas que se segregan estando en buena compañía y disfrutando la vida acompañados de personas a las que queremos: la citada oxitocina y la dopamina — hormona del placer—. Incluso se está investigando aplicar esprays o vaporizadores de oxitocina a personas con autismo, pero los resultados de los primeros experimentos realizados son todavía poco concluyentes.

La oxitocina también puede ser un factor clave en el mundo de los negocios y de la economía. En un artículo publicado en las revistas Nature y Neuron, el director del Instituto de Investigación Empírica en Economía de la Universidad de Zúrich, Ernst Fehr, demostró que la oxitocina potenciaba la capacidad de las personas para confiar su dinero, patrimonio u ahorros a otros.

Observaron que los participantes en el experimento que habían sido estimulados con oxitocina confiaban su dinero de forma más fácil que aquellos que recibieron placebo; el 45 por 100 del primer grupo acordó invertir gran cantidad de dinero, mientras que el segundo grupo únicamente el 21 por 100.

Hay dos hormonas importantes que se segregan estando en buena compañía y disfrutando la vida acompañados de personas a las que queremos, estas son la oxitocina y la dopamina.

Cuando se activa la oxitocina ayuda al organismo a disminuir la sensación de ansiedad, la amígdala del cerebro, zona encargada del miedo, se desactiva y por ende disminuye la angustia, las obsesiones y los pensamientos negativos.

La dopamina por su parte es la hormona del placer.

Por lo tanto busca tener relaciones mas cercanas con tu familia, amigos, colegas, o intenta generar nuevos vínculos que sean agradables, sabiendo los beneficios de las relaciones humanas no tienes nada que perder pero si mucho por ganar

Pasado y Futuro

Otras dos razones más que nos impiden ser felices son: vivir enganchados en el pasado o estar esperando siempre el futuro.

Los primeros, los que se quedaron estancados en el pasado son los que suelen ser depresivos o resentidos, mientras que los que están anhelando el futuro suelen ser los ansiosos.

Dos de las grandes enfermedades del siglo XXI, la depresión y la ansiedad.

Pasado

Eso de retornar una y otra vez a algo que ya sucedió, puede originar en nosotros efectos perversos que van desde emociones o sensaciones como la melancolía, la frustración, la culpa, la tristeza o el resentimiento hasta la propia depresión.

La culpa

La culpa consiste en sentir que uno no ha actuado correctamente o que no ha cumplido con las expectativas que había generado, sea en los demás o las de uno mismo.

Por eso es que la culpa se puede generar dentro de uno mismo, al estar constantemente mirando las propias limitaciones o errores,  como también se puede originar en el exterior, cuando el entorno nos recuerda o nos apunta con el dedo acusador que no hicimos o actuamos de la forma en que ellos esperaban.

Tanto las voces interiores como las exteriores pueden resultar igual de perjudiciales para la mente y para el cuerpo

Un ejercicio para apaciguar el sentimiento de culpa es el siguiente:

Observa ese evento de tu pasado que te atormenta como si estuvieras sentado en el tren, viendo esa escena de tu vida pasar ante ti. Date cuenta de que ya no hay forma de influir en ella. La culpa no ayuda, no te hace crecer. No te quita la pena, la angustia o la desesperanza.

No es constructiva. Es solo una emoción tóxica que te impide avanzar y que hay que procesar y destruir.

Vuelve a tu presente con esta pregunta arriesgada: ¿qué me estoy perdiendo de mi presente por vivir enganchado en la culpa?. Te sorprenderás, cosas buenas están sucediendo en tu entorno.

La depresión

La depresión es la enfermedad de nuestro tiempo  y como tal tiene unas causas, unos síntomas, un pronóstico, un tratamiento.

La depresión es la enfermedad de la tristeza. En ella pueden converger una infinidad de síntomas negativos: pena, abatimiento, apatía, desgana, desilusión, falta de ganas de vivir, ideación suicida, problemas de sueño y de atención y concentración.

No todo el que está triste tiene depresión, pero todo el que tiene depresión si siente tristeza.  Ante esto lo mejor es acudir a terapia y seguir un tratamiento, pues la depresión clínica debe ser tratada como lo que es, una enfermedad.

Futuro

Vivir angustiados por el futuro genera miedo y ansiedad.

La ansiedad, cuando se asienta, tiene un efecto terrible en el organismo. Cualquiera que haya padecido un ataque de ansiedad o de pánico experimenta una realidad pavorosa.

Lo que caracteriza a la ansiedad es el miedo. Un miedo vago y difuso, en ocasiones sin origen claro, que deriva en angustia y en bloqueo emocional.

Por eso la gestión de las emociones es básica para el equilibrio personal.

¿Cómo funciona el cerebro ante el miedo?

El centro del miedo se encuentra en la amígdala cerebral, esta tiene una gran capacidad para almacenar recuerdos emotivos y reacciona dependiendo de las emociones que surgen. Procesa la información relativa a las emociones y avisa al cerebro y al organismo del peligro, de que algo no va bien, activando la respuesta o reacción de miedo o ansiedad.

Existen sucesos o recuerdos que poseen un nivel de carga emocional potente. Eso hace que al revivirlos las conexiones neuronales se activen de tal forma que el organismo entero se vea afectado produciendo síntomas como temblor, taquicardia, sudoración, taquipnea.

Por ejemplo, si sufres un asalto a mano armada en horas de la noche al ir caminando hacia algún lugar, es probable que cada vez que te encuentres en un escenario similar al de aquella noche (como por ejemplo, calle vacía, zona oscura, casi nada de tráfico), tu amígdala cerebral asocie esa situación con el recuerdo del asalto y entonces todo tu cuerpo se ponga alerta, presentando diferentes emociones como miedo, angustia, o con taquicardia, presión elevada entre otras.

El miedo es una emoción clave y fundamental en nuestro equilibrio interior y en nuestra supervivencia, pero que puede convertirse en nuestro gran enemigo.

Vivir con miedo a todo, o dejando de hacer cosas solo por miedo indica que nos estamos dejando dominar por el miedo.  Todos los grandes desafíos tienen riesgos, incertidumbre, es así y hay que aceptarlo.

El punto es entender que no es cuestión de eliminar el miedo, sino de saber que existe y aprender a gestionarlo de forma correcta.

Algunas claves para afrontar tus miedos y la ansiedad son:

✔️ Aprende a reconocerlos. Sé consciente. No los anules, ni ocultes.

✔️ No temas en volver al origen, descubre los principios y causas de tus inseguridades.

✔️ Intenta entender tus miedos, podrás enfrentarlos mejor y superarlos.

✔️ El miedo siempre va a existir, pero no olvides que el miedo es un gran embustero, disfraza la realidad siempre peor de lo que es.

✔️ Confía en ti. La confianza en ti mismo, ilusionarte con conseguir tus objetivos, activa tu creatividad, tu capacidad de resolver problemas y percibir la vida con más ilusión.

✔️ Educa tu voz interior. Que sirva para animarte y no para hundirte o influirte negativamente.

✔️ Descansa. La falta de sueño nos hace más vulnerables a los miedos. Nos lleva a interpretar la realidad de forma más amenazante de lo que es.

Los pensamientos y la realidad

Si queremos que nos pasen cosas buenas tenemos que ser conscientes del tipo de pensamientos que tenemos, pues es a través de ellos que creamos nuestra realidad.

La realidad depende de cómo decidimos percibirla.

Podemos decir que la felicidad no es lo que nos pasa, sino cómo interpretamos lo que nos pasa.

La felicidad es vivir con cierto gozo a pesar del dolor y el sufrimiento. Si negamos o bloqueamos constantemente el sufrimiento, nuestra mente pierde la capacidad de saber afrontarlo y superarlo.

Y al hablar de felicidad hablamos de emociones, toda emoción viene precedida de un pensamiento.

La mente es la responsable de fabricar la emoción. El sentimiento es la reacción física a esa emoción.

La buena noticia es que los pensamientos los podemos educar o reeducar, por ende para llegar a ser una persona feliz, en paz y completa, necesitamos trabajar la forma en la que pensamos.

Es complicado dejar de lado los “debería” que tenemos calados en nuestra mente desde hace mucho tiempo, pero es posible.  Para hacerlo uno debe fijarse en cuáles son sus pensamientos limitantes o sus barreras.

Al cambiar la forma de pensar cambiamos la realidad.  Entendamos entonces los factores a través de los cuales interpretamos la realidad:

  • Nuestro sistema de creencias
  • Nuestro estado de ánimo
  • Nuestra capacidad de atención y percepción de la realidad.

Sistema de creencias

Tu sistema de creencias está basado en tus ideas prefijadas sobre la forma de ver la vida y el mundo que te rodea y lo que crees de ti mismo, bien sea porque has llegado tu solito a esa conclusión o porque desde niño o incluso de adulto no han parado de repetírtelo.

Las creencias se van formando a lo largo de la vida y traducen la visión personalizada y específica que tenemos cada uno de percibir la vida.

Hay creencias que nos limitan o que pueden ser obstáculos para lograr objetivos o para afrontar desafíos de forma sana, pues bloquean nuestra mente con sentimientos de inseguridad y miedo.

Por ejemplo, el creer que solamente siendo delgado/a se puede ser feliz, lo que hará es que distorsionemos la realidad, si no tengo ese peso ideal o cuerpo específico entonces me obsesionaré con la idea de bajar de peso, si no lo consigo entonces me llenaré de inseguridades y frustraciones, de esta manera mi realidad jamás será positiva ni placentera y mucho menos feliz.

Entonces, no tengas miedo a cuestionar aquello que te limite, porque quizá así mejores tu capacidad de percibir la realidad.

El estado de ánimo

El estado de ánimo es otro factor presente en la interpretación de la realidad.

¿De qué depende el estado de ánimo?

Bueno, Existen diferentes aspectos que modulan y alteran el estado de ánimo:

  1. El consumo de alcohol y drogas:

Pues uno de sus principales efectos es una alteración grave en la percepción de sensaciones y estímulos.

  1. La bioquímica o la genética:

Hay personas que son más propensas a deprimirse o hundirse debido a factores genéticos.

  1. La salud física y las circunstancias externas 

Si estamos atravesando un momento profesional difícil o una dolencia física fuerte, ello influye en la manera en la que percibimos la realidad porque nuestro estado de ánimo está más sensible y vulnerable.

  1. Tipo de personalidad

Por ejemplo, personas con trastorno de personalidad límite sufren altibajos emocionales intensos, interpretan la realidad de forma radical y perciben constantemente el entorno como amenazante.

Otro tipo de personalidad que tiende a sufrir es la denominada PAS: Personalidad Altamente Sensible, son aquellos que Sienten con mayor intensidad, Poseen gran capacidad de observación por lo que Captan minuciosamente la realidad con mayor intuición, Poseen una gran empatía , Captan con mayor intensidad matices, ruidos, olores, temperaturas entre otras características.

Un exceso de estimulación les perturba profundamente.

  1. El sueño

Cuando falla el descanso, la mente no funciona con normalidad.

La ausencia de descanso o un descanso deficiente nos convierte en seres susceptibles e irritables que no pueden responder de forma adecuada a los estímulos exteriores.

Se dice que el ser humano, en general, necesita cuatro o cinco ciclos de sueño. Ya no se hablan de horas sino de ciclos, la duración de cada uno de ellos es en torno a noventa minutos.

Durante esos 90 minutos se producen 5 fases de sueño, la fase 1 y 2 son de sueño ligero, la 3 y 4 son de sueño profundo y la 5ta es la fase en la que tenemos sueños.

La autora nos invita a probar durmiendo 4 o 5 ciclos de sueño durante una noche, es decir dormir entre 6 o 7 horas y media, y probar que tan descansados nos sentimos, quizás podría ser una gran diferencia.

Capacidad de atención

Cada instante nuestra mente capta varios millones de bits de información, pero únicamente presta atención a aquello que nos interesa o que forma parte de nuestras ilusiones o sueños.

Si el cerebro procesara todo entonces estaríamos sobrecargados de estímulos.

Por eso el SRAA (el Sistema Reticular Activador Ascendente) es el encargado de filtrar y priorizar de entre toda esa información aquello que tiene interés para nuestros objetivos, preocupaciones e incluso nuestra supervivencia.

Si algo nos interesa, el cerebro hace lo posible por localizarlo de entre todos los inputs que recibe. Por eso es que por ejemplo cuando nos ha gustado mucho un modelo de auto de repente lo empezamos a ver en todos lados, esto es simplemente porque el cerebro ha captado que esto es algo importante para nosotros y decide enfocarse en eso.

Entonces, usa el SRAA a tu favor, úsalo para poder cambiar tu realidad. Si ansías algo con fuerza, serás capaz de visualizarlo.  Dale a tu cerebro objetivos e ilusiones claras para que este abierto a ellos si pasan a tu lado. Si deseas algo de verdad y lo imaginas con fuerza, puedes conseguirlo, pero acompáñalo de un plan de acción y ejecútalo. Usa tu imaginación.

Enfócate en lo que deseas de verdad, usa tu pasión para ilusionarte en un proyecto grande —¡o pequeño!— pero que despierte lo más profundo de tu ser, y comenzarás a sentir que algo sucede en tu interior. Ganas en seguridad, en confianza, en alegría… Y, algo más sorprendente aún, tu cerebro cambia. Estados de ilusión mantenidos a lo largo de unos días activan un proceso de neurogénesis: células madre acuden al hipocampo — zona de memoria y aprendizaje— y se transforman en neuronas. Conocemos pocas maneras de regenerar nuevas células neuronales, ¡la pasión y la ilusión son una de ellas!

Consejos para potenciar tu SRAA:

— Cada mañana, cuando te levantes, en la cama o después, durante el café, busca un objetivo para ese día. Puede ser desde algo insignificante (hablar con alguien) o un desafío más importante que te ilusione (lo que pondrá tu cerebro en estado emocional óptimo).

— Imagínate consiguiendo ese desafío, con ilusión, paz y confianza. Siéntelo, gózalo y disfrútalo. Unos instantes, únicamente. Cuidado que la imaginación no te juegue una mala pasado perdiendo el tiempo en las nubes.

— Piensa un primer paso para acercarte a ello, haz un plan breve.

Neuroplasticidad y atención

Las neuronas trabajan en nuestra mente según cómo está enfocada la atención. Cuando no eres capaz de controlar el foco de tu atención la eficiencia de tu proceso de toma de decisiones se ve gravemente afectada. La buena noticia es que podemos «desmontar» los automatismos mentales que nos distorsionan para redirigir la atención hacia lo que realmente queremos. La atención es un acto de la voluntad y, por tanto, puede ser adiestrada. Para dominar la voluntad, hace falta ser maestros de nuestra atención. Ahora comienza a…

—Entrenar tu atención; intenta fijarte en cosas positivas de tu entorno.

— Saborear el momento presente. Si comes una naranja, un plátano o un trozo de jamón, disfrútalo. Esfuérzate en sentir su olor, textura y sabor. En un parque, atrévete a cerrar los ojos y enfocarte en tus sentidos del oído y el olfato. Con la música, que no solo sea para distraerte, no la oigas, escúchala.

—Decidir. Toma las riendas de tu vida. Observa algo valioso, objetivamente bueno, de tu entorno y, durante un minuto, repite cosas positivas sobre ello. Te sorprenderás. Prueba a hacerlo con personas, con sucesos, con circunstancias…

Hay mucho bueno que no percibes porque tienes bloqueada esa zona de tu mente. No olvides que la mente y el cuerpo están profundamente unidos.

6. Las emociones y su repercusión en la salud

LA PSICOLOGÍA POSITIVA

El término psicología positiva fue acuñado por el psicólogo estadounidense Martin Seligman en 1998. Existen dos formas de responder ante los eventos: son las emociones positivas o negativas. Las más estudiadas a lo largo de la historia han sido las emociones negativas pero en los últimos años desde la ciencia cada vez se indaga más sobre las emociones positivas, especialmente tras la relativamente reciente aparición de la psicología positiva.

Richard J. Davidson, doctor en neuropsicología y fundador y presidente del Centro de Investigación de Mentes Saludables investiga emociones, conductas y cualidades positivas del ser humano como son la amabilidad, el afecto, la compasión y el amor. Todo ello comenzó tras conocer al Dalái Lama en el año 1992, quien le preguntó si nunca se habían planteado indagar sobre la mente en la amabilidad, la ternura o la compasión. Desde entonces indaga sobre emociones positivas en el ser humano. Su lema es «la base de un cerebro sano es la bondad».

LAS MOLÉCULAS DE LA EMOCIÓN

La neurocientífica estadounidense Candace B. Pert, autora del best seller Molecules of Emotion (Las moléculas de la emoción) sobre el efecto de estas en la salud, provocó una verdadera revolución con sus estudios en torno a la conexión mente-cuerpo. Fue ella quien descubrió el receptor opioide que se encuentra en la superficie de la membrana celular y se une de forma selectiva a moléculas específicas —tipo llave-cerradura—. Esas moléculas que llegan a los receptores son los denominados neuropéptidos que son los sustratos básicos de la emoción.

Cada emoción activa la producción de estos neuropéptidos y cuando el receptor de la membrana recibe esa molécula —neuropéptido— de la emoción, transmite un mensaje al interior. Este mensaje tiene la capacidad de alterar la frecuencia y bioquímica celular afectando su comportamiento. Desde la generación de nuevas proteínas o la división celular, a la apertura o cierre de canales iónicos… o incluso la modificación de genes… Es decir, estos neuropéptidos actúan como mecanismos que alteran nuestra fisiología, comportamiento e incluso genética.

Según palabras de la propia doctora Pert, «los neurotransmisores llamados péptidos llevan mensajes emocionales. A medida que cambian nuestros sentimientos, esta mezcla de péptidos viaja por todo el cuerpo y el cerebro. Literalmente están cambiando la química de cada célula del cuerpo».

Debido a estos y otros descubrimientos es considerada la fundadora de lo que hoy se denomina psiconeuroinmunología. La enfermedad está, por lo tanto, asociada de forma ineludible a las emociones. Cuando una emoción se expresa, el organismo responde. Cuando una emoción es negada o reprimida, esta se queda atrapada, perjudicando seriamente al individuo. Como dice Pert, toda emoción tiene un reflejo bioquímico dentro del cuerpo.

QUIEN SE TRAGA LAS EMOCIONES, SE AHOGA

Si alguien me dice: «Vas horriblemente vestida»; yo puedo reaccionar de diferentes formas.

—Respondiendo: «Tú sí que eres horrible».

— Tragándome toda emoción, quedándome resentida, triste y dándole vueltas: «¿Por qué me habrá dicho esto?; tampoco soy tan horrible… ¿Qué tendrá contra mí?, ¿tendría que haberme vestido de otra manera?».

—Bloquear y anular lo sucedido, sin pensarlo, ignorarlo.

— Responder algo tipo: «A mí me gusta, siempre he tenido gustos originales y distintos».

Cada respuesta tiene un impacto diferente en el cuerpo, en cada célula y, por supuesto, en la mente. En el primer caso —cuando respondo de forma impulsiva, directa e incluso un poco agresiva—, quizá mi organismo no se altere, pero acabo perdiendo amigos y rompiendo o dificultado mucho relaciones personales.

La segunda y la tercera me enferman. Estoy silenciando y bloqueando emociones negativas, y eso tiene repercusión sobre mi salud física y psicológica. Freud lo explicaba de esta manera: «Las emociones reprimidas nunca mueren. Están enterradas vivas y saldrán a la luz de la peor manera» .

La última respuesta es la más sana. No siempre es posible actuar y responder de la mejor manera posible. A veces la propia personalidad o las circunstancias nos hacen actuar de forma inesperada o inadecuada, y solo somos conscientes de ello tiempo después. Vivimos en una sociedad que nos incita a bloquear y anular las emociones. Esto se debe a que parece que sentir o emocionarse es un signo de debilidad o de falta de fortaleza.

Si uno guarda lo que siente por miedo a lo que piensen los demás, por temor a quedar en ridículo o por incapacidad para expresarlo, eso termina causando un daño. Las emociones se acumulan y nos perjudican; son como sombras que perturban nuestro cuerpo y nuestra mente.

¿QUÉ SUCEDE CON LAS EMOCIONES REPRIMIDAS?

Estas emociones vuelven por la puerta de atrás en algún momento en forma de enfermedades físicas o psicológicas. Hablamos de «neuróticas» a aquellas que, al no haber sido capaces de manejar sus emociones de forma sana, se quedan enquistadas en el pasado. Se machacan por eventos, pensamientos o sentimientos no superados o mal digeridos, y eso transforma su carácter en algo enfermizo y desgastante.

Ya hemos visto cómo las emociones positivas favorecen la longevidad, previenen la aparición de enfermedades o contribuyen a su curación. Las emociones negativas, por el contrario, pueden favorecer la aparición de enfermedades.

Llorar es bueno

El investigador William Frey estudió hace unos años el componente bioquímico de la lágrima tras llorar de forma intensa por angustia o tristeza excesiva. Encontró niveles elevados de cortisol. Esta es la razón por la cual tras un ejercicio de llanto uno se siente liberado. Descarga tensiones y desasosiegos al deshacerse de cantidades importantes de cortisol.

PRINCIPALES SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS SI BLOQUEAMOS LAS EMOCIONES

Cuando las emociones se transforman en enfermedades físicas estamos ante lo que se denomina enfermedad psicosomática —sique ‘mente’, soma ‘cuerpo’—. Una enfermedad psicosomática es una afección que se origina en la mente pero desarrolla sus efectos en el cuerpo.

La gente que sufre de estrés crónico, ansiedad o depresión en un porcentaje alto padece síntomas físicos como pueden ser migrañas, dolores de espalda, contracturas, alteraciones gastrointestinales u otras manifestaciones como vértigo, mareos y hormigueos. El problema surge cuando la enfermedad que se instala en el cuerpo es de mayor gravedad, desde gastritis con úlceras asociadas que requieren intervenciones quirúrgicas, hasta enfermedades neurológicas u oncológicas incapacitantes.

No olvidemos algo esencial: mucho antes de enfermar, el cuerpo nos ha ido mandando señales de alerta en forma de molestias, debilidad o dolencias. El cuerpo posee una doble función: por un lado, escucha todo lo que dice nuestra mente y, por otra parte, nos habla a través de dolores, malestares, inquietud psicológica o trastornos. Esos procesos de molestias o dolores nos piden a gritos que tomemos conciencia de lo que nos está perjudicando, de lo que está suponiendo una amenaza o de algo que resulta un exceso para el cuerpo y la mente.

Al vivir en la era de la velocidad y de las prisas, donde todo se desarrolla a un ritmo tan intenso, no conectamos con nuestro interior y no sabemos o no podemos dar voz a esos síntomas que nos están alertando de que algo no funciona.

Hay que permitirse un rato para analizar nuestra vida, considerar lo que estamos logrando: nuestros objetivos y metas. Observar y sentir físicamente nuestro cuerpo, averiguar si nos está mandando alguna señal y vislumbrar cuáles pueden ser las causas. A veces la ayuda de un profesional, un médico o una persona que conozca el cuerpo y su conexión con la mente puede resultar un buen apoyo.

La ciencia nos ha ido mostrando ejemplos claros de enfermedades relacionadas con la emoción. En dermatología se ha documentado que ciertas enfermedades cutáneas prevalecen en pacientes que experimentan resentimiento, frustración, ansiedad o culpa. En cardiología se ha demostrado que los ataques cardiacos son más comunes en personas agresivas, competitivas o que han desarrollado una cronopatía. En gastroenterología se ha observado una correlación entre emociones como la ansiedad y las dolencias intestinales o estomacales como las úlceras pépticas.

Pero, sin duda, es en la oncología donde se está profundizando más la relación mente-cuerpo. El psicólogo clínico estadounidense Lawrence LeShan analizó las vidas de más de quinientos enfermos de cáncer y desveló una relación muy importante entre la depresión y la aparición del cáncer. Muchas de las personas objeto de estudio se sentían vencidas por la ruptura de relaciones estrechas y habían tratado de reprimir esas emociones. Dichas emociones reprimidas alteraron su equilibrio neurohormonal y fueron contraproducentes para su respuesta inmunológica.

LA ACTITUD COMO FACTOR CLAVE EN LA SALUD

Alo largo de estas páginas hemos hablado de la importancia de nuestros pensamientos en el estado de ánimo, en la interpretación de la realidad y en la salud.

Una actitud adecuada y sana puede ser la medicina natural más poderosa a nuestro alcance, y quizá la menos tenida en cuenta. En seis años de carrera de Medicina, no se dedica apenas un apartado a este tema. Pese a ello los médicos somos muy conscientes de la importancia de la actitud del paciente en su pronóstico. Los datos clínicos manifiestan que los sentimientos positivos y el apoyo emocional de las personas cercanas —familiares, amigos e incluso los profesionales de la salud implicados en su tratamiento — poseen un poder curativo incuestionable.

Por otro lado, lo que uno siente, percibe o cree puede ser tan relevante como la dieta o los hábitos a la hora de enfrentarse a, por ejemplo, una enfermedad coronaria.

Friedman y Rosenman llevaron a cabo un estudio con tres mil quinientos hombres a lo largo de diez años. Primero dividieron a los sujetos en dos grupos: los del tipo A comprendían los de caracteres más rígidos, impacientes o cronopáticos; los del tipo B eran más relajados y tranquilos. Tras esa clasificación preliminar, investigaron la salud de los sujetos, si fumaban o no, cuánto ejercicio físico realizaban, midieron sus niveles de colesterol en sangre y analizaron su dieta. A continuación, esperaron a ver cómo evolucionaban los sujetos.

En diez años, más de doscientos cincuenta de los sujetos sanos físicamente padecieron un ataque cardiaco. Resultó que los datos basados en su dieta y en su actividad física no sirvieron para predecir los resultados. El único dato capaz de predecir lo que iba a suceder, el único dato con valor diagnóstico, fue la clasificación previa en función a su disposición mental. Los sujetos clasificados como tipo A tuvieron una incidencia de ataques cardiacos tres veces mayor a los de tipo B, independientemente del tabaquismo, su dieta y del ejercicio que llevaran a cabo.

Y…¿QUÉ PASA CON EL CÁNCER ?

Parece tener algún tipo de relación con el estrés y las emociones. No está claro el proceso, pero cada vez se intuye por más científicos que la emoción o el estrés podrían ser factores de riesgo en el desarrollo del cáncer. Lógicamente las enfermedades oncológicas poseen una etiología variada y compleja. Siguen sin existir estudios serios que relacionen directamente emociones y cáncer, pero todos conocemos a alguien que ha sufrido enormemente en la vida y un día nos avisa, consternado, que está diagnosticado de una enfermedad grave y en el fondo no nos sentimos sorprendidos… —«¡Con lo que ha sufrido!»—.

En un trabajo dirigido por el epidemiólogo David Batty y realizado entre el University College de Londres, la Universidad de Edimburgo y la Universidad de Sídney, analizaron dieciséis investigaciones llevadas a cabo durante una decena de años. Eran un total de ciento sesenta y tres mil trescientas sesenta y tres personas las que comenzaron el estudio y cuatro mil trescientos cincuenta y tres las que fallecieron por cáncer. Se buscaba la relación entre algunos tipos de cáncer y el componente hormonal y los estilos de vida.

Sabemos a estas alturas que la depresión genera un desequilibrio hormonal con elevados niveles de cortisol. Esto detiene la correcta reparación del ADN e inhibe la adecuada función del sistema inmunológico. Los resultados del estudio mostraron que las personas con depresión y ansiedad poseían una incidencia un 80 por 100 mayor en cáncer de colon y dos veces mayor en cáncer de páncreas y esófago. Hay que leer los resultados con cuidado y no dejarse cegar por ese resultado tan contundente; no olvidemos un dato importante: las personas ansiosas y depresivas poseen tasas elevadas de consumo de tabaco y alcohol, y de obesidad —tres de los factores más presentes y estudiados en el cáncer—.

El cáncer está relacionado con múltiples causas —el ambiente, la alimentación, los hábitos tóxicos, la genética…—, pero lo que se postula cada vez con más fuerza es que las emociones también juegan un papel. Por ello, para que surja el tumor tienen que coexistir varios factores.

El cortisol, del que ya hemos hablado, es una hormona que, mantenida en el tiempo en niveles anormalmente altos, provoca procesos inflamatorios perjudiciales para las células del cuerpo. En julio del año 2017, el doctor Pere Gascón, jefe —hasta hace poco tiempo — del Servicio del Hospital Clínic de Barcelona, reconocía en una entrevista que «el estrés emocional crónico puede iniciar el proceso de cáncer».

Como sabemos, el cortisol genera inflamación liberando sustancias —prostaglandinas, citoquinas…— y es activado por situaciones de estrés crónico. Por otra parte, los tumores son un conjunto de células malignas que se asientan y crecen en alguna zona del cuerpo. En el cáncer, cuando el tumor está instalado, el sistema inmunológico —las defensas del cuerpo— deja de atacar al tumor y «se pone de parte de él».

Se ha investigado un dato curioso: si llevo la célula a un entorno tóxico, enferma. Si la rodeo de un entorno sano, sana. Tanto el entorno de las células como la información que reciben las membranas juega un papel fundamental. Del mismo modo que le ocurre a nuestras células, si una persona —conjunto de células y, por supuesto, ¡de algo más!— frecuenta un entorno tóxico, bien sean personas, ambiente o circunstancias adversas, enferma.

¡Cuidado! Si a pesar de estar en un ambiente sano, la mente lo interpreta como un lugar de amenaza, se pondrá alerta y provocará los mismos cambios en el cuerpo y en la composición de la sangre que si estuviera en el entorno más tóxico posible. No lo olvidemos; la mente y el cuerpo no distinguen lo que es real de lo imaginario. Hay gente que a pesar de tener un entorno y unas circunstancias más o menos normales, vive constantemente en alerta.

Si soy capaz de cambiar la manera en la que interpreto la realidad… la realidad cambia. ¡La felicidad depende de la interpretación de la realidad que yo hago! Es fundamental aceptar un cambio en mis creencias, sobre mí mismo —sin juzgarme con tanta dureza— o sobre lo que me rodea. De ahí lo bueno de fomentar los pensamientos positivos o incluso de recurrir al efecto placebo si poseen un efecto sobre mi mente y mi cuerpo.

¿QUÉ SUCEDE EN LAS METÁSTASIS?

Los estudios se han amplificado con resultados asombrosos. Se ha descubierto que existe una relación directa entre las células cancerosas y el sistema nervioso. Es decir, existen receptores en las células tumorales a sustancias relacionadas con el cerebro como pueden ser la adrenalina o el cortisol. Las emociones, los impactos estresantes fuertes, alteran el cuerpo pero también afectan a las células del cáncer. Se produce una comunicación directa entre el cáncer y la mente —sistema nervioso y, por tanto, sistema emocional. Esta explicación no está destinada a alterar o perturbar al lector. Todo lo contrario, sirve para entender aun más la conexión profunda que existe entre las enfermedades más graves y difíciles de controlar y la mente.

El cáncer está profundamente vinculado al sistema inmunológico. Las situaciones de estrés, preocupaciones, tristezas y traumas de forma crónica alteran las defensas y favorecen el posible desarrollo de una enfermedad grave. El reflejo de esos estados emocionales tóxicos se halla a nivel bioquímico y fisiológico, con estados inflamatorios latentes.

En resumen, las emociones perjudiciales, como tales, no producen cáncer. Ahora bien, el estrés emocional crónico puede arrancar, activar o potenciar la difusión de aquello que origina el cáncer. ¿Qué provoca estrés emocional? Situaciones como la soledad, familiares enfermos, mala relación con el entorno, traumas no resueltos, duelos difíciles o problemas laborales y económicos.

Ser capaz de mejorar el manejo de nuestros pensamientos tiene un enorme potencial para controlar así el nivel de inflamación del cuerpo.

PAUTAS SENCILLAS PARA GESTIONAR DE FORMACORRECTA LAS EMOCIONES

  1. C ONÓCETE Aprende a entender qué te perturba.
  2. IDENTIFICATUS EMOCIONES: Pon nombre a lo que sientes.
  3. BUSCA SER ASERTIVO. Di lo que piensas, sin herir. Ve poco a poco. El desahogo tiene que permitirte recuperar la paz y el equilibrio interior.
  4. NO TENGAS MIEDO A CONVERTIRTE EN TU MEJOR VERSIÓN. Aprende a sacar lo más valioso de tu interior.
  5. PON LÍMITES AL EFECTO QUE LOS DEMÁS EJERCEN SOBRE TI: Aprende a identificar a la gente tóxica que tiene la capacidad de perturbarte, intenta mantener lejos a los que lo hagan.

La experiencia ocasional de emociones negativas es saludable pues nos alerta sobre lo que no va bien a nuestro alrededor y nos motiva para ponernos manos a la obra y cambiarlo con el fin de restaurar el equilibrio, tanto en lo psíquico como en lo físico.

El problema surge cuando las emociones negativas se cronifican, alterando de modo permanente nuestro estado de ánimo. El modo en que pensamos y sentimos condiciona nuestra calidad y cantidad de vida.

LOS TELÓMEROS

Los telómeros, descubiertos por el biólogo y genetista estadounidense Hermann Joseph Muller en los años treinta del siglo pasado, son los extremos de los cromosomas. Su principal función es dotar de estabilidad estructural a los cromosomas, impidiendo que se enmarañen y se adhieran unos a otros, siendo claves en la división celular. Por todo ello están muy relacionados con el cáncer.

Estudiando los telómeros, Elizabeth Blackburn descubrió en 1984 una nueva enzima, la telomerasa, y descubrió que cuanto menores eran los niveles de telomerasa, menor era el tamaño de los telómeros y, por lo tanto, disminuía el número de divisiones posibles de una célula y con mayor riesgo de enfermedades y envejecimiento. Los hábitos negativos impactan en la longitud del telómero, por ejemplo el estrés, la alimentación, la obesidad, el sedentarismo, la soledad, la contaminación o incluso los problemas del sueño.

¿Cómo segregar más telomerasa y alargar telómeros? Actualmente se están llevando a cabo los primeros estudios sobre como fomentar la secreción de telomerasa para conseguir un alargamiento de los telómeros. Se conoce el efecto positivo del ejercicio, la alimentación y el mindfulness.

7. El cortisol y qué cosas o actitudes lo elevan

El cortisol es una hormona secretada por las glándulas adrenales, las cuales están ubicadas arriba de cada riñón. La producción de cortisol está bajo la dirección del cerebro por medio de la glándula pituitaria, a través de un mecanismo de respuesta.

Ante una señal de peligro se libera tanto la adrenalina como el cortisol.

El cortisol en sí no es malo, lo que es perjudicial para el organismo es su exceso.

Las preocupaciones o la sensación de peligro prolongada  pueden aumentar los niveles de cortisol hasta un 50 por ciento por encima de lo recomendable.

Cada vez que imaginamos algo que nos agobia, se activa en el organismo el mismo sistema de alerta, y se libera el cortisol que sería necesario para hacer frente a esa amenaza.

El cortisol se puede activar ante el miedo a perder un trabajo, de perder alguna propiedad, ante la posibilidad de que peligre nuestro prestigio.

Cosas o actitudes que elevan el cortisol

El miedo a perder el control

Es propio de nuestra sociedad materialista y racionalista el hacernos creer que lo podemos controlar todo. El deseo de controlarlo todo genera una gran angustia. Pensamos que el tener seguridad sobre todos los aspectos de la vida es una fuente de felicidad. Querer tener todo bajo control puede ser enfermizo, empujándonos simplemente a la angustia y a la amargura.

La vida es rica por sus matices, por lo tanto, Memento mori ‘recuerda que eres mortal’. No perdamos de vista nuestra propia pequeñez, seamos flexibles, practiquemos algo de sano abandono y disfrutemos del hoy y el ahora… no perdamos de vista nuestra propia pequeñez, seamos flexibles, practiquemos algo de sano abandono y disfrutemos del hoy y el ahora.

Por buscar tener control constante de todo podemos olvidar disfrutar de las cosas buenas que nos están sucediendo, olvidándonos del momento presente y obsesionándonos con el futuro.

Para luchar contra los miedos la relajación y al respiración profunda son una ayuda inestimable. Lo primero es encontrar un lugar cómodo y que no sea excesivamente ruidoso. Se puede asociar una luz tenue y añadir algo de música relajante. Comenzamos:

—Siéntate en una silla con la espalda recta, pero que sea confortable.

— Empieza por prestar atención a las sensaciones corporales. Enfócate en los pies. En un primer momento, experimenta el peso de todo tu cuerpo. Siente tus extremidades inferiores ancladas en el suelo. Y de ahí hacia arriba, las piernas, los hombros, brazos… Permite que la paz vaya entrando en tu cuerpo mientras disfrutas de esos instantes.

— Observa tu respiración; antes de entrar a «dominarla» y «ejercitarla», presta atención a los suaves movimientos de tu abdomen mientras inspiras y espiras. Posteriormente pasa a la zona de la nariz mientras entra y sale el aire.

— Tras estos primeros instantes de observación y calma, vamos a comenzar con la denominada respiración diafragmática. Es más eficaz debido a que se llena de aire la zona baja de los pulmones para inspirar mejor el oxígeno.

— Coloca una mano sobre tu pecho y otra sobre el vientre y fíjate en cuál se eleva durante la inspiración. Si se eleva la zona del vientre, lo estás realizando correctamente.

— Toma aire profundamente por la nariz, detente unos segundos y suéltalo por la boca forma de forma pausada.

Uno de los métodos más conocidos es el diseñado por el doctor Andrew Weil que recomienda el 3-3-6 o el 4-7-8, dependiendo del número de segundos que el aire está en juego. En el caso de 4-7-8 sería de esta manera: La inspiración dura 4 segundos; La pausa, aguantando la respiración, 7 segundo; La espiración se produce en 8 segundos. De hecho, esta técnica realizada por la noche, tumbado en la cama, resulta muy útil para conciliar el sueño.

Cuando te bloquees o temas perder el control, cuando el estrés te invada, tu cabeza se agote o tu cuerpo no responda, respira, pon el corazón, repite a tu mente mensajes de paz y crecimiento y saldrás del bucle.

Perfeccionismo

El perfeccionista es el eterno insatisfecho, está permanentemente sufriendo porque nunca nada está a la altura de sus expectativas. Este tipo de personas son excelentes detectando los defectos.

Un aspecto propio del perfeccionista es la rigidez a la hora de cambiar de un pensamiento a otro: piensan en una cosa y ya no son capaces de salir de ahí, y eso va generando pensamientos en espiral de difícil salida.

Cronopatía, la obsesión por aprovechar el tiempo

Nos encontramos en un momento de la historia donde la máxima aspiración del ser humano es la productividad y la eficiencia. Se valora todo aquello que nos ayude a aprovechar más el tiempo, sin entender que la consecuencia de esta obsesión es la aparición de estrés. Pareciera que el descanso está mal visto, que decir que uno está desocupado o simplemente haciendo nada no queda bien.

Vivimos convencidos de que la prisa y la aceleración producen mayores y mejores resultados en la vida.

La era digital

Es cierto que la tecnología hoy en día es fundamental. Estamos en la era del exceso de información y de la superabundancia de estimulación. Esa hiperestimulación está profundamente ligada a un consumo desmedido tanto de información como de bienes materiales e incluso ficticios. Todo se logra fácilmente a base de un click.

Esta hiperestimulación tiene graves consecuencias; los niños y jóvenes, acostumbrados a este bombardeo, precisan estímulos cada vez más fuertes e intensos para motivarse. Esto merma su curiosidad, asombro y ganas de querer aprender algo que vaya más allá del mundo digital.

Además la tecnología se vuelve adictiva y toda adicción tiene una base molecular y fisiológica conocida desde hace muchos años y reguladas por la misma hormona: la dopamina. La dopamina es la hormona encargada del placer. Actúa en el instante en el que se interactúa con el objeto de placer y en los instantes previos. En ocasiones, genera un vacío posterior, provocando una necesidad de volver a consumir ese producto al poco tiempo.

Una persona adicta a la cocaína, al sexo o a las redes tiene una afectación profunda en su capacidad de atención, tiene alterada su voluntad —regulada por el autocontrol— y, a la larga, llega a percibir sentimientos de tristeza y de vacío profundos. Por ejemplo, en cuanto a redes sociales, el propio cofundador de facebook reconoció que cuando la gente recibe un like, recibe ese pequeño golpe de dopamina que les motiva a subir más contenido.

Y esto no va a parar pues existen empresas y programadores enfocados en conseguir que los individuos dediquen el mayor número de horas a su dispositivo. Una exposición excesiva a la pantalla inhibe el correcto funcionamiento con un claro déficit en la atención y en la concentración.

Ayudemos a nuestros niños y jóvenes, controlando el tiempo que pasan frente a estos dispositivos, y nosotros los adultos hagamos conciencia también de que hay una vida fuera de las pantallas, no ocurre nada si nos desconectamos 2, 3, o 4 días de la sobrestimulación, noticias y demás, empecemos a disfrutar más así sea de una caminata o de ir a un parque.

8. Cómo bajar el cortisol

El ejercicio

Una de las formas más efectivas para combatir el estrés, la ansiedad y la depresión es practicar ejercicio con regularidad. De esta manera fomentas la producción de serotonina y dopamina, hormonas que reducen la ansiedad y ayudan a combatir la depresión.

Manejar a las personas tóxicas

Aprende a gestionar tus personas tóxicas. Por principio las personas tóxicas no aportan nada positivo.

Seis claves para gestionar a esa persona tóxica

✔️ Sé discreto con esas personas, procura no darle información sobre tu vida.

✔️ Ignora la opinión de la gente tóxica. Así serás libre frente a sus palabras y comportamientos.

✔️ Intenta olvidarte de esa persona tóxica. Aléjate de ellas.

✔️ Si no puedes alejarte porque forman parte de tu vida, aprende a convivir con ellas. Intenta analizar aquello que te causa inquietud en tu relación con esa persona. Intenta comprender a esa persona tóxica: ¿qué le sucede?, ¿por qué me trata así?.

Comprender es aliviar. Al comprender la situación por la que pasan otras personas, su biografía, sus traumas o problemas, nos podemos compadecer de ellas y así dejamos de sufrir.

✔️ Perdonar. Muchas veces el perdón es el mejor bálsamo que existe.

✔️ Tener cerca a personas vitamina. Estas personas son capaces de alegrar el corazón en segundos. Tenemos que frecuentar su compañía todo lo que podamos.

Ideas para no preocuparse tanto

Cuando te llenes de pensamientos negativos:

✔️ Detente un segundo y pregúntate: ¿puede ser que mi mente me esté engañando, agrandando o distorsionando este tema?. A veces los pensamientos falsean la realidad.

✔️ Observa el impacto que cada pensamiento negativo genera en tu cuerpo. (taquicardias, sudoración, dolor de cabeza ).

✔️  No presupongas lo que piensan los demás.

✔️  Háblate en positivo.

✔️  Agárrate al presente, a tu capacidad de actuar hoy y ahora.

✔️  Ten visión de futuro.

✔️ Decide si esta es una batalla en la que compensa que te desgastes en este momento.

✔️  Busca lo positivo de cada situación.

Practica Meditación/Mindfulness

El Mindfulness significa atención plena en el momento presente. Es el arte de observar intencionada y atentamente nuestra conciencia.

El mindfulness se centra en ocuparse con exclusividad del aquí y del ahora.

Invertir un poco de tiempo en meditar con atención plena sobre lo que están experimentando nuestros sentidos en el momento presente nos hace ganar tiempo, aumenta la eficacia en todo aquello que emprendemos, mejora la atención y concentración, la capacidad para aprender cosas nuevas y la creatividad.

Practicar mindfulness supone ejercitar el cerebro, del mismo modo que al practicar un deporte se ejercitan los músculos.

Omega 3

Ingerir omega 3 es una manera muy sana de potenciar tu estado de ánimo y capacidad cognitiva. Aunque hay seis tipos de ácidos grasos omega 3, solo tres de ellos se relacionan con la fisiología humana: el ácido α-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Se suelen denominar ácidos grasos esenciales porque resultan de vital importancia para ciertas funciones del organismo, y porque ninguno de estos ácidos grasos puede ser producido de forma autónoma dentro de nuestro organismo, por lo que es necesario adquirirlos a través de la dieta.

El EPA —ácido eicosapentaenoico— posee funciones importantes antiinflamatorias e inmunológicas. Este ácido graso puede obtenerse a través de la ingesta de pescados —salmón, sardina, atún, caballa, arenque…— y de aceite de pescado — aceite de hígado de bacalao—. En medicina interna este ácido graso se emplea como hipolimemiante, es decir, para disminuir los niveles de lípidos —colesterol y triglicéridos —en sangre.

El DHA —ácido docosahexaenoico— se encuentra principalmente en aceites de pescado, aunque también en algunas algas como la espirulina. El omega 3 posee una importante función antiinflamatoria. Empiezan a surgir estudios que vinculan niveles adecuados de omega 3 con una probabilidad significativamente menor de desarrollar demencia y alzhéimer. El cerebro es altamente dependiente de este ácido graso, y bajos niveles del mismo se han relacionado con la depresión, deterioro cognitivo y otros trastornos.

Finalmente, los beneficios del aceite de pescado incluyen mejoría en la atención en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Los jóvenes que ingieren omega 3, presentan una mejoría en sus calificaciones. Hoy, la Asociación Americana de Psiquiatría —y múltiples manuales de salud mental— recomiendan ingerir omega 3 como medida de prevención para frenar el desarrollo de algunas enfermedades mentales —esquizofrenia, depresión, trastorno bipolar…— y para el tratamiento de las mismas.

9. Tu mejor versión

Conocerse es el inicio de la superación y para llegar al proceso interior de superación- transformación, la autora recomienda tres pasos:

  1. CONOCERME: Necesito saber cómo soy. Qué me caracteriza, qué es lo que más me gusta de mí, lo que menos… Y otras cuatro facetas en el proceso de autoconocimiento: —Lo que los demás perciben de mí: mi imagen. —Lo que creo que soy: el autoconcepto. —Lo que soy de verdad: mi esencia. —Lo que muestro en las redes-internet: mi e-imagen .
  1. C OMPRENDERME: Saber qué me ha llevado a responder así ante ciertas situaciones, entender mi genética, mi pasado, mi forma de relacionarme con otros.
  1. ACEPTARME: Asimilar ciertas «cosas» que han sido o son así y no pueden ser modificadas haga lo que haga. Es importante aceptar que uno tiene limitaciones, que comete errores y que se puede equivocar.
  2. Tus defectos no tienen por qué hacerte daño si los conoces y eres capaz de neutralizarlos con tus fortalezas.

Talento + Pasión = Vocación

TMV = (Conocimientos + Voluntad + Proyecto de vida) X Pasión.

He dicho que eres el resultado de tus decisiones; con la pasión adecuada y la voluntad ejercitada y fortalecida, puedes conseguir casi lo que te propongas. Digo «casi» porque existe un factor, llamémosle suerte, destino o providencia, que no siempre nos permite triunfar o alcanzar nuestros propósitos, por muy realistas que fueran. Pero antes que nada los riesgos…

Como toda ecuación…

— Si fallan los conocimientos… ¡nada hay más «peligroso» que un tonto motivado y con ganas!

— Si falla la voluntad… ¡empezarás con ilusión y conocimiento pero se apagará en poco tiempo!

— Si falla el proyecto de vida… ¡serás esclavo de lo inmediato y de la gratificación instantánea!

— Si falla la pasión… ¡nunca serás líder, nunca brillarás y contagiarás al resto y (por supuesto) evitarás disfrutar de un envejecimiento saludable!

Video de Marian Rojas Estapé sobre Cómo hacer que te pasen cosas buenas

Aquí puedes escuchar de primera mano lo que Marian Rojas nos cuenta sobre su libro y sobre sus investigaciones:

Resumen del libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Otras lecturas recomendadas

Entrevista para la revista El Mundo, Marian Rojas Estapé: «Por primera vez en la historia, los jóvenes son menos inteligentes que la generación anterior»

Entrevista en El Español, Marian Rojas Estapé, habla la psiquiatra del momento: «Sentirse solo es el gran veneno del siglo XXI»

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