Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia
En esta entrada presentamos un informe muy completo e interesante sobre cómo prevenir la violencia de género en la adolescencia. Su título es «Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia.»
Investigación realizada en el marco de un Convenio
entre la Universidad Complutense y el Ministerio de Igualdad,
con la colaboración de las Comunidades Autónomas
y del Ministerio de Educación
Autores y autoras:
Universidad Complutense, Unidad de Psicología Preventiva
Dirección General: María José Díaz-Aguado Jalón
Metodología: Rosario Martínez Arias
Ejecución Técnica: Javier Martín Babarro
Ministerio de Igualdad, Delegación del Gobierno para
la Violencia de Género
Dirección: María Isabel Carvajal Gómez
Coordinación: María Jesús Peyró Arcas, Vicky Abril Navarro
Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia: La finalidad del estudio
La finalidad de este estudio ha consistido básicamente en obtener un diagnóstico lo más completo posible de la situación actual de los adolescentes escolarizados en educación secundaria (chicas y chicos de entre 13 y 18 años) respecto a la igualdad y la exposición a la violencia de género, obteniendo, además, suficientes elementos de juicio para poder valorar el papel de la educación reglada en la prevención de la violencia de género para poder contribuir a su erradicación.
RESUMEN DE LOS PRINCIPALES RESULTADOS
1 ¿Están protegidas las adolescentes frente a la violencia de género?
Cabe destacar que el 7,0% de las chicas declara haber sido controlada en sus conductas a menudo o muchas veces por su pareja actual o pasada, o por un chico que quería salir con ellas, y que el 6,1% considera que han intentado aislarla de sus amistades, lo que constituye frecuentemente el primer eslabón de la cadena de maltrato, que no suele ser identificado como tal, sino más bien considerado como “prueba de amor”.
2. ¿Están protegidos los adolescentes del riesgo de ejercer violencia de género?
Las situaciones de maltrato más frecuentes y extendidas son las de control abusivo y aislamiento, seguidas de otras formas de abuso emocional, a través de las cuales suele iniciarse la violencia de género en la pareja desde la adolescencia. El porcentaje de chicos que reconoce haber ejercido o intentado cada situación de maltrato hacia la chica con la que salía, quería salir o quería salir con él, es menor al porcentaje de chicas que reconoce haber sufrido cada situación.
Las diferencias son mayores cuando se consideran las respuestas que reflejan haberlas vivido con frecuencia: “a menudo” o “muchas veces”. Estos resultados van en la dirección de los obtenidos en otras formas de violencia, en las que se detectan más víctimas que agresores debido, por lo menos en parte, a la especial dificultad que supone reconocer que se ha ejercido el papel de agresor, sobre todo en las formas de violencia que son objeto de fuerte condena social. Estas diferencias se acentúan en la apreciación de la frecuencia con la que se ejercen o se sufren las situaciones de maltrato.
3. La mentalidad “machista”, que subyace tras la violencia de género, destaca como su principal condición de riesgo desde la adolescencia.
1) El porcentaje de chicos que justifica la violencia como reacción es el triple o más que el de chicas, en frases como: “está justificado agredir al que te ha quitado lo que es tuyo”; “es correcto pegar al que te ha ofendido”. De las distintas frases incluidas en este bloque de preguntas, es esta justificación de la violencia reactiva la que cuenta con un mayor porcentaje de acuerdo, elevado entre los chicos. Conviene tener en cuenta, en este sentido, que dichas frases están estrechamente relacionadas con el estereotipo masculino tradicional y que pueden conducir a distintos tipos de violencia, incluida la de género, cuando se perciba haber recibido una ofensa o una agresión.
2) Las diferencias entre chicos y chicas son todavía mas elevadas respecto a dos estereotipos sexistas sobre la estimación de determinados comportamientos normativos: “los hombres no deben llorar” (11,7% de acuerdo entre los chicos y 1,9% de acuerdo entre las chicas); “está bien que los chicos salgan con muchas chicas pero no al revés” (11,4% entre los chicos, 2,5% entre las chicas).
3) En la mayoría de las frases que hacen referencia al sexismo y a la violencia en la pareja, se observan diferencias importantes entre chicos y chicas pero de menor magnitud que las anteriores, probablemente debido a que suscitan un superior rechazo entre los hombres que las creencias sexistas o de justificación de la violencia en general, sin que el rechazo llegue a ser unánime ni siquiera entre las mujeres. La menor de todas las diferencias se produce respecto a la frase: “el hombre que parece agresivo es más atractivo”.
4. El trabajo educativo específico contra la violencia de género disminuye fortalece a las y los adolescentes ante el riesgo de padecerla o ejercerla
El trabajo escolar contra la violencia de género también se relaciona con un menor riesgo de sufrir dicho problema entre las chicas, aunque la relación en este caso es de menor magnitud a la detectada entre los chicos. Como puede observarse en la figura 10, las adolescentes con buena protección están sobre-representadas entre quienes recuerdan que se haya trabajado en el centro el problema de la violencia de género (son el 49,5%). El mayor porcentaje de las que dicen no recordarlo se encuentra en el grupo de Protección intermedia (37,5%), el que menos rechaza dicho problema y el que manifiesta una mayor tolerancia en su concepto de maltrato.
El grupo de víctimas ocupa en este sentido una situación intermedia (43,7%). Resultados que ponen de manifiesto tanto la importancia que el trabajo educativo contra este problema puede tener para proteger a las adolescentes como la necesidad de situar dicho trabajo en una perspectiva integral que incluya también la intervención desde las familias y desde el resto de la sociedad.
5. Cuántos adolescentes recuerdan que se haya trabajado contra la violencia de género en su centro educativo y cómo se trabajó.
El 40,9% del alumnado que cursa estudios secundarios afirma recordar que en su centro educativo se ha tratado el problema de la violencia que algunos hombres ejercen contra las mujeres en su relación de pareja o expareja”, siendo más recordada por las chicas (46,9%) que por los chicos (34,4%), diferencias similares a las que habitualmente se encuentran sobre el recuerdo y la atención prestada a cuestiones de género. También cabe relacionar dicha diferencia con la probabilidad de que las chicas elijan más este tema cuando pueden decidir qué tema desarrollar en su trabajo académico.
Cuando se trata el tema de la violencia de género el procedimiento más habitual que recuerda el alumnado suele ser la explicación de la profesora (en el 82,3% de los casos) seguido de la explicación del profesor (73,3%), jornadas o conferencias (71,1%), trabajos en equipos en clase (67,9%) y ver vídeos con anuncios o reportajes (67%). Aunque algo menos frecuente (51,6%), también está bastante extendido el procedimiento que puede tener más influencia a largo plazo: la elaboración por equipos de su propia propuesta sobre cómo prevenirlo. En el 41,5% de los casos los trabajos realizados fueron considerados para la calificación de la asignatura, condición que puede incrementar la implicación del alumnado en su realización.
7. ¿Está dispuesto el profesorado a trabajar contra la violencia de género desde la escuela?
9. Por qué es eficaz trabajar en la escuela para prevenir la violencia de género
Según las respuestas obtenidas en este estudio, la edad media de inicio de relaciones de pareja son los 13 años, por lo que convendría comenzar el tratamiento específico contra la violencia de género en dicha edad.
10. Por qué no trata este tema el 60% del profesorado
Razones del profesorado. El principal motivo aludido por este 60,1% del profesorado que no ha trabajado este tema, es la falta de relación con los contenidos que el profesorado considera debe tratar en sus clases (44,16% de los que no lo trabajaron). De ahí, que el 71,98% del profesorado que todavía no trabaja este tema esté dispuesto a tratarlo en tutoría, y el 28,46% en programas integrales de centro. Cabe deducir que es fundamental definir en cada centro el espacio educativo que debe darse al tratamiento de este tema, para poder generalizar la prevención de la violencia de género en el sistema educativo.
El rechazo a tratar este tema es muy minoritario entre el profesorado. Resulta significativo que casi ningún docente exprese que el tema le parezca demasiado duro para tratarlo en la adolescencia (0,88%), que solo el 3% diga que es un tema que no le parece necesario tratar y que sólo el 7,72% lo considere necesario aunque prefiera no tratarlo personalmente. Sumando estas tres categorías, que además no eran mutuamente excluyentes, se observa que es muy reducido el porcentaje del profesorado que rechaza tratar este asunto (el 11,6% o menos). Para la inmensa mayoría, el hecho de no abordarlo está relacionado con la necesidad de encontrar un adecuado contexto para su tratamiento.
El rechazo a tratar este tema es muy minoritario entre los equipos directivos. Las razones aludidas por el 26,7% de los equipos directivos que afirman no haber tratado dicho tema a nivel de centro son: que no consideran necesario tratarlo (el 10,6% de los equipos) y que lo ven necesario pero su tratamiento corresponde al profesorado de cada grupo (destacado de nuevo por el 10,6%). Resulta muy relevante que ningún equipo lo considere un tema demasiado duro para ser abordado en la adolescencia; y que solo un equipo (el 1,52% de los que no lo trataron) considere que no se ha tratado porque no es su función.
Integrando estas respuestas, parece que sólo el 12,1% de los equipos directivos niega la conveniencia de trabajar este tema desde su centro. La mayoría de los que no lo ha tratado considera que podría incluirlo en planes generales del centro: el plan de acción tutorial (62,1%) y el plan de convivencia (45,4%).
11. Cómo favorecer que el tratamiento escolar contra la violencia de género llegue a toda la población adolescente
Las medidas consideradas como más eficaces por un mayor porcentaje del profesorado para mejorar la eficacia del tratamiento escolar de este tema son: 1) Disponer de materiales que faciliten el tratamiento de este tema en el aula (85,2%). 2) Formación especializada sobre prevención de la violencia del profesorado desde una perspectiva integral que incluya la violencia de género (84,2%). 20 3) Mejora del Plan de Acción Tutorial para incrementar su impacto en estos temas (83,4%). 4) Formación especializada del profesorado sobre coeducación y prevención de la violencia de género (81,3%). 5) Implantación o mejora del Plan de Convivencia, incluyendo estos temas de forma sistemática y generalizada (80,5%).
Interpretados conjuntamente, estos resultados reflejan que una inmensa mayoría del profesorado estima que para generalizar la prevención de la violencia de género hay que disponer de materiales bien elaborados y programas de formación del profesorado que permitan incorporar este tema en planes integrales de centro, orientados a la prevención de todo tipo de violencia y que incluyan específicamente la violencia de género.
12. La importancia de la educación familiar.
Los consejos escuchados por el alumnado a personas adultas del entorno sobre el dominio, la sumisión y la violencia destacan entre las principales condiciones de riesgo de violencia de género y los consejos opuestos, sobre la igualdad y la no violencia, como una importante condición de protección. De lo que se deriva la necesidad de incorporar en la prevención de la violencia de género el trabajo con las familias. Trabajo que el 27,7% de los centros, según sus equipos directivos, ya está realizando y que es preciso generalizar para que llegue a todas las familias. Conviene tener en cuenta, en este sentido, que en caso de vivir maltrato en la propia pareja, el 80,8% de las chicas y el 65,2% de los chicos dicen que “hablarían con su madre”.
13. Los medios de comunicación destacan como la principal influencia en el conocimiento de la violencia de género de estudiantes y profesorado
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