Violencia vicaria: Maltrato emocional de por vida
La violencia vicaria está muy próxima al maltrato emocional que es sin duda mucho más difícil de superar que el físico. Para verlo claro sólo hay que imaginar el dolor de una madre a la que se la priva de sus hijas menores, para toda la vida.
Hoy es 12 de junio y en todos los noticieros de España se comenta la terrible noticia de la aparición del cadaver de una de las dos niñas desparecidas en Tenerife después de haber sido secuestradas por su propio padre. El pasado 27 de abril, el padre, Tomás Gimeno, decide no devolver a sus hijas a Beatriz, madre de las niñas y su expareja, se sube en un barco desde el puerto de la marina de Tenerife y desaparece. Un día más tarde, se encuentra el barco, pero ni rastro de las hijas ni tampoco de él. Durante semanas se ha buscado a las niñas hasta que el 10 de junio la Delegación de Gobierno en Canarias anuncia que aparece el cuerpo sin vida de una de las niñas en el mar.
La violencia vicaria es un tipo de violencia de género en la que el agresor utiliza a los hijos, hijas u otras personas dependientes para hacer daño a una mujer.
La Ley de Violencia de Género andaluza define este tipo de violencia como la «ejercida sobre los hijos e hijas», aunque también sobre otras personas, y que incluye «toda conducta ejercida por el agresor que sea utilizada como instrumento para dañar a la mujer«.
Cuando [el agresor] ya no tiene acceso a su expareja, le causa mayor dolor utilizando a las hijas e hijos como objetos, instrumentos con los que dañar a su madre«, señalan desde la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género. En este sentido, el Ejecutivo define una serie de comportamientos para identificar a este tipo de agresores, tales como:
- Utilizar a los niños para hacer daño, amenazar con llevárselos o con no verlos nunca más
- Amenazar con matar a los niños, para ‘dar donde más duele’
- Interrumpir los tratamientos médicos a los que estén sometidos los niños cuando están con él
- Utilizar el momento de recogida y retorno del régimen de visitas para insultar, amenazar o humillar
- Hablar mal de la madre o expareja y de su familia en presencia de los niños
Aunque el término de violencia de género sea singular, lo cierto es que existen muchos tipos de violencias, más allá de la física, la sexual o la psicológica: económica, institucional, judicial, mediática, la conocida como ‘luz de gas‘, la revictimización…
Tal y como explicaba recientemente la periodista Ana Bernal-Triviño a propósito del caso de Rocío Carrasco, la violencia vicaria se trata de esa «manipulación de los hijos para ejercer una violencia, no sobre los hijos de forma consciente, sino sobre la mujer«.
El término ‘vicario’, en este caso, es un concepto que hace referencia al adjetivo que señala algo que sustituye a otra cosa o persona, es decir, en el caso de la violencia vicaria es una persona la que recibe la violencia [la madre] en lugar de otra [los hijos], si bien son estos los «instrumentos» utilizados para tal efecto.
Asesinados durante un régimen de visitas
Desde 2013, fecha en la que se les comenzó a incluir en la estadística de los crímenes machistas oficial, al menos 39 niños y niñas han sido asesinados por sus padres, todavía sin contar a las niñas Anna y Olivia. En la mayoría de las ocasiones estos crímenes han ocurrido mientras el menor estaba con su padre durante el régimen de visitas. El asesinato acabó con la vida de los niños y causó un daño inenarrable a sus madres. Sin embargo, la violencia vicaria aún no figura en el Código Penal.
Ley de infancia y de violencia de género
El Defensor del Pueblo, Francisco Marugán, lleva años alertando contra la violencia vicaria que sufren los hijos de las mujeres maltratadas y reclamando refuerzos de los mecanismos con los que ya cuenta nuestro ordenamiento jurídico para una mejor protección de los niños y niñas. Marugán celebraba hace unos meses que se hubiera tenido en cuenta la violencia vicaria en la redacción de la nueva Ley de protección de la infancia.
La ley, que entra en vigor el 24 de junio de 2021, estipula que ahora el juez suspenderá el régimen de visitas cuando se dicte una orden de protección por violencia de género y haya indicios de que los hijos han presenciado o sufrido maltrato.
No obstante, el Defensor ha recordado que es imprescindible que los jueces y fiscales extremen el cuidado sobre el incremento del riesgo al que se somete a los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género durante los procesos de divorcio, adoptando cualquier disposición que sea necesaria para apartarles de un peligro o evitarles perjuicios.
El Defensor lleva años reclamando un doble enfoque, de género e infancia, para luchar contra la violencia machista y ha aseverado en numerosas ocasiones que “un maltratador nunca puede ser un buen padre”.
Por su parte, la directora general de infancia del Gobierno, Violeta Assiego, recuerda que los hijos e hijas de mujeres maltratadas son desde 2015 víctimas de violencia de género reconocidas y cree que la nueva ley de infancia pone también el énfasis en su protección. «Sobre todo en el derecho de los niños a ser escuchados, algo que no está siendo del todo clave o integral en los procesos judiciales». Para Assiego, el problema es «la aplicación de las poquitas normas que hay, que ordenen a los equipos hacer su trabajo con pautas claras y lejos de interpretaciones con sesgos machistas».
Las hijas/as que son víctimas de la Violencia para dañar a sus madres
La psicóloga Sonia Vaccaro fue de las primeras en emplear este el término tras descubrir que la violencia contra las mujeres se desplaza en ocasiones a todo aquello (o aquellos) a lo que la mujer está apegada o siente cariño.
Segun Vaccaro la “violencia vicaria[1]” es «aquella violencia que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer. Es a la mujer a la que se quiere dañar y el daño se hace a través de terceros, por interpósita persona. El maltratador sabe que dañar, asesinar a los hijos/hijas, es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás. Es el daño extremo.
En el sistema patriarcal, la violencia contra las mujeres, cobra la forma además, de desplazarse a todo aquello (o aquellos) a lo que la mujer está apegada o siente cariño. Por este desplazamiento, el hombre expresa su odio dañando a las mascotas, dañando lo más preciado que tiene la mujer sobre la que ejerce violencia: daña su imagen desfigurando su rostro con ácido, desprestigia su “buen nombre y honor” publicando anuncios eróticos con su número de teléfono, amenaza con dañar o matar a sus padres o familiares, rompe sus objetos preciados, quema su ropa…
Judicialmente, ese individuo sabe que no tiene derechos sobre su esposa/pareja, pero sí sabe que conserva (y conservará hasta la mayoría de edad) poder y derechos sobre las hijas y los hijos. Por lo mismo, los transforma en objetos para continuar el maltrato y la violencia.
Sabe que esa mujer será capaz de callar, tolerar, ceder y seguir aguantando muchas cosas sólo por sus hijos e hijas. Sabe que la amenaza más efectiva (que siempre está presente en todos los casos de maltrato en la pareja) es: te quitaré a los/as niños/as!…entonces ella no se divorciará, no denunciará, no pedirá la mitad de los bienes y hasta entregará su parte del patrimonio con tal que él le deje ejercer la custodia y el cuidado de sus hijas/os .
Este individuo sabe que además, es muy probable que la justicia hará prevalecer los derechos de El Padre, por encima de cualquier otro interés, incluso a veces, llegando a interpretar de modo perverso, que el “interés superior del menor”, consiste en estar obligadamente con ese padre y en cumplir sus deseos.
Estos hombres violentos, frente a los obstáculos que las leyes y la justicia ponen a su afán de ejercer la violencia sobre la que consideran “su” propiedad privada, han encontrado el modo de continuar ejerciendo violencia y maltrato a través de la parte más vulnerable para ella: sus hijas/os.
Vaccaro defiende que se usa a los hijos porque «judicialmente un individuo sabe que no tiene derechos sobre su esposa/pareja, pero sí sabe que conserva (y conservará hasta la mayoría de edad) poder y derechos sobre las hijas y los hijos. Por lo mismo, los transforma en objetos para continuar el maltrato y la violencia».
Bibliografía