El complejo de Cenicienta

La dependencia emocional de las mujeres a veces se ha intentado explicar a través de lo que se ha llamado «Síndrome de Cenicienta» (wikipedia) o el complejo de Cenicienta. Colette Dowling (2003) en su libro Complejo de Cenicienta (ver reseña aquí) sostiene la idea de que la dependencia ha afectado más a las mujeres que a los hombres. Además, es la principal fuerza que mantiene sujetas hoy día a las mujeres a situaciones de dominación y sumisión.

Lo define como «un entramado de actitudes y temores largamente reprimidos que tienen sumidas a las mujeres en una especie de letargo que les impide el pleno uso de sus facultades y de su creatividad. Como Cenicientas, muchas mujeres esperan hoy algo que, desde el exterior, venga a transformar su vida». Esperan a un príncipe que las salve pero realmente no existen.

No más cuentos de hadas

El nombre que ha dado esta investigadora a su estudio no puede ser más certero. Todos conocemos la historia de Cenicienta: una jovencita que se pasa el día entero cuidando a su madrastra y a sus hermanastras. Un día se organiza un baile para el príncipe y no es tenida en cuenta hasta que un hada madrina la convierte en princesa. Después, ella pierde su zapato de cristal y el apuesto joven va casa por casa hasta encontrar a la dueña del calzado. Según este cuento, la mujer debe ser al mismo tiempo inocente, bella y resignada, y por supuesto, dependiente del esposo o “príncipe azul”.

el complejo de Cenicienta

Entonces, como dice Dowling, la mujer sólo puede cambiar el curso de la vida gracias a entablar una relación con un hombre. De lo contrario, será una esclava o una sirvienta por siempre.

Como Cenicienta, creen que el amor las salvará

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La autora reconoce que la dependencia es completamente normal en los humanos, porque somos seres gregarios que necesitamos a los demás para sobrevivir. Sin embargo, en la sociedad patriarcal a las mujeres se las ha inclinado hacia la dependencia «hasta un grado realmente malsano»; a los niños se les educa para que sean independientes; a las niñas se las cuenta relatos de princesas que esperan en su castillo a que venga un príncipe salvador que llene sus vidas; «el único salvador que conoce el muchacho, en cambio, es él mismo».

La mayoría de las mujeres que tienen este complejo lo desconocen, pues debido a su educación y a su entorno lo ven como algo normal. También hay pequeñas sombras de este fenómeno psicológico en mujeres independientes. Se puede identificar en frases como “ya no hay hombres de verdad” o “¿dónde estará mi príncipe azul?”.

El complejo de Cenicienta se observa en las mujeres que prefieren verse ciertamente anuladas por la otra persona a cambio de una estabilidad conyugal. Esperan recibir un cuidado idealizado de su príncipe pero que en muchas de las ocasiones no ocurre. A pesar de la infelicidad que sienten muchas de estas mujeres, se resignan a vivir en ese estado. Creen que solo los hombres le van a proporcionar la seguridad, la protección y la atención que creen necesitar.

Miedo a la independencia

El complejo de cenicienta impide que la mujer desarrolle sus habilidades más allá de cuidar del hogar u ocuparse de la crianza de los hijos. Los tiempos han cambiado mucho. En la actualidad la única meta de la mayoría de las mujeres no es casarse y formar una familia. También aspiran a desarrollar una buena carrera profesional.

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Las mujeres que tienen complejo de Cenicienta tienen una baja autoestima y piensan que solo un hombre puede darles la protección, seguridad y atención que creen necesitar

También la dependencia masculina forma parte de la dinámica amorosa patriarcal. Más que una adicción química o física, el enganche de la gente con el amor también es cultural. Se nos inocula el virus pasional mientras vemos películas, series, novelas, etc. Mucha gente se pasa la vida enamorándose o suspirando por tener una relación que sea una continua borrachera de sentimientos y emociones. Se convierten también en «Yonquis del amor.»

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https://www.youtube.com/watch?v=VtOyeO_-89g

Parte de este texto fue publicado en mujerpalabra.net en enero del 2011