Victor Lapuente: Decálogo del buen ciudadano

«Decálogo del buen ciudadano: Cómo ser mejor persona en un mundo narcisista» es un libro de Víctor Lapuente. Ayer terminé de leer este libro que me ha sorprendido por la validez y utilidad de muchas sus reflexiones en los tiempos actuales. El autor se confiesa enemigo de los libros de autoayuda y de soluciones milagrosas aunque algunas de sus propuestas puedan encontrarse en alguno de los «buenos» libros de autoayuda que existen hoy en día en el mercado.

Aunque pueda parecerlo, «Decálogo del buen ciudadano» no es un libro con un enfoque religioso ni de autoayuda. Es más bien un compendio de ideas y reflexiones de grandes pensadores sobre el ser humano en tiempos de decadencia como el actual. Partiendo de filosofías de vida como el estoicismo nos adentra en la autoreflexión.

Como el propio Víctor Lapuente recuerda, el libro «Decálogo del buen ciudadano» está escrito a dos niveles. El primero es un nivel descriptivo y se pregunta ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras vidas? A continuación dedica un capítulo a cada una de estas recomendaciones, o pautas para llevar una vida «virtuosa» (en el sentido clásico) y ser un buen ciudadano.

Victor Lapuente

Sinopsis de «Decálogo del buen ciudadano»

Así ya en la sinopsis se nos adelanta la pretensión de este texto: «La base para una ética del siglo xxi se encuentra en las enseñanzas de los hombres y las mujeres sabias que desde la Antigüedad han reflexionado sobre cómo sobreponerse a la fatalidad y vivir una vida virtuosa, en la que los proyectos trascendentes se impongan a los deseos inmediatos. Víctor Lapuente deja a un lado el análisis de los desafíos de la sociedad para centrarse en los de un individuo perdido y angustiado en la era del selfi. Con un estilo claro, trenzando anécdotas históricas y ejemplos didácticos, se lanza a la tarea de rescatar las gemas de esos pensadores clásicos y proponer una ética a la altura de los retos a los que nos enfrentamos.

Lapuente defiende la necesidad de tomar el camino más exigente para alcanzar el equilibrio personal: el que pasa por cuestionarnos a nosotros mismos y nos empuja a rebelarnos contra la pereza, la vanidad y el victimismo.

10 reglas para ser mejor persona

Sus 10 reglas son:

  1. Busca al enemigo dentro de ti.
  2. No te mires al espejo.
  3. Agradece.
  4. Ama a un dios por encima de todas las cosas.
  5. No adores a falsos dioses.
  6. Da a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.
  7. Cultiva las siete virtudes capitales. coraje, templanza, prudencia, justicia, amor, fe, y esperanza.
  8. Ponte en la cabeza de tu adversario.
  9. No te sientas víctima.
  10. Abraza la incertidumbre.

Cada capítulo de «Decálogo del buen ciudadano» tiene también un segundo nivel de lectura donde se invita al lector a analizar ¿Por qué el mundo es así?

Según Lapuente el problema fundamental de nuestro tiempo es un individualismo desintegrador.

En los siguientes capítulos va desgranando las consecuencias que se derivan de ese individualismo desintegrador. Algunas son la creciente soledad, desconfianza de los demás y la búsqueda de consuelo en fundamentalismos religiosos y políticos.

Más adelante explora potenciales remedios contar ese narcisismo. Uno de ellos es el recuperar ideales que históricamente han facilitado la cooperación social- La historia nos enseña que las sociedades han avanzado cuando han compartido una creencia generalizada en un proyecto o ente trascendental, como un dios o una patria.

Según Lapuente la clave está en que ese ideal debe ser abstracto y difuso para que se aun antídoto contra el endiosamiento de aquellos/as que se pudieran arrogar el papel de intérpretes inequívocos de ese dios o patria.

Lapuente defiende una divinidad sin ideología, que no se mete en política.

También propone un patriotismo sin nacionalismo. Finalmente, su regla 10 es la más vaga pero mas poderosa y siguiendo a los estoicos nos invita a abrazar la incertidumbre.

LA VIDA VIRTUOSA

Este libro quiere ser una guía ética para superar el endiosamiento al que nos ha condenado nuestro narcisismo. Contra el mundo narcisista debemos reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestra finitud y que no controlamos todos los ámbitos de nuestro destino. Eso nos hará más fuertes y valientes.

La ética, tan olvidada y denostada en la educación de las nuevas generaciones, se entiende al estilo clásico, como un sistema dedicado a construir carácter. Los filósofos antiguos, sobre todo a partir de Sócrates, concibieron la ética como aspiración a una vida virtuosa. Actuar de acuerdo a tu telos (propósito) en la vida. La naturaleza nos ha hecho seres sociales con la obligación de ayudar a los miembros de nuestra sociedad, dentro de nuestras posibilidades obviamente.

En contraposición al viento hedonista que mueve las corrientes de pensamiento dominantes hoy, Lapuente propone virar hacia la ética. El mejor aliado para alcanzar la auténtica felicidad es desarrollar nuestro innato carácter social. La felicidad (dígase amor o éxito profesional) no se logra si se persigue de forma directa y pensando sólo en uno mismo/a. Se logra creando las condiciones para que surja. «Al final no consigues la felicidad (duradera) simplemente satisfaciendo tus deseos sino disciplinándolos y supeditándolos a un propósito más elevado (y plural). «Debes convertirte en el maestro de tu ego, no en su sirviente.»

Pudiera parecer que todo esto es un puro retorno al estoicismo clásico y de hecho personalmente me lo parece después de haber leído el libro «Decálogo del buen ciudadano». Pero, ¿no es acaso este renovado estoicismo un instrumento útil para afrontar situaciones actuales como esa sociedad narcisista ahora azotada además por una pandemia global? No es preciso llevar a cabo un profundo proceso de autoconocimiento?

¿No es realmente la pandemia el mejor momento para echar mano de esta ética estoica?

Las 10 reglas que propone Lapuente en «Decálogo del buen ciudadano» no son nada anticuadas sino que se materializan ya hoy entre nosotros en personas que

  • huyen de los falsos dioses y del narcicismo,
  • que cultivan el arte de la negociación,
  • que saben dar las gracias y
  • prefieren seguir una causa con todas sus fuerzas antes que sentirse víctimas indefensas,
  • que abrazan la incertidumbre y saben ponerse en la cabeza de sus adversarios, y que cultivan
estoicismo

A continuación resumimos algunas ideas tratadas en torno a las diez reglas presentes en «Decálogo del buen ciudadano».

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«Decálogo del buen ciudadano»1. Busca al enemigo dentro de ti

LA MÁQUINA DEL PLACER

Si pudieras apretar un botón y conectar tu cerebro a una máquina del placer continuo para el resto de tus días ¿lo harías? Seguramente no. La vida no puede ser solo pasarlo bien porque al final los goces perpetuos no nos llenan. La vida es algo más que acumulación de bienes y la obtención de gratificaciones.

OPULENCIA Y ANSIEDAD

Vivimos en la opulencia sin embargo, no tenemos bastante y jamás en la historia de la humanidad hemos sentido tanta angustia y depresión. Hay más jóvenes (y adultos) que necesitan consumir drogas, tanto legales como ilegales. Hay más suicidios, y curiosamente los porcentajes aumentan en las sociedades más avanzadas.

EL ENEMIGO DE LA CONFIANZA

El miedo es enemigo de la confianza. Cada vez somos mas temerosos/as de «los otros,» de nuestros propios gobiernos e instituciones. La confianza es el pilar intangible del progreso social y esta confianza y fe colectiva se ha desplomado.

ENTROPÍA MORAL

Aunque se suele señalar a la desigualdad económica como causa del desasosiego y desencanto social pero los estudios demuestran que es la desigualdad es más consecuencia que causa de la desconfianza. ¿De dónde viene esta aguda sensación de crisis sistémica entonces? Si miramos a los momentos difíciles de la historia vennos que la variable más repetida en el hundimiento de cualquier imperio, reino o república es la decadencia moral o lo que los romanos llamaron «entropía moral.» Por ejemplo, el desmoronamiento de la democracia en Roma fue consecuencia del abandono de las virtudes, sobre todo por parte de sus élites, entregándose a la ambición, la avaricia y la autosatisfacción.

El enemigo está dentro de nosotros y como sociedades requerimos de un entramado moral sólido para resolver los conflictos entre nuestros intereses privados y los de nuestro barrio, región o país.

LA GENERACIÓN MÁS NARCISISTA

Hoy vivimos en el imperio del interés personal, en una auténtica egocracia. Hemos abandonado la introspección moral, el autoexamen y nos hemos vuelto más narcisistas. Somos menos humildes y engrandemos nuestros logros. este narcicismo nos impide calibrar la importancia de las codas que nos afectan y nos empuja a estar insatisfechos con la vida. Hemos perdido la mesura de las cosas y la vida se ha convertido en una competición constante contra nosotros mismos y contra los demás.

PERDER LA TRASCENDENCIA

El egocentrismo narcisista es el resultado de un doble programa ideológico: el de la nueva derecha y la nueva izquierda que empezaron a surgir en los años setenta.

Ambas ideologías pecan de lo mismo: fomentar un excesivo individualismo. La nueva derecha, un individualismo económico, y la nueva izquierda un individualismo cultural. La nueva derecha nos ha dado licencia para enriquecernos obviando los deberes hacia la comunidad y la nueva izquierda nos ha dado licencia para adoptar la identidad cultural sin tener en cuenta las tradiciones de generaciones anteriores.

Hemos perdido las metas trascendentes que tamizaban el egoísmo individual de las dos ideologías: el cristianismo en la derecha y el patriotismo en la izquierda.

La derecha liberal ha matado a Dios, mientras que la izquierda cosmopolita ha matado a la patria.

incertidumbre

«Decálogo del buen ciudadano» 2. No te mires al espejo

Hemos ido reemplazando la búsqueda de algo trascendente y abstracto por algo inmediato y concreto: un yo consumidor, ya sea un lobo solitario de Wall Street o un grupo de activistas sociales que recibe una transferencia del Estado para defender su causa. Se trata de maximizar el consumo de ese yo. Y para lograr ese objetivo, todo vale.

EL INDIVIDUALISMO DE IZQUIERDAS Y DERECHAS

«Tenemos que salvar al capitalismo de los capitalistas desatados y al progreso social de los progresistas desenfrenados. Para mantener las democracias liberales que nos han traído las mayores cotas de prosperidad de la historia, y evitar el abismo de las soluciones autoritarias, debemos reconducir nuestros códigos morales y abandonar el individualismo. Mira más a tu alrededor y no te mires al espejo.

«Decálogo del buen ciudadano» 3. Agradece

Las personas no necesitamos las unas a las otras para experimentar la verdadera felicidad. Como decía Séneca, es preciso que vivas para otro si quieres vivir para ti.…Como aconseja la psicóloga Susan Pinker, si quieres saber cuánto vivirá una persona, cuenta sus conexiones personales… Si la fuente de nuestra alegría son únicamente nuestros logros personales, quedamos atrapados en lo que los psicólogos llaman la «adaptación hedonista«. Cuando conseguimos algo, ansiamos más. … Debemos entender que todo lo que tenemos, absolutamente todo.. es un mero préstamo de la Fortuna (Dios, Providencia, Destino o el término que prefieras) y que esta puede reclamárnoslo de vuelta en cualquier momento y sin nuestro permiso. Demos gracias de que no haya sucedido todavía.

Agradecer es una forma de lo que los estoicos denominaban «visualización negativa»: figurarse lo malo para valorar lo bueno.

«Decálogo del buen ciudadano» 4. Ama a un dios por encima de todas las cosas

POR QUÉ NACE DIOS

No es coincidencia que el dios más influyente de todos, el monoteísmo judeocristiano, viera la luz en una sociedad derrotada en mil batallas: el pueblo hebreo. .. El dios judío empezó a adquirir rasgos distintos a sus correligionarios de las sociedades circundantes. Yahvé no confería su representación a un gobernante terrenal…Dios no dio la tierra a los reyes descendientes de David sino a toda la comunidad judía, en función de la observación de unas reglas éticas…

El dios de la Era Axial permitió a los judíos formar una colectividad tremendamente cohesiva. A diferencia de las deidades babilónicas o egipcias, el dios de los judíos evitaba el endiosamiento de sus líderes políticos.

DIOS Y PATRIA

El dios de la era Axial crea comunidad, pero no es el único capaz de lograrlo. El patriotismo es la religión de los pueblos Secularizados que se mantienen cohesionados. La patria se parece a Dios. El patriotismo se ha definido muchas veces en términos de «fe común» entre ciudadanos. En palabras de Benedict Anderson, la patrias es una comunidad imaginada…

La identidad compartida, religiosa o patriótica, es el pilar de la reciprocidad, del hoy por ti y mañana por mí.

Amar a tu nación no es lo mismo que creer que tu nación está por encima de las demás naciones, de la misma manera que amar a tu familia no significa considerar que está por encima de otras familias.

La patria es un ideal de trascendencia impersonal: algo que nos supera como individuos, y que involucra a toda nuestra comunidad sin concretarse en nadie. No es un relato del pasado sino más bien una narrativa de futuro.

Patria es lo que describió el poeta Walt Whitman: una comunidad de mujeres y hombres libres, abierta a formas diversas, y en estos momentos todavía concebibles, de felicidad humana.

LA NECESIDAD DE ENTUSIASMO

Dios y la patria, dos conceptos que suenan rancios y viejos, son las dos ideas más progresistas de la historia de la humanidad… Dios y patrias son mecanismos culturales de igualación social. Nos hacen iguales al resto de los miembros de una comunidad y nos hermanas, porque nos dan una moralidad que nos permite ir más allá del interés personal. Pero esto ocurre si, y solo si, Dios y patria se conciben como ideas trascendentes, que van más allá de lo material, lo momentáneo y lo concreto… Un ideal de trascendencia impersonal –es decir una trascendencia que no se puede encarnar en una persona o doctrina determinada– nos libera.

¿Y cómo se experimenta la trascendencia? Como han subrayado observadores agudos, de Benjami Constant a Tzetan Todorov, la rencarnación más pura de la trascendencia es la modalidad, Un código de conducta que respetar, ser compasivo y ayudar a los demás.. Es lo que llena uno de nuestros instintos más básicos, lo que algunos han llamado la «necesidad de entusiasmo» o el ansia de pertenecer, el deseo de sentirnos parte de una comunidad. por eso, creamos hace muchos años estas dos ideas de trascendencia impersonal, Dios y la patria.

«Decálogo del buen ciudadano» 5. No adores a falsos dioses

¿Cómo distinguir el buen amor a Dios y la patria del perverso fundamentalismo religioso y nacionalista? Las innumerables aberraciones que se han cometido a lo largo de la historia no se han perpetrado en nombre del concepto de dios y patria tal y como lo definimos en este libro, sino que ha sucedido exactamente lo contrario. El ideal trascendental ha sido utilizado para beneficio personal.

Lo mismo ocurre con el patriotismo. Puede tomar la forma de un sincero amor a la patria, para evitar que nos sintamos superiores a los demás; o puede derivar en nacionalismo, para sentir lo contrario… resulta capital distinguir entre lo que cura el narcicismo (Dios y patria) y lo que lo fomenta, los falsos dioses, o tres grandes idolatrías de nuestro tiempo.

El primer falso dios es el Individualismo, la devoción al yo desatado de sus responsabilidades hacia su comunidad.

Los otros dos falsos dioses son el nacionalpopulismo y el fundamentalismo religiosos.

No son movimientos opuesto sino gemelos. A diferencia de Dios y la patria, no buscan unir a la sociedad sino partirla entre patriotas y traidores, creyentes e infieles. Nosotros contra ellos.

PATRIA DE PAPEL

En España el patriotismo ha sido vilipendiado. Para las voces más autorizadas de nuestro país, el patriotismo se concibe como una mera adhesión al estado de derecho, un pacto entre ciudadanas/os libres plasmado en la Constitución. Los sentimientos quedarían afuera. A mi juicio, deben estar dentro. Sin sentimientos no hay patriotismo. La patria no se experimenta en la cabeza, como un cálculo racional de costes y beneficios, sino en el corazón.

EL UTILITARISMO INDIVIDUALISTA

Hemos cambiado la obligación moral de contribuir a la patria por la filosofía de los incentivos. Para contrarrestar el cada día más tenue lazo trascendental que tenemos con nuestra patria, el <gobierno tiene que estar constantemente dándonos motivaciones extrínsecas, palos y zanahorias. Hoy, si no nos controlan, no estamos dispuestos ni a confinarnos en casa para proteger a nuestros mayores de una pandemia global.

Cuando amas un ideal trascendente impersonal, como la patria o Dios, confías más a los demás… esta fe en el prójimo es clave para entender por qué unas sociedades son más ricas, igualitarias y felices que otras. El individualismo ha hecho que nos fiemos menos del prójimo, sobre todo si simpatiza con el partido político opuesto al nuestro.

HUÉRFANOS

Hoy estamos conectados al teléfono, pero nos sentimos solos. Buscamos consuelo en el entretenimiento, videojuegos, deporte y las drogas…

La persecución individualista de placeres puede pavimentar el camino para soluciones autoritarias.

No es difícil temer que sobre una sociedad atomizada, donde cada persona se encuentra al lado de sus conciudadanos, pero no los ve, los toca y nos los siente, se eleve «un poder inmenso y tutelar que se encargue de asegurar los goces.»

El hiperindividualismo de nuestra época nos ha dejado huérfanos e inseguros.

El individualismo convierte toda relación en condicional. Eres querido en la empresa, en el grupo de amigos e incluso en la familia en función de lo que aportas, no de lo que eres. Eso puede hacer que te sientas estresado y sufras ansiedad, insomnio o el síndrome del impostor.

Los jóvenes nacidos en un mundo digital, la llamada generación IG (por instant gratification) presentan una proporción de problemas mentales significativamente más elevada que generaciones anteriores porque las redes sociales mediatizan las relaciones con sus amigos. Tienen que ser los más estupendos. En los mundo virtuales de Instagram o TikTok, el umbral está cada vez más alto para ser aceptado por tus amigos y colegas. Es el doble filo de la espada de internet. Fomentar los sentimientos de inclusión, pero también los de exclusión.

REYES FILÓSOFOS

La vieja utopía de Platón se ha cumplido. Nos gobiernan reyes-filósofos. Los políticos se educan cada vez más y también son más ricos. El común de los mortales se ha cansado de la élite política de derechas que ha importado el emprendimiento propio del sector privado al público y que han dejado de actuar siguiendo sus propias convicciones y buscan satisfacer las necesidades de sus clientes, que los recompensan con ostentosas donaciones.

Pero también se ha hartado de las élites políticas de izquierda, y del cosmopolitismo sin patria de la izquierda hipster. La apertura de fronteras a bienes, capitales y personas es aplaudida por las élites progresistas, pero la globalización es más difícil de digerir en las zonas de interior y en hasta un 50% entre quienes carecen de título superior.

ES LA IDENTIDAD, ESTÚPIDO

Muchos ciudadanos sienten que las élites políticas les han vaciado por dentro, extirpándoles la identidad nacional. Deeyah Khan entrevistó tanto a supremacistas blancos como a yihadistas… En ambos casos, la ira que proyectaban encubría un hueco interior, una falta de sentido de pertenencia a la comunidad y de propósito en la vida.

No eran razones económicas o políticas las que lo habían conducido por el camino del radicalismo, sino necesidades emocionales y espirituales.

La preocupación básica de estos combatientes fundamentalistas no era «qué tengo» sino «quien soy»; no era el ansia de poder, sino de pertenecer. La violencia nacionalista o yihadista es afortunadamente excepcional, pero el desencanto con la sociedad es desgraciadamente muy común.

LA RELIGIÓN NACIONALPOPULISTA

El nacionalpopulismo es el falso dios más exitoso de nuestro tiempo. No es nuevo. Tuvo sus años gloriosos en la convulsa primera mitad del siglo XX. George Orwell definió con nitidez la distinción entre dos tipos opuestos de sentimientos hacia la patria_ El de los patriotas y el de los nacionalistas políticos, que sufren de «hambre de poder atenuada por el autoengaño.» …

El patriota busca la cooperación; el nacionalista el conflicto

El nacionalismo no es una exageración del patriotismo, sino su opuesto.

La religión nacionalpopulista tiene tres dogmas principales: El primero es que el pueblo es un soberano sin límites…El segundo punto doctrinal del nacionalpopulismo es el uso del lenguaje vulgar. .. Y el tercer dogma es que las élites políticas son Satán. Los responsables de todos los males de este mundo son todos los partidos del establishment, tanto de izquierdas como de derechas. .. El patriota intenta unir a todos los miembros de la comunidad, superando las divisiones tribales. El nacionalista busca dividir a la sociedad entre patriotas de verdad y traidores, fomentando el tribalismo.

El patriota tiene un «ideal cívico» de la nación. El nacionalista tiene un ideal racial o étnico.

EL ARMA PERFECTA

El segundo falso dios es el fundamentalismo religioso. El sentimiento religioso, como el patriótico, puede ser un calmante para nuestro individualismo o una anfetamina para el narcisismo, porque la adhesión inquebrantable a los dogmas de una fe permite que sus practicantes se sientan superiores a los demás. La religión, entendida como subyugación del yo al dios trascendente e impersonal nos hace más morales. Pero, como uso de lo trascendente para beneficio personal y de nuestra tribu, nos vuelve más inmorales.

La religión, al considerar que toda vida humana es sagrada, sirve para sostener el principio ético básico de la humanidad, conocido como la regla de oro: trata a los demás como tú quieres ser tratado.

Pero cuando la religión alimenta el supremacismo del creyente sobre el infiel, cae en la misma deshumanización que los totalitarismos del siglo XX.

Las personas dejan de ser sagradas para convertirse en peones de una gran contienda cósmica entre creencias. Ejemplo de ello son los Yihadistas y en otro tiempo la Santa Inquisición o el nacionalcatolicismo franquista.

«Decálogo del buen ciudadano» 6. Da a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César

Los humanos somos los únicos animales que han evolucionado para saber que van a morir y tenemos la necesidad de reconciliar ese hecho con nuestra cotidianidad. Ese sentido de la vida no nos lo pueden dar la ciencia ni el arte. La ciencia te ofrece explicaciones para cualquier fenómeno, pero no te dice cómo vivir. Y el arte te aporta escapatorias temporales ante tu sensación de mortalidad, pero no confieren un propósito moral a tu experiencia.

Eso hace que finalmente necesitemos abrazar alguna forma de religión. La cuestión es simplemente qué tipo. Y tenemos dos grandes alternativas. Podemos inclinarnos por unos ideales trascendentales abstractos o impersonales que nos inspiren moralmente pero que no se metan en política –«al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios»– o podemos tener una religión que se involucre en política y se inmiscuya en la lucha partidista, como el nacionalpopulismo y el fundamentalismo religioso, o nuevas formas de religiosización, de sacralización de la política.

POLÍTICOS COMO FONTANEROS

Los buenos políticos no son creyentes ortodoxos en un dogma ideológico-religioso, sino heterodoxos, escépticos ante cualquier teoría hasta que ven los resultados empíricos. No se limitan a leer el manual teórico de su ideología- Se manchan las manos probando qué tubería encaja mejor en el desagüe.la buena política es escéptica. la mala política está cargada de dogmas de fe. Y la fractura entre ambas está desgajando nuestras democracias.

Nuestras sociedades han progresado cuando la política se ha centrado en la discusión pragmática y no en la redentora.

Las muestras más nítidas de penetración del pensamiento religioso en la política fueron la Revolución francesa y la rusa. La revolución americana fue «atea» y la francesa, «religiosa.» La revuelta de los americanos fue atea precisamente porque sus promotores, religiosos confesos muchos de ellos, partían de la existencia de un dios que nos hace a todos iguales, pero luego no entra en política. Mientras que la revolución francesa fue religiosa justamente porque sus promotores, ateos declarados, volcaron su sentimiento religioso en el esfuerzo revolucionario.

LA GRAN TRANSFORMACIÓN

El sentimiento religioso se ha transformado. Hemos sustituido la religión por ideologías políticas. «Dios ha muerto» decía Nietzsche que intuyó que durante el siglo xx os mataríamos por ideologías políticas. 50 años antes de la revolución rusa, Dostoievski traza en «Los endemoniados» un certero análisis psicológico de los movimientos revolucionarios, teóricamente ateos y científicos que empezaban a crecer en Europa.

Para Dostoievski la brutalidad de un régimen vertebrado por este tipo de revolucionarios superaría con creces a la ya horripilante represión de la Rusia Zarista. Cuba, Camboya, URSS de Stalin, China de Mao. El repertorio del horror comunista es terrorífico. Similar al del nazismo. Y es que la revolución nacionalsocialista de Hitler y todos los dictadores fascistas de entreguerras también estaba basada en un catecismo, con sus dogmas, libros sagrados y rituales.

GUERRILLEROS DE WALL STREET

La estrategia de emplear todos los mecanismos disponibles para lograr tu meta no es privativa de las ideologías extremas. No es únicamente propia de guerrilleros de la selva, sino también de financieros de la City, porque no se han endiosado solo los que se creen profetas (Stalin)… sino también quienes actúan en su provecho personal sin contemplaciones éticas. Es el empoderamiento que la derecha neoliberal ha fomentado durante muchos años, y que no representa un endiosamiento violento, pero sí responsable de gigantescos desastres.

LA IDEOLOGÍA DE LA AVARICIA

La crisis de 2008 reveló la avaricia en la que vivían atrapados un gran número de ejecutivos. Sarah Girdobn, observadora de la City Londinense subrayaba en 2019 que la culpa de los desmanes no ha sido de las leyes, sino de las personas. No ha habido escasez de regulación pública. …El común denominador de estos escándalos es un problema enteramente humano: la acumulación excesiva del poder dentro de una organización en unas mismas manos. Empoderados y sin restricciones, muchos ejecutivos sienten que están por encima del bien y del mal. Detrás hay una ideología que los sustenta y que entiende que todo en la vida es un gigantesco mercado y que todo y todos tenemos un precio. La única virtud es la del egoísmo. La avaricia ya no es castigada por motivos religiosos, sino potenciada con celo religioso.

CRÍTICA DEL PROGRESO PURO

Los ateos progresistas también tienen un dios a escondidas. Las cruzadas políticas de la izquierda en lo que va de siglo tienen el fervor religiosos de los evangelios. Las élites de izquierdas han abandonado a los viejos dioses,. las ideas trascendentes de Dios y patria, unas ideas que guiaban la conducta individual pero no se metían en política, y las han reemplazado por un nuevo dios profundamente politizado: el dios del progreso social.

La fe en la justicia social ha llenado el vacío dejado por el cristianismo.

Muchos de los viejos dogmas cristianos se han transfigurado en nuevos preceptos progresistas. Para un número creciente de progresistas en todo el mundo, la política ya no es una búsqueda de soluciones prácticas, sino de problemas ideológicos, ocultos detrás de cualquier nimiedad….

La política ha dejado de ser la gestión pragmática de los asuntos públicos para transmutarse en una forma de ser que da sentido a la vida.

La política como religión.

Los progresistas también dan pues al César lo que es de Dios.

LA MUERTE DE LA PATRIA

El progresismo oficial hacía ya tiempo que había declarado muerta a la patria y excomulgado a todo político que intentara poner por delante los intereses de los nacionales. Este cosmopolitismo radical de las élites progresistas explica por qué tantos trabajadores y están abandonando los partidos de izquierdas en las democracias occidentales… Nuestra sociedades son cada día más abiertas y tolerantes, pero aumentan las diferencias entre lo que piensan los ciudadanos de a pie y las élites… El buen político y la buena política progresista deberían tener en cuenta estos datos en lugar de tratar de imponer su visión idealista del mundo

«Decálogo del buen ciudadano» 7. Cultiva las siete virtudes capitales: Coraje, templanza, prudencia, justicia, amor, fe y esperanza

SIN LÍMITES

En una sociedad hiperempoderada con la de hoy, el síndrome de hybris se ha democratizado. Los psicólogos hablan hoy del síndrome de hybris para referirse a los individuos que, desde posiciones de poder, exhiben comportamientos megalómanos y se dejan llevar por sus impulsos sin respetar las normas morales ni las convenciones sociales. Es el lado oscuro del poder. El poder desabrido nos hace peores personas… La ausencia de límites es más peligrosa que su presencia.

EXAMÍNATE

Recuerda que sois dos. Tú y ese ser que habita en tu pecho el espectador imparcial del que hablaba Adam Smith, el observador juicioso de tu vida al que se referían los filósofos estoicos. Uno de los más conocidos, Séneca, recomendaba que nos examinemos cada noche antes de ir a dormir …

La condición fundamental para progresar como personas es que sepamos simultanear nuestro papel de participante en el mundo con el de observador de nuestras acciones.

VIERTUDES ELOGIOSAS

David Brooks distingue dos tipos de cualidades sociales: las «virtudes curriculares» y las «virtudes elogiosas.» Las primeras son las virtudes públicas, aquellas que se miden con nuestro CV o el dinero de nuestras cuentas corrientes mientras las virtuosas son privadas y silenciosas: los aspectos de nuestro carácter que alaban nuestros amigos y allegados cundo no estamos presentes, como la humildad, el valor o la amabilidad. Las virtudes elogiosas son las que han permitido el desarrollo de la humanidad, impulsándonos a refrenas nuestras impulsos y contribuir al bien común. El problema es que el individualismo rampante de las últimas décadas ha propiciado que todos vivamos obsesionados por puntuar en las virtudes de currículum: notas altas, ascensos rápidos, admiración en las redes…

Las virtudes elogiosas que deberíamos cultivar son siete: coraje ( o fortaleza), templanza, prudencia, justicia, amor, fe y esperanza. Las cuatro primeras provienen de tiempos de Roma y son «virtudes paganas» pero no nos inspiran en el futuro. Para eso necesitamos las virtudes cristianas. La fe nos enraíza con el pasado; la esperanza, con el futuro; el amor, con los demás.

El mundo actual nos anima a dejarnos llevar por las deseo de conseguir gratificaciones inmediatas y las infinitas posibilidades de Internet han acentuado esta catatonia reptiliana. Nos desplazamos a la velocidad de la luz de una noticia a otra… Con este ritmo frenético, los usuarios perdemos capacidad de concentración y los productores de contenido, profundidad…

Los consumidores sufrimos el comportamiento adictivo de las ratas de laboratorio.

De forma parecida, las redes sociales nos dosifican con cuentagotas los refuerzos positivos. Cual ratas, quedamos atrapados en la dinámica de mirar constantemente posibles reacciones a las fotos y comentarios que hemos colgado… Nuestra sociedad nos invita al disfrute perpetuo, conduciéndonos así a la frustración eterna del adicto.

DECADENCIA

Lo que vivimos es algo propio de cualquier sociedad decadente… Igual que otras civilizaciones pasadas, hoy experimentamos una decadencia que puede durar años o siglos. Decadencia no quiere decir ruina, sino casi lo contrario. Los decadentes disfrutamos de una abundante prosperidad material, al tiempo que sobrellevamos un agotamiento social, psicológico y moral. ..Brillamos en campos concretos, de la biomedicina al software pero nos oxidamos en el discurrir cotidiano de la vida… Artística, cultural y políticamente nos hemos vuelto repetitivos.

SENECA Y LOS ANSIOLÍTICOS

Si no fuéramos tan arrogantes y realmente aplicáramos la mentalidad científica moderna de la que presumimos, lo lógico es que buscáramos inspiración en los pensadores que vivieron otras decadencias. Como los filósofos estoicos griegos que reflexionaron durante el derrumbe del mundo helénico y los estoicos romanos que dejaron bellas lecciones sobre cómo llevar una vida digna en los tiempos más indignos… Séneca ofrece la píldora más efectiva contra la cultura del consumo desaforado y la recompensa inmediata: practica la pobreza.

Haz lo que sea, pero no busques activamente el confort, sino la incomodidad. Este ejercicio sirve para darnos cuenta de que lo que consideramos imprescindibles no lo es. .. Como decía Séneca, cuando capturas un placer intenso, te conviertes en su cautivo.

Cada placer que aprisionamos es un amo más al que servir.

EL EQUILIBRIO VIRTUOSO

Ningún ordenamiento moral puede reducirse a una sola regla… Hay que equilibrar los siete valores capitales... Unas virtudes nos impelen a cambiar el mundo y otras a refrenarnos. Unas nos calientan, otras nos enfrían. Entre las que nos incitan a actuar está el coraje, que nos lleva a enfrentarnos a lo incorrecto a título individual y también la justicia, que nos impele a afrontar lo incorrecto de forma grupal..

Al mismo tiempo, debemos mantener un pie en los dos frenos virtuosos: la templanza para sosegar nuestro espíritu quijotesco y la prudencia para prestar atención a nuestros intereses personales y no únicamente a los sociales.

JUGARSE LA PIEL

El énfasis desmesurado en la prudencia es el boquete moral de la derecha neoliberal, porque, si solo sembramos prudencia, terminaremos recogiendo avaricia. Paralelamente el boquete moral de la izquierda es la falta de coraje, de valor para arriesgarse a nivel personal… esos intelectuales no se juegan la piel… y hemos construido tal maraña de gobiernos multinivel que no está claro quién es responsable de las decisiones.

ESPERANZA

El miedo permea nuestras vidas. Es la emoción más primaria.. Cualquier peligro disponible, por remoto que sea, nos altera. Y eso a menudo nos produce más ansiedad que beneficios. Por que hoy los peligros potenciales son infinitos… La sensación de miedo, ya se trate de ataques terroristas, epidemias o recesiones económicas, es el principal aliado de los líderes autoritarios. Cuando sentimos miedo, buscamos la protección de un líder fuerte… Nos dejamos llevar por el miedo.

El anverso del miedo es la esperanza. Ambas son reacciones a la incertidumbre, pero en direcciones opuestas…. Cuando reina la esperanza en una sociedad, es más fácil preservar la democracia de intentonas autoritarias. Y este ha sido, hasta ahora, el secreto de Estados Unidos… Para los fundadores de la república que eran devotos protestantes su esperanza venía de la fe en la Providencia; para los ateos y agnósticos, la esperanza derivaba de su creencia en otro ideal trascendente: la patria.

Un ideal trascendente, como Dios o la patria, da esperanza, pero también da fe y amor. La esperanza nos conecta al futuro: nos da luz… La fe nos conecta con el pasado: nos da identidad, el orgullo de pertenecer a una comunidad, religiosa o nacional. Y el amor nos conecta al presente: nos da la empatía, y sobre todo la simpatía, para relacionarnos con familiares, amigos y demás prójimos.

Así que activa ese minúsculo observador que llevas dentro, ese pequeño hombre que reside en tu pecho, esa pequeña exploradora que da tumbos por tu conciencia y pídele que audite tus virtudes. Que te ayude a reconocer las ocasiones en las que , cada día, puedes practicar el coraje, la templanza, la prudencia, la justicia, el amor, la fe y la esperanza. Cultiva las siete virtudes capitales.

«Decálogo del buen ciudadano» 8. Ponte en la cabeza de tu adversario

Una sociedad vigorosa necesita tanto el yin de la izquierda como el yang de la derecha. Una compañía exitosa requiere tanto emprendedores visionarios como gestores concienzudos que mantengan los pies de la organización sobre la tierra…. Un país monopolizado políticamente por la derecha degeneraría en un orden oxidado. Y uno controlado por la izquierda en un caos disoluto.

Nuestras sociedades funcionan bien cuando están compensadas, cuando mezclamos dosis de orden y otra de caos.

ORDEN CONTRA CAOS

Sin embargo, los polos del orden y el caos están hoy muy alejados. La izquierda y la derecha no se hablan, no se respetan, no se toleran… Cuando la gente era más religiosa o más patriótica en su vida privada, la política estaba calmadamente secularizada; pero a medida que las nuevas generaciones han abandonado los valores religiosos y patrióticos, han volcado su fervor religioso en la esfera política. Las ideologías políticas son muy convenientes porque externalizan el Mal. El pecado ya no está dentro de ti. El Mal es el rival político.

LA MALA EDUCACIÓN

Como demuestra el psicólogo Ariel Malka, quienes adoptan posturas más extremas no son los que han abandonado los estudios sino los votantes que poseen más «recursos cognitivos.» … Porque cuanto más informado estás, más hambre tienes de argumentos y datos que apoyen tus prejuicios políticos. Es el denominado «sesgo de confirmación.»

Los más educados tiene un hueco espiritual más profundo que rellenar.

Y quienes buscan saciar en la política su sed de sentido vital no pueden entender la disputa política de forma fría y racional, sino como un envite galáctico entre las fuerzas del bien y del mal.

El problema de nuestro tiempo no es la falta de información (nos sobra) ni de educación (nunca ha habido tanta agente que haya pasado por la universidad) sino de moral.

Las élites político-intelectuales han abandonado la cruz de la humildad y el autosacrificio y se han lanzado a una cruzada política. El objetivo es derrotar al rival político o incluso eliminarlo.

Las ideologías políticas se están solidificando. Se petrifican en tablas sagradas como los 10 mandamientos, con lo que el acuerdo entre simpatizantes de distintos partidos es cada día más difícil

UNOS PELDAÑOS DE SUPERIORIDAD

La creciente polarización supone un peligro para la democracia. Como exploran Steven Levitsky y Daniel Ziblatt… las democracias no solo descansan sobre las solemnes columnas de los textos y los tribunales, sino también sobre un invisible magma de convenciones informales, de reglas no escritas sobre cómo ciudadanos y políticos debemos comportarnos.

Para evitar que nuestras sociedades desciendan por el camino del autoritarismo, nuestros dirigentes políticos tiene que practicar dos preceptos morales básicos: la tolerancia y la autocontención.

Exige que respetes a tus adversarios, que consideres a los votantes del partido que menos te gustan tan patriotas, ajustados a la ley y decentes como tu mismo. ¿Lo haces? ¿Seguro? Si eres votante de un partido de izquierdas, ¿Crees realmente que las personas de derechas son tan buenas como tu? ¿No te sientes moralmente superior porque, para empezar, un progresista como tú se preocupa por el bienestar de los más necesitados mientras que la gente de derechas mira, sobre todo, por su propio interés? Confiesa…

PORRAS CONTRA ANCIANAS

En todo el mundo, progresistas y conservadores se van alejando. Y ya no son adversarios, sino enemigos. Y contra el enemigo cualquier medio es válido… España siegue siendo una democracia liberal. Sin embargo, hay signos de que estamos perdiendo los dos valores intangibles que, según Levistky y Ziblatt, sustentan la democracia. Primero, somos más intolerantes con los adversarios políticos, como muestra la actual polarización. Segundo, cuando alcanzan el poder, los políticos españoles no se autocontienen. Persiguen con celoso denuedo sus objetivos, forzando la ley.

LA PERSONA DENTRO DE TU PECHO

Para resucitar nuestras democracias debemos aflojar esos lazos tribales. Pero ¿Cómo podemos revertir la creciente intolerancia política que sufrimos en todo el mundo? ¿Cómo podemos abandonar ese «modo combate»? Marco Aurelio y el economista Adam Smith dedicaron mucho tiempo a reflexionar sobre el mejor sistema para facilitar el acercamiento entre individuos con opiniones dispares. .. Ambos proponían que cultivemos esa virtud de la simpatía mediante ejercicios de «adopción de perspectiva.»

La premisa es que contemplar las cosas desde fuera de nuestro cuerpo, como si las viéramos con los ojos de nuestro interlocutor, facilitará que nos entendamos con este.

EL PRINCIPIO DE CARIDAD

Debemos aplicar con los políticos que menos nos gustan el llamado «principio de caridad»: interpretarlos de entrada de la mejor manera posible…. Otra manera de ponerse en los zapatos del adversario es dialogar con él. Hablar con personas que comparten nuestro punto de vista no solo no nos enriquece sino que, según muchos estudios, nos vuelve más fanáticos.

Adoptar una perspectiva externa a nosotros no es necesariamente lo mismo que ser empáticos. Tomar la perspectiva de otra persona es ponerte en su cabeza, ser empático es colocarte en su corazón… Sin embargo, es la empatía y no la simpatía, la receta que hoy promueven los líderes políticos… Porque cuanto más empático eres, más sientes el tormento de los tuyos en comparación con el dolor de los otros. Siguiendo esta lógica, las personas más empáticas acaban teniendo opiniones más desfavorables de sus oponentes políticos que las menos empáticas.

Nuestro problema no es la falta, sino el exceso de empatía.

«Decálogo del buen ciudadano» 9. No te sientas víctima

La filosofía de Epícteto es un manual para alcanzar la paz y la tranquilidad estoica. El primer paso nos dice Epícteto, consiste en diferenciar entre dos tipos de cosas: A) Las que están «dentro de nuestro poder» y B) las que están «más allá de nuestro poder.»… El derroche de energías en lo que no podemos controlar es fuente de continua frustración, aunque objetivamente la vida nos sonría..

¿Qué es lo más importante es la vida? La respuesta automática es: salud, dinero y amor… Para los estoicos, no. Salud, dinero y amor es lo que te pasa en la vida, incontrolable por definición, y lo importante no es lo que ocurra a tu alrededor, sino cómo reaccionas frente a eso. Mucha gente intenta obtener satisfacción, fantaseando con la idea de que controla el mundo, pero Epícteto nos aconseja desviar nuestras energías a gobernar nuestro interior. Y alcanzaremos así lo que para los estoicos es la meta máxima en la vida: la ataraxia o imperturbabilidad, la capacidad para mantener la mente tranquila y serena en cualquier circunstancia.

La actitud estoica es la opuesta a las dos corrientes dominantes hoy: el optimismo naif que defiende que todo irá bien si le sonríes a la vida, y el victimismo infantil que te susurra permanentemente al oído que todo el mundo conspira contra ti. Ambas tendencias, aunque parezcan navegar en direcciones opuestas, beben del mismo manantial: el narcisismo arrogante de quien cree que el universo debe moldearse a su imagen y semejanza; y cuando esta adecuación a nuestras necesidades no se produce, como suele ser lo habitual, nos quejamos.

Vivimos inmersos en una cultura de la queja permanente.

Pocas filosofías cuentan con una lista más larga de pensadores que han sacrificado todo lo que tenían, incluida su vida, luchando contra tiranos. Sin embargo, precisamente por eso, los estoicos saben que uno debe elegir bien sus batallas, separando los asuntos de la categoría B, fuera de nuestro alcance (como que una persona nos insulte), de los de la categoría A (nuestra reacción frente a esos hechos).

¿Debemos ignorar las vejaciones? No, simplemente tenemos que volverlas contra el agresor: él quiere alterarnos, nosotros queremos mantener la calma y perturbarlo a él. En ocasiones, la mejor estrategia será denunciarlo. En otras, ignorarlo; la mayoría de las veces, ambas.

Por el contrario, intentar proteger a toda costa a los individuos de los insultos los puede hipersensibilizar en lugar de reforzarlos.

LA VÍCTIMA COMO HÉROE

En nuestra época nos consideramos víctimas a las primeras de cambio, a veces incluso por herencia... La diferencia entre el estoicismo de la generación que posibilitó la Transición en España y el victimismo de las posteriores es el narcicismo. El individualismo extremo en el que habitamos… La victimización debilita. Si les dices a unas personas que son víctimas, que no han podido elegir, les quitas fuerza. La victimización diluye los movimientos políticos que realmente quieren cambiar las cosas.

Giglioli contrapone la izquierda actual, entregada a las quejas de grupos que reclaman su identidad herida durante siglos, con la izquierda obrera tradicional. Esa era una izquierda que no decía «nosotros somos las víctimas» sino «no somos menos que otros» y por tanto tenemos derecho a reclamar nuestros derechos sociales y políticos.

La cultura de la víctima nos paraliza, nos hace inmaduros. No nos deja asumir nuestra responsabilidad.

Implica que son los otros, los agresores, quienes deben cambiar… Como apunta el científico social Arthur Brooks, una cosa es reconocer a las víctimas y otra promover la cultura de la victimización.

AMOR Y ODIO

La cultura de la victimización incita al odio… La victimización nos hace más egoístas. Sentirnos víctimas nos da una patente de corso para abandonar las convenciones morales y entregarnos sin remordimiento al egoísmo… Cuando todos somos víctimas, nadie puede ser considerado culpable de nada. Dejamos de ser responsables de nuestros malos actos porque, quien mas quien menos, todo el mundo carga con algún dolor insoportable … Es el razonamiento que parece haberse impuesto hoy.

LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL

El narcicismo de nuestra época socava un pilar fundamental de las sociedades modernas: la responsabilidad individual de los ciudadanos.

Es un concepto que originalmente deriva del dios de la Era Axial: todos somos iguales ante Dios… El narcicismo actual, la cultura del yo desatado y endiosado, debilita este sentido de la responsabilidad que nuestros antepasados fraguaron trabajosamente.. Es en este punto, en la casilla del tablero donde todos nos hemos convertido en víctimas y ninguno desea ser responsable de sus actos, cuando entran en juego los emprendedores políticos del victimismo…. la mejor receta contra esos chamanes es recuperar para nosotros mismos el concepto de responsabilidad individual… no es un concepto reaccionario.

Si acaso, todo lo contrario: existe una relación clara entre el sentido de la responsabilidad y las políticas progresistas. Aquellos países donde las personas, y no el Estado, son las responsables fundamentales de su bienestar… tienen políticas sociales más generosas que aquellas sociedades como España o Italia, donde la gente espera que las administraciones les garanticen el bienestar material. Esta es la paradoja de los Estados solidarios: su éxito depende de que la sociedad no espere que el Estado les proporcione bienestar; sino que sean los propios ciudadanos quienes lo intenten por sí mismos. El estado ayuda pero, de entrada, el responsable eres tú.

LA RESPONSABILIDAD LÍQUIDA

Por un lado, tenemos una élite de izquierdas hipócrita con la desigualdad. Por el otro, una de derechas negligente. La frase que epitomiza esa actitud la pronunció el exvicepresidente del Gobierno español Rodrigo Rato al justificar su gestión al frente de Bankia: «Esto es un saqueo? No, es el mercado, amigo»

La causa profunda de esta trasmutación política se encuentra en la decisión de los ideólogos de derechas de ir aparcando una premisa central de la filosofía liberal-conservadora clásica: que el concepto de ciudadanía viene acompañado de responsabilidades económicas. Que los ricos son, al menos parcialmente, responsables de la pobreza existente en su sociedad.

Hoy por el contrario, intelectuales y políticos de derechas extienden sus patentes de corso para los comportamientos más egoístas. Mientras los empresarios sigan financiando sus think tanks y sus campañas, que hagan lo que quieran…. Hoy economistas y políticos perdonan los excesos de los capitalistas si, a cambio, financian sus chiringuitos.

interrogación

«Decálogo del buen ciudadano» 10. Abraza la incertidumbre

LECCIONES DE LA PESTE

Ante una crisis tan densa y con tantas aristas [coronavirus] capaz de dañar todos los aspectos de nuestra vida … urge revitalizar la filosofía y la literatura clásicas. Los textos antiguos son fuente de conocimiento eterno… Si generaciones muy diversas en contextos muy distintos no han quemado ese libro, sino que lo han traducido, leído y cuidado, es porque de alguna manera les ha sido útil…

Más entrenados en lidiar con calamidades, los literatos y filósofos clásicos nos pueden ofrecer mensajes útiles para nuestro tiempo, El principal es la asunción vital compartida por todos los pensadores estoicos, ya fueran los paganos como Epicteto en la Roma del siglo I o los cristianos como Adam Smith en las Escocia del siglo XVIII, de que somos actores en un guión escrito por otros y, precisamente por eso, debemos luchar.

En la cultura contemporánea partimos de la premisa exactamente opuesta: nosotros escribimos nuestro propio destino.

Y esa ficción funciona cuando navegamos en una mar calmada, confiados en que podemos arribar a cualquier puerto que deseemos; pero nos paraliza cuando se agitan las aguas.

Hoy nos obsesionamos por tenerlo todo amarrado…

Entender que la vida es inherentemente incierta, que estamos aquí de prestado, nos da fuerzas. Nos libera del gigantesco peso de programar nuestro futuro y luego frustrarnos porque inevitablemente la vida no saciará nuestras expectativas…

Abrazar la incertidumbre de la vida nos quita ese peso y nos hace valientes.

SI DIOS QUIERE

Cuando me despedía de mis abuelas siempre me respondían «si Dios quiere»… a mí me molestaba oír esa petición de permiso a la Providencia, ese miedo por anticipado, esa sumisión del individuo a un ser supremo…. Si de verdad hubiera aplicado la mentalidad científica de la que hacía gala, debería haber visto la evidencia empírica que contradecía ni prejuicio sobre el «si Dios quiere»: si una expresión sobrevive centenares de años, superando tiempos de abundancia y carestía, de guerra y paz, de libertad y opresión, es porque cumplen una utilidad social…

Solo ahora puedo intuir el beneficio de la creencia en una voluntad divina dirigiendo los hilos de nuestra vida, escribiendo nuestro sino con reglones torcidos, indescifrables. De nuevo, no me refiero al dios concreto de una denominación religiosa sino a Dios como idea de trascendencia impersonal, abstracta.

PLEGARIA DE LA SERENIDAD

La existencia de un dios, entendido cono ideal trascendente y no cognoscible cuyos designios son inescrutables, ha ayudado históricamente a la humanidad a refrenar esa obsesión por la categoría B, por los ángulos de la vida que no podemos dominar. Si dejamos lo imponderables en manos de una entidad externa (Fortuna, el Destino, la Providencia, Dios) nos liberamos del enorme peso de asumir toda la responsabilidad sobre temas que no dependen exclusivamente de nosotros… nos permite ser más productivos y aglutinar nuestros esfuerzos en la categoría A, en mejorar como personas (física, intelectual o emocionalmente) y ser más virtuosos.

A primera vista, parece que aceptando a ese dios perdemos autonomía personal.. No, porque ese dios –entendido como incertidumbre sistemática– nos ayuda a internalizar las metas de la vida cotidiana… Cuando jugamos un partido de tenis, baloncesto o fútbol, es fácil que nuestro objetivo inicial sea ganar el encuentro… En el juego, como en cualquier eventualidad de la vida, obtenemos los mejores frutos cuando internalizamos la meta: EN LUGAR de lo externo (ganar el partido) centrémonos en lo interno (jugar al máximo de nuestras capacidades).

La necesidad de poner el foco en lo interno en lugar de en lo externo está recogida en la plegaria de la serenidad, atribuida al teólogo Reinhold Niebuhr: «Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia.»

ENTRE CALÍGULA Y NERÓN

Aunque ciertas religiones ayuden, no es imprescindible ser creyente para internalizar las metas. Cualquier agnóstico o ateo puede rezar la plegaria de la serenidad a su modo. De hecho uno de los mejores argumentos para internalizar objetivos no es religioso sino pagano, Lo formuló Séneca… exiliado en Córcega, malviviendo en la pobreza, forzado a suicidarse… Cuando le preguntaban cómo podía sobrevivir un acaudalado patricio romano en semejante estado de depauperación, él contestaba que «es la mente la que nos hace ricos. La mente no nos deja. Se va al exilio con nosotros. Y, en el más salvaje de los mundo, siempre que nuestro cuerpo subsista, aun con los alimentos más precarios, la mente rebosará en el disfrute de sus propios bienes.»

TRASCENDENCIA Y PRAGMATISMO

El mensaje central de este libro es aspira a algo trascendente (un dios o una patria) en lo personal, pero actúa de forma pragmática (al César lo que es del César) y no te dejes llevar por fundamentalismos. Nuestros objetivos deben ser trascendentes. Nuestros instrumentos, pragmáticos.

No me interesa la sustancia dogmática de las religiones. No entro a valorar el contenido de ese ideal trascendente, de dios o la patrias, sino su función social… un dios o una patria que nos empuja a sacrificarnos individualmente y representa un proyecto más grande que nosotros mismos.

SUBIENDO POR EL CONGO

… por el río Congo subía a finales del siglo XIX Charles Marlow, protagonista de El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad. Marlow atraviesa mil peligros en busca del misterioso Kurtz… Conrad no creía en Dios pero, como apunta John Gray, representaba un tipo peculiar de ateísmo. Un ateísmo que encaja con el dios trascendente e impersonal de este libro. El ateísmo del marinero que, aun atrapado entre olas gigantescas en la inmensidad del océano, sigue luchando.

El ateísmo del ser humano que abraza la incertidumbre.

ATERRIZA LOS MIEDOS

… estas reglas aspiran a hacer más accesible los dos objetivos de la filosofía clásica, por no decir universal: la virtud y la felicidad

Dudar es sano, pero piensa si lo que te impide aplicar la norma es el saludable escepticismo de la duda o el insalubre del miedo. El miedo es el principal obstáculo para poner en práctica cualquier norma ética.

Para vencerlo propongo dos pautas: La primera es; aterriza los miedos. Ante cualquier disyuntiva, plantéate: ¿qué es lo peor que puede pasarme en términos lo más concretos posibles?… La segunda pauta es método 10-10-10. Cuando se te presenten distintas alternativas, piensa en las consecuencias que tendría cada una de ellas a 10 minutos vista, en 10 meses y en 10 años.

EL VIRUS Y EL SÉPTIMO SELLO

En 2020 otro virus nos situó a todos de golpe frente al espejo de nuestra vulnerabilidad…Ejercitamos todos nuestros músculos, menos los que nos preparan para el combate final con la muerte. No para ganarlo, porque eso es imposible como nos enseña el caballero que juega al ajedrez con la muerte en El séptimo sello de Ingmar Bergman. Pero sí para aceptar la inevitabilidad del desenlace y retar sin miedo a «tan gran señora.» Espero que las 10 reglas de este libro te ayuden a prepararte para esa partida.

LA ARMADA VULNERABLE

La vulnerabilidad es el camino al atrevimiento. Recuerda un episodio de tu vida en el que has sido osado… No sabías qué iba suceder y esa incertidumbre no te paralizó, sino que te animó.

Aceptar, abrazar esa incertidumbre, es esencial para un individuo, pero también para la sociedad…

Necesitamos como sociedades aceptar la incertidumbre.

No pensar que nuestro país es una armada invencible, sino todo lo contrario: una armada vulnerable.

DIOS, EL ATLETA

… las dificultades [COVID-19] tienen un lado positivo. Sirven para mostrar de qué estamos hechos, como han repetido también los filósofos estoicos, desde Epícteto en el siglo I a Jordan Peterson en el XXI. Cuando sufres una adversidad, Dios (la Fortuna o como quieras denominar al flujo inescrutable de nuestras existencias) te está colocando delante un atleta fiero, con quien luchas y te pones mentalmente en forma. Un infortunio, como recordaría Séneca, es un «mero entretenimiento» que te exige y te cansa, pero a la vez te vuelve espiritualmente más fuerte...

No le pidas a la Providencia, la Pachamama o como la llames, que la vida colme tus deseos, a pesar de que esa sea la recomendación estrella de nuestro tiempo. Es lo que nos aconsejan los coaches, psicólogos posmodernos y líderes políticos, económicos y culturales: «Haz lo que te gusta, no lo que tienes que hacer. Sigue tus deseos, no las obligaciones que otros quieren imponerte.»

Cumplir nuestros deseos nos vuelve insaciables

Los estoicos, en contra de la visión que se tiene de ellos, recomendaban el disfrute de los placeres de la vida. Simplemente, no tenemos que programar nuestra vida para intentar gozarlos. No deben ser nuestro objetivo. Llegarán como efecto colateral de una vida virtuosa.

PAZ ANTE LA TEMPESTAD

Esa debe ser nuestra meta. La persecución de la virtud conllevará momentos de sufrimiento, pero incluso en esos instantes difíciles podemos alcanzar la tranquilidad, porque nada nos producirá más paz que cumplir nuestro deber. Esta máxima nos guiará cuando afrontemos cualquier duda de la vida, cuando exploremos territorios desconocidos, cuando, como el protagonista de una novela de Conrad, nos hallemos solos en el mar luchando contra la tempestad.

Así que abraza la incertidumbre.

Entrevista con Victor Lapuente (Diario de Sevilla, 15-01-21)