Generación Z – Características y cómo entenderles
Las características de la generación Z demuestran una vez más que la diferencia generacional sigue existiendo y siguen planteando retos a padres y madres pero también a los jóvenes que buscan su lugar en el mundo. Llegar a entenderles supone ya todo un triunfo si conseguimos disminuir esa brecha generacional, ayudarles en su desarrollo personal y mejorar nuestras relaciones afectivas y de todo tipo.
Siempre se ha dicho que los jóvenes de todos los tiempos han sido inconformistas, rebeldes, luchadores, idealistas y así siguen siendo pero cada juventud vive en un momento histórico único. Por eso las diferencias generacionales las marcan los periodos históricos y circunstancias sociales en las estos jóvenes crecen.
Pasemos a delimitar las últimas generaciones en primer lugar para situarnos. Según los expertos, las generaciones vivas actuales se han dividido en los siguientes seis grupos principales:
- La generación mayor (Nacieron entre 1901 y 1927).
- La generación silenciosa (Nacidos entre 1928 y 1945).
- Baby boomers (Nacidos entre 1945-1965).
- Generación X (Nacidos entre 1965 y 1980).
- Millennials (Nacidos entre 1981 y 1996.
- Generación Z (zoomers) (Nacidos entre 1996 y 2012).
La brecha generacional
Una brecha generacional consiste en diferentes creencias sobre política, religión, sociedad, cultura pop, que existen entre diferentes generaciones. Estas creencias están moldeadas por el estado del mundo en el que crecieron los individuos de cada generación. El término «brecha generacional» se utilizó por primera vez en la década de 1960. En ese momento, los baby boomers, nacidos entre 1946 y 1964, se estaban alejando de sus padres en sus creencias y opiniones. Siempre habrá diferentes entre las generaciones, simplemente porque las personas nacen en diferentes épocas.
Del mismo modo, el mundo y la sociedad están en constante cambio, lo que inadvertidamente cambiará la percepción de los individuos según el período en el que crecieron. Los estudios también muestran que las diferencias entre las generaciones son mínimas y se analizan casi «en tiempo real», es decir, mientras los participantes se están construyendo como personas, en pleno cambio y evolución.
También es cierto que actualmente las herramientas que tradicionalmente servían para estudiar los cambios o diferencias entre generaciones pueden resultar obsoletos. Por tanto se impone una nueva visión desde otras perspectivas adicionales que no solo tengan en cuenta la edad, sino también factores socioeconómicos, geográficos, así como por la incorporación y uso que hacen de la tecnología. Por ejemplo, en algunos casos, los considerados inmigrantes digitales (los nacidos en los años 60 y 70) puedan compartir hábitos tecnológicos que les acercan más a las generaciones posteriores, llegando a identificarse mejor que con personas de su misma edad.
Entre las características de la generación Z sin duda destaca una: es la primera generación nacida íntegramente en la última revolución digital y tecnológica. Son los primeros nativos digitales.
A l@s que somos de generaciones anteriores nos puede chocar bastante ver un grupo de jóvenes que parece haber quedado solo para mirar cada uno/a su propio móvil. No entendemos qué hacen mirando sus móviles sentados uno al lado de otro sin apenas hablar. Nos desconcierta, pero realmente no sabemos qué están haciendo o viendo en sus móviles y que les absorbe tanto como para dedicar el tiempo que están con sus amigos.
Nos sorprendería ver que pueden estar quedando con amigos en un doble nivel presencial y digital. Es decir, están con unos amigos sentados en el banco pero al mismo tiempo están conversando con otros que están en un grupo de whastapp o comprobando estados o publicaciones en Instagram de otros/as que tampoco están presentes. Su vida social es sin duda mucho más diversa y extensa que la que tuvimos en nuestra adolescencia por mucho que nos parezca lo contrario a simple vista.
Los que nacimos a partir de los 1965 sólo teníamos una posible vida social, la de salir a la calle o al bar o discoteca en persona. Había otras formas, muchos más pobres de comunicarnos con las amistades y era a través de la lenta correspondencia por carta y más tarde por email y teléfono móvil. Poco más. Nuestros mundos también eran más «pequeños» y alejados entre sí. Las noticias de los cantantes o actores/actrices que nos gustaban nos llegaban con cuentagotas y semanalmente en revistas o programas de la televisión.
¿Quién no hubiera deseado tener foto o reseña de lo que hacía su ídolo en el mismo momento como hoy lo tienen con twitter o instagram!? Yo estoy segura de que también habría estado «enganchada» a más de un perfil o cuenta de redes sociales con millones de seguidores.
¿Quiénes son los zoomers y qué es Generación z?
En nuestro país hay ahora mismo 7.800.000 zoomers a los que no estamos sabiendo acompañar, y mucha de esta falta de acompañamiento pasa por pensar que su realidad vale menos que la nuestra. Además, el entorno virtual, nos guste más o menos, ha llegado para quedarse. Así que quizá sea interesante poner un poquito en pausa esa nostalgia y responsabilizarnos sobre la necesidad de tender puentes intergeneracionales.
Los expertos difieren en sus delimitaciones generacionales según los factores que se tienen en cuenta para asociar a una población con una generación u otra (edad, hábitos, opiniones, etc.) pero la mayoría habla de la generación z como aquella a la que pertenecen personas nacidas aproximadamente entre 1995 y 2005. Algunos estudios extienden un poco más esta generación hasta 2010.
Según muchos estudios el impacto de la crisis económica y la recesión han tenido mucho que ver en las diferencias entre ambas generaciones, provocando que la Generación Z cambie su percepción de
los productos y servicios y que le den más valor a la experiencia que a la posesión de un producto en sí mismo.
De los estudios realizados entre los jóvenes españoles se desprenden conclusiones similares. Del informe “Generación Z: el último salto generacional,” elaborado conjuntamente por Deusto Business School y ATREVIA a través de entrevistas realizadas a jóvenes pertenecientes a la Generación Z española, se evidencia que la crisis económica ha marcado su visón del mundo al haber nacido y crecido inmersos en ella. Por otro lado, The Economist realizó un reportaje que tituló ‘La generación
cuesta arriba’ (Generation Uphill) donde se definía a la generación Z como la mejor preparada pero cuyo talento estaba siendo más desperdiciado.
Características de la Generación Z
La característica fundamental de esta generación es que es la primera generación completamente nativa digitalmente hablando. Es decir, han nacido con una tablet y un smartphone debajo del brazo y por tanto sus vidas ya están marcadas por Internet como si fuera parte de su ADN.
Algo que caracteriza a los jóvenes zoomers frente a los millenials especialmente es que pasan más horas diarias frente a la consola o tableta.
- Inmediatez: Quieren obtener todo rápidamente, algo propiciado por esa inmediatez que supone Internet y a la que están acostumbrados desde la niñez.
- Su estilo de vida y su personalidad está marcada por los youtubers que siguen.
- Multitarea: Son capaces de hacer varias cosas a la vez aunque su tiempo de atención es más breve que el de generaciones anteriores.
- Son más independientes y pragmáticos.
- Muestran un mayor compromiso social y con el medio ambiente.
- Son consumidores exigentes, probablemente porque han nacido entre una oferta mucho más variada que les permite elegir lo mejor entre diferentes opciones.
- Dominan las tecnologías pero eso hace que descuiden o tengan menos habilidades para las relaciones interpersonales directas.
- Ocuparán puestos de trabajo en el futuro que hoy en día aún no existen.
- Se adaptan con facilidad a nuevos contextos y son más resilientes que la generación anterior.
- Gracias a su exposición a estímulos externos y digitales muestran una mayor creatividad y tienen a ser autodidactas.
La Era «líquida» de los Zoomers
El filósofo Zygmunt Bauman describe habla de una época “líquida” en la que se desarrolla una generación capaz de desligarse de los modelos, pautas, arquetipos y estructuras. Esta generación es la más diversa a la hora de crear su propia horma para tomar sus propias decisiones y diseñar su propio carácter y estilo de vida. Todo esto se traduce en miedo al compromiso, en la búsqueda permanente de nuevas experiencias, en la volatilidad en el trabajo, en la capacidad (y necesidad) de reinventarse una y mil veces o en un consumismo basado en la renovación constante.
Todo es líquido, todo es efímero, nada es fijo o duradero. Todo es desechable, o casi todo.
El trabajo de Zygmunt Bauman se caracterizó por su crítica a la vida moderna afirmando que “las redes sociales no enseñan a dialogar porque es fácil evitar la controversia. Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de
confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa” (Bauman, 2016, s.p.).
La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, y la inteligencia humana no puede competir con ella. Internet propicia el acceso a mucha información de forma rápida, lo que favorece la multitarea. Manejar al minuto (o segundo) tantos estímulos puede provocar la pérdida de profundización y reflexión en el procesamiento de la información, en un contexto actual en el que, como hablaremos más adelante, la desinformación, el posicionamiento de una información u otra en la web, y las burbujas informativas forman parte de un entorno virtual que favorece determinados intereses.
«La inmediatez es algo a lo que me he acostumbrado. Cuando las cosas no funcionan rápido me pongo nerviosa, estoy acostumbrada a poder comprar algo y que llegue al día siguiente o a encontrar la canción que quiero, aunque no sepa el título, en pocos segundos. Cuando aprendo cosas a través de YouTube aumento la velocidad de reproducción para que se acabe antes el vídeo.» M., 18 años.
¿Cómo acercarnos a la generación Z?
«A los adultos nos preocupa que nos tachen de personas torpes en la era digital y, a la vez, nos venden el entorno virtual como un mundo lleno de peligros y narcisismo. Esto no ayuda a que nos acerquemos al mundo de la generación Z, provocando la llamada «orfandad digital», o, lo que es lo mismo, que no nos involucremos en el acercamiento de los y las menores al universo online dejándolos huérfanos y huérfanas digitales y haciendo que se vean en la obligación de averiguar en solitario el buen uso de las redes… Tenemos que acompañarles a poner una mirada ética y de cuidados y explicarle las implicaciones de sus acciones.»
Los adultos debemos cuidar la actitud con la que nos acercamos a este universo posmilenial desde el respeto por sus realidades y su contexto. Por ejemplo, la música que a ellos/as les gusta puede no gustarnos pero eso no nos da licencia para referirnos a las cosas que les gustan con un tono despectivo. Con frecuencia nuestra opinión cambia si nos acercamos con curiosidad para conocer mejor su mundo y lo que les gusta y así acercarnos con otra mirada más comprensiva y afectiva.
Huérfanos frente a nativos digitales de la generación Z
Muchos adultos y educadores tienden a tener una mirada hacia las nuevas tecnologías que ha sido una mirada pesimista y catastrófica, siendo uno de los ejes principales de las investigaciones sobre Internet el estudio sobre los riesgos y los problemas que acarrean. Esta perspectiva cala en la sociedad (familias, profesorado, ciudadanía…), y hace que vivamos «este mundo» como algo inhóspito, lejano, un espacio inseguro, incontrolable y lleno de agresiones.
Desgraciadamente ello provoca que la generación Z y Alpha vivan en soledad el manejo de lo tecnológico y tengan que autogestionar la información que reciben, lo que da lugar a la orfandad digital. Por tanto es fundamental que los adultos tomemos las riendas de lo tecnológico para también ahí orientarles en el uso correcto de toda esa tecnología al servicio de nuestras manos. Si es preciso tendremos que ponernos las pilas y aprender todo lo que podamos sobre ellas.
Como afirma Isa Duque Isa Duque en su libro «Acercarse a la generación Z,» los adultos tendemos a minusvalorar a generaciones más jóvenes e inexpertas por el mero hecho de serlo. «El «adultismo» o «adultocentrismo» es el conjunto de una serie de conductas, actitudes y creencias basadas en la diferencia de poder derivada de la edad, que conducen a la discriminación, opresión y la desvalorización de la niñez y la juventud. Es una forma de la opresión experimentada por niños, niñas y jóvenes por parte de las personas de más edad y los sistemas que estas crean, en función de sus intereses y necesidades.
La generación z – Superando la juvenofobia
«¿Hasta qué punto se ha creado, a través de titulares sensacionalistas sobre los comportamientos de los y las jóvenes, un imaginario que los demoniza por completo y que nada tiene que ver con lo que nos muestran los datos empíricos? Sí, la juvenofobia existe y debemos derribarla. La juvenofobia se encontraría dentro del adultismo y se centraría en el odio o rechazo a la juventud actual. Hemos podido ver esta demonización de la juventud que existe en nuestra sociedad, por ejemplo, en la difusión masiva de mensajes y vídeos que señalaban a la población joven como causante de la propagación de la COVID- 19.
La juvenofobia viene de muy atrás, de los propios clásicos y no tan clásicos. Aristóteles ya decía lo siguiente: «Los jóvenes de hoy en día no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral». Y es cierto, pero no es por su culpa, simplemente están madurando y creciendo aún por lo tanto siguen necesitando la ayuda de los adultos en su transformación de crisálida a hermosa mariposa.
Para que podamos reconciliarnos con la adolescencia y con nuestro yo adolescente para así comprender a los adolescentes de un modo más positivo necesitamos reconectar con esa parte de nosotros. Un ejercicio que propone Isa Duque es tomar una foto tuya de adolescente y traer a tu mente a tu yo adolescente. Pon atención a qué ropa llevabas, cuáles eran tus prendas preferidas y qué tipo de moda te definía.
Recuerda si esa ropa tenía que ver con algún «estilo urbano» y qué opinabas de la gente de otros estilos que nada tenían que ver con el tuyo. Intenta recordar también cómo te sentías con las personas que considerabas que eran como tú. Recuerda qué música te gustaba, qué grupo o grupos eran tus preferidos y qué discos eran esos que te sabías de memoria. ¿Quién era tu artista o deportista preferido o preferida? ¿Tenías fotos, pósteres o algo de tu ídolo colgados en la habitación?
Según reconocen los propios zoomers ahora se enamoran más profunda y rápidamente que antes entre otras razones por que ahora antes de quedar hablan mucho por Instagram de cosas que a la cara cuestan más tiempo. Se abren mucho y conocen muchas cosas de la otra persona pudiendo conectar de una forma muy especial.
La seguridad en las redes
Los cuidados digitales ponen el énfasis en el cuidado personal y colectivo en el entorno digital, y, para implementarlos en tu rutina, sería interesante que te sentaras con esa persona joven que tienes cerca y le preguntes cómo se relaciona con cada una de sus redes sociales y qué trucos conoce para sentirse más segura en ellas. En general, cuando nos descargamos una app, esta aparece con una configuración predeterminada con todas las opciones de privacidad abiertas.
Es necesario que nos pasemos por la pestaña de «ajustes» para adecuar nuestro perfil según nuestros intereses y para conocer todas las funciones de seguridad.
La industria tecnológica de comunicación, apps y redes sociales no esconde ya sus prácticas para conseguir que l@s usuari@s pasemos el mayor tiempo posible en nuestras aplicaciones, en nuestros smartphones. Así se refuerza nuestro sistema dopaminérgico de recompensa a través de notificaciones que aparecen en nuestros teléfonos inteligentes o, por ejemplo, que Youtube o Netflix estén programados para que cuando termina un vídeo o capítulo automáticamente se reproduzca el siguiente, no son cuestiones baladíes.
Pero… ¿Cuándo es un uso razonable y cuándo es abuso?, ¿Cuándo este uso se convierte en adicción? Quizá de vez en cuando nos tendríamos que parar y preguntarnos: ¿esta red social me está haciendo bien? ¿Soy capaz de controlar el número de horas que paso en ella? ¿Me sienta bien ver las publicaciones de ciertas personas o mejor silencio mis aplicaciones durante un tiempo? ¿Siento que tengo el timón de mis redes sociales o que ellas me dirigen a mí?…
Como adultos podemos ayudar a nuestros zoomer preguntandoles cómo practican el autocuidado en los espacios online. Por ejemplo, le puedes preguntar sobre la privacidad de sus cuentas (si las tiene abiertas o privadas), si sabe quién ve su contenido, si se controla de alguna manera el tiempo que pasa en cada aplicación (si no lo controlas tú, padre o madre) y si activa los límites de tiempo de uso.
Le puedes pedir que te enseñe los filtros que más utiliza y qué suele hacer su grupo de colegas cuando reciben comentarios o solicitudes de mensajes de personas que no desean. Le puedes preguntar también si a veces sienten que las redes sociales los «controlan» más que a la inversa, y qué hacen cuando una app o determinados perfiles no le están haciendo bien. También le puedes preguntar si tiene cuentas secundarias, si usa la opción de «Mejores amigos» de Instagram, etc.
Según Isa Duque, para ser capaces de diferenciar entre un uso abusivo y un uso adictivo debemos valorar diferentes factores: la edad, el tiempo de navegación en las TRIC (si, por ejemplo, tiene que ver o no con un uso asociado al trabajo o estudio) y cómo influyen en sus actividades en el día a día, en sus responsabilidades, su descanso y con el entorno.
La dificultad para descansar, la irritabilidad y la irascibilidad pueden ser indicadores de que se está pasando de un grado a otro de dependencia.
La dictadura de la imagen
En esta era donde predomina el discurso constante de la búsqueda de la felicidad y el placer entre jóvenes y adultos. Todo el mundo posturea, no solo los jóvenes. Nos encanta mostrar la fachada maravillosa de nuestras vidas y ocultar esos días en los que nos sentimos tristes, inútiles, insatisfechos o frdutrados/as. Para los jóvenes una foto en Instagram o tiktok representa quienes son y qué les define. Por eso pueden pasar mucho tiempo retocando la foto, poniendo filtros o grabando el mismo tiktok hasta que sale bien.
Es también lo que se denomina deseabilidad social. Todas las personas queremos sentir que somos deseables socialmente. Sin duda hay momentos en los que esto se acentúe más como es en la adolescencia. Esto es mucho más importante en esta época en la que el grupo de iguales ejerce un poder increíble pues los jóvenes sienten la necesidad de aceptación e identificación del grupo.
La dictadura de la imagen siempre ha existido pero ahora con las redes sociales está aún más presente en nuestras vidas, durante más tiempo (estamos pegados/as todo el día al móvil), con más diversidad de formas y con mucho más poder sobre nuestras identidades. Por ejemplo, estar conectados a perfiles 24/7 de personajes famosos, y estar pendientes de representaciones de vidas y personas que no tienen que ver con nuestra realidad activa inconscientemente procesos de comparación social que nos llevan a la frustración y que puede afectar a nuestra autoestima o amor propio perjudicando así a nuestra salud mental.
Compararnos con unos ideales de belleza inalcanzables y no encajar con la «supuesta norma» provocará un gran malestar general e insatisfacción lo que con frecuencia se traduce en compensar estos complejos comprando productos o gastando dinero que nos vendan un «mejor cuerpo» o «un pelo más parecido al de X.» Por ello es tan necesario recordar a nuestros zoomers que si están visitando perfiles que les crean este tipo de presiones o sentimientos, lo mejor que pueden hacer por ellos mismos/as es silenciarles o dejar de seguirles.
Es preciso animarles a que de vez en cuando paren un segundo a pensar qué contenido del que visualizan les está perjudicando y qué cuentas con personas «más reales» les pueden hacer sentir mejor.
La educación para el siglo XXI
Las generaciones Z y Alpha no necesitan una educación al estilo de la tradicional que tuvimos los de generaciones anteriores. Por ejemplo, en el mundo digital no tiene sentido memorizar tanto pero sí es mucho más necesario desarrollar el espíritu crítico y reflexivo para discernir la información relevante y veraz en la ingente cantidad de información que les llega por medios digitales.
NECESITAN que los ayudemos a descubrir su talento más allá de la inteligencia lógico-matemática y la lingüística porque necesitan ser creativos en un mundo que cambia de forma exponencial. y donde van a tener que competir laboralmente con inteligencias artificiales. Necesitan pensamiento crítico y motivación para encontrar sus propósitos en la vida y en el día a día. Y, sobre todo, necesitan mucho autoconocimiento de sus luces, sus sombras, sus vulnerabilidades y sus fortalezas.
Salud mental y emocional – Autoconocimiento y autpoamabilidad
De nuevo Isa Duque nos propone un ejercicio de autoconcepto válidos para padres, madres y jóvenes. Para hacer el ejercicio será necesario un folio dividido en cuatro partes. De forma individual, rellenaremos cada sección con: Lo que me gusta de mi cuerpo. Lo que me gusta de mi forma de ser. Habilidades que creo que tengo. Lo que creo que aporto a la gente de mi alrededor, a la comunidad. El ejercicio se puede ir complementando conforme vamos (o van) descubriendo más fortalezas. Sería interesante que el folio en el que se realice lo dejáramos en un sitio accesible o a la vista para cada vez integrarlo más en nuestro autoconcepto.
La sociedad actual está provocando unas tasas altas de perfeccionismo nos llevan a construir un «ideal del yo» muy alto. Y cuanta más distancia hay entre el «yo real» y el «yo ideal», peor es nuestra salud mental. El perfeccionismo se relaciona con la depresión, la ansiedad, la anorexia y los pensamientos suicidas. Quizá nuestra labor sea, frente al capitalismo despiadado y extractivista que impera, entre otros aspectos, enseñar la importancia de la compasión frente a la competencia.
La autoamabilidad es importante y necesaria en momentos de sufrimiento personal especialmente consistiría en tratarse a una misma con gentileza, reconocer las propias luchas como parte compartida de la experiencia humana y sostener los pensamientos y los sentimientos dolorosos en una atención consciente.
Por ejemplo, en vez de animar a un zoomer a luchar contra un pensamiento o hacer como si este no existiera, lo mejor sería acompañarlo a analizar sus sentimientos sin apegarse a ellos (dando un espacio consciente al pensamiento e incluso verbalizándolo en alto) y que pueda comprender que, seguramente, eso que siente le pase también a muchas otras personas de su entorno y que debemos tratarnos con cariño en vez de castigarnos por sentir lo que sentimos.
EJERCICIO: El ejercicio consiste en invitarle a que escriba o plasme un pensamiento que tenga sobre él o ella que le provoque sufrimiento y que represente en un diálogo interno qué le provoca ese pensamiento, incluyendo lo que diría su parte más «machacona». Podemos pedirle que no pelee contra ese pensamiento e invitarle a reflexionar (sin ahondar mucho) si cree que es un pensamiento que tienen muchas personas y preguntarle qué le respondería su mejor amigo o amiga si le dijera que tiene ese pensamiento.
De alguna forma, la idea sería acompañar a la generación Z a que entiendan que nos han enseñado a ser nuestro propio enemigo muchas veces, pero que podemos desaprenderlo y aprender a tener a nuestro mejor amigo dentro de nosotros y nosotras. Seguramente esta pueda ser una de las claves más potentes para la vida en general. De los adolescentes, y de los que ya no somos tan adolescentes.
Educando en el bienestar y ciudadanía digital de nuestros zoomers
No existen recetas mágicas sobre cómo acompañar en un buen uso de las TRIC a los y las zoomers y alphas digitales. Pero sí sabemos que esto es un proceso que se tiene que dar desde que nacen, que no se trata tanto de controlar, juzgar o censurar, sino de facilitar herramientas tendiendo puentes de comunicación y participación activa que debe tener como objetivo que realicen un uso adecuado y responsable de las redes y tecnología favoreciendo su autonomía.
Isa Duque nos propone desarrollar un Plan de Pedagogía Familiar en los Cuidados Digitales que trataría algunas de las siguientes cuestiones:
- «Evita criminalizar las redes sociales que utilicen. Las redes representan su mundo y a ninguno nos gusta que critiquen nuestro mundo, y menos sin profundizar en él.
- Cada referente o referentes tendrán su propio estilo educativo y estará bien, siempre y cuando sea consensuado y llevado a cabo por todas las partes del equipo familiar o educativo y no se encuentre en ninguno de los polos educativos que ya sabemos que son contraproducentes: la total permisividad o el autoritarismo represivo.
- Más que en la edad legal establecida, tendremos que observar las subjetividades del zoomer. La responsabilidad que muestre en las diferentes áreas de su vida puede ser un buen indicador que favorezca o no darle mayor autonomía.
- En España no es legal que los y las menores de catorce años tengan una cuenta en redes sociales. Si se tiene, se recomienda que esta sea supervisada por una persona adulta. Existen programas de control parental específicos en los navegadores para menores de esas edades.
- Tendremos que hablar sobre los contenidos inapropiados, como el porno masivo y concienciar acerca de la privacidad y la gestión de la intimidad (propia y del resto de los miembros de la familia).
- No solo las familias tienen que intervenir en este acompañamiento. Las ciberviolencias, al igual que las violencias fuera del entorno virtual, forman parte de una ciudadanía que tiene mucha responsabilidad a la hora de prevenirlas, señalarlas y denunciarlas.
- Podéis realizar un «contrato para una navegación segura» en el que podéis pactar los tiempos y lugares de usos, qué hacer frente a los discursos de odio o cómo actuar ante una noticia que puede ser falsa.
- Diversos estudios muestran cómo el control hacia las hijas es mayor que hacia los hijos. Al igual que fuera del espacio virtual, las niñas, mujeres y sujetos feminizados tienen mayor vulnerabilidad en nuestra sociedad cisheteropatriarcal. Por otro lado, y debido a los mandatos de género, las chicas se muestran en general más prudentes en el uso de las TRIC. Cuidemos entonces de coeducar en el buen uso de las redes sin revictimizar a las niñas y mujeres jóvenes. A los chicos debe llegarles también el mensaje claro sobre su privacidad, seguridad y protección de su intimidad en redes y su responsabilidad en no generar ni compartir contenido que reproduzca violencias.
- Van a buscar sus respuestas en el espacio virtual y tenemos que facilitarles herramientas para reconocer las fake news, así como para propiciarles fuentes fiables de información, con especial atención a los recursos de calidad de información sexual.13
- Podemos acompañarlos para, si no lo han hecho ya, que vean todas las posibilidades que tienen sus redes sociales en la opción de ajustes. Solo así tendrán un mayor control sobre sus perfiles: sobre los comentarios que reciben, el etiquetaje…, y sabrán dejar de seguir, silenciar, restringir o bloquear a determinados usuarios y cuentas. Desactivar el contabilizador de likes o silenciar las notificaciones cada vez que haya actividad en una de tus aplicaciones es positivo para tu cuerpo y tu mente. Las redes sociales tienen una amplia posibilidad de ajustes y nivel de privacidad, y debemos conocer las opciones disponibles para ser agentes activos en los cuidados digitales. El apartado de «Nunca sin mi consentimiento» (Not without my consent) de Facebook, Instagram y Messenger te posibilita una serie de herramientas, como reportar y contactar con especialistas, si eso ocurriera.
- No debemos quitar las redes sociales como castigo. Las redes sociales pueden representar todo su universo, en el que incluimos a nuestros iguales de referencia, que a estas edades son muy importantes. A veces, por proteger, podemos pensar que ir a «lo rápido» puede ser lo más favorable, pero tendremos que valorar otras consecuencias, como el aislamiento.
- Se recomienda que el tiempo de exposición a pantallas (screen time) no supere las dos horas (o la hora y media, si tienen menos de dieciséis años). Habrá que negociar los tiempos y acompañar a la regulación, organización y priorización con el resto de actividades. Las apps tienen medidores de tiempo que pueden ayudar en la regulación. Se recomienda que dentro de las habitaciones no haya televisiones. También se recomienda que no se vayan a dormir con la tablet o el móvil.
- ¿Cuándo regalar un smartphone? Aquí cada persona tendría su respuesta (que puede ser más o menos realista según el contexto del menor). Yo siempre respondo: lo más tarde posible y empezando por modelos básicos.
- Es interesante que conozcamos cómo cuidar nuestros dispositivos y el planeta. Muchos de los materiales con los que se fabrican ciertos smartphones tienen graves consecuencias ambientales y de explotación de personas y materias primas. En un contexto social en el que asumimos la obsolescencia programada o la corta vida que tendrán nuestros dispositivos tecnológicos como algo natural, tener en cuenta los cuidados de nuestros teléfonos para prolongar su vida será clave.
- Configurar nuestros navegadores para bloquear las ventanas emergentes.
- No proporcionar nuestros datos personales, claves o datos de pago. Usar diferentes contraseñas para las distintas redes y crear contraseñas «fuertes» que combinen mayúsculas, minúsculas, letras y números.
- Cuidado con los engaños y las estafas. A veces llegan por SMS mensajes de supuestas empresas de mensajería que piden tus datos para entregar un supuesto paquete que no has pedido.
- Cuando no utilices tu geolocalización, desactívala. Presta atención a las cookies que decides o no aceptar y con qué condiciones.
- Ante la duda, no compartas. Asegúrate a través de servicios de verificación de si eso sobre lo que dudas es verídico o no.
- Parece que las radiaciones de las ondas que emiten los routers y nuestros dispositivos puede afectar a nuestra salud. Se recomienda apagar el router por la noche y mantener los smartphones no muy pegados al cuerpo.
- Favorecer la actividad física, el descanso y el sueño (se recomienda que las criaturas y adolescentes duerman entre 9 y 11 horas al día). Dormir es especialmente importante en estas edades, en que el desarrollo cognitivo va a gran velocidad y muchos de los procesos emocionales asociados a las situaciones que vivimos durante el día se elaboran cuando estamos durmiendo. Como ya hemos comentado, las apps están diseñadas para que pases el mayor tiempo posible en ellas, así que incidir en un buen descanso va a ser prioritario para un buen desarrollo psicofisiológico.
- Más allá de los afectos que podamos trasladarnos a través de las pantallas, tenemos que promover el contacto físico. Aún no sabemos las consecuencias que tendrá todo lo relacionado con la distancia social que ha provocado la crisis sanitaria. El contacto físico, dentro de las posibilidades y los deseos propios, favorece la aparición de hormonas como las endorfinas, la dopamina, la oxitocina y la serotonina, que provocan sensaciones placenteras que bajan los niveles de miedo y ansiedad, y fortalecen nuestro sistema inmune.»
Aquí os dejamos un ejemplo de contrato de buen uso del móvil para familias por si queréis tomarlo como modelo o inspiración. Y este otro elaborado por Parry Aftab para «Pantallas amigas»: Contrato entre padres e hijos para una navegación segura (2005).
Si queremos llevar a cabo el anterior Plan no se nos puede olvidar que la mayor clave va a ser la actitud con la que nos acerquemos a ellos y ellas. La escucha activa libre de juicios y adultismos para que ellos se sientan cómodos y seguros y nos acerquen a su mundo (que a veces sentimos tan lejano a lo que fue el nuestro) es imprescindible para acompañarlos en su camino.
El Manifiesto de la comunicación no hostil
Desde el proyecto social de sensibilización online Parole Ostili promovieron la difusión de una carta con 10 principios para promover valores positivos en la red que desde 2017 se ha pasado por muchos muros de redes sociales, centros educativos, universidades, empresas. Este manifiesto es muy útil tanto en el contexto familiar como escolar:
- Virtual es real. Digo y escribo en la red sólo las cosas que tengo la valentía de decir en persona.
- Se es lo que se comunica. Las palabras que elijo relatan la persona que soy: me representan.
- Las palabras dan forma al pensamiento. Me tomo todo el tiempo necesario para expresar lo mejor posible mi pensamiento.
- Antes de hablar hace falta escuchar. Nadie tiene siempre razón, tampoco yo. Escucho con honradez y apertura.
- Las palabras son un puente. Elijo las palabras para comprender, hacerme entender, acercarme a los demás.
- Las palabras tienen consecuencias. Sé que cada una de mis palabras puede tener consecuencias, grandes o pequeñas.
- Compartir es una responsabilidad. Comparto textos e imágenes sólo después de haberlos leído, valorado, comprendido.
- Las ideas se pueden discutir. Las personas se deben respetar. No convierto a quien sostiene ideas que no comparto en un enemigo al que hay que eliminar.
- Los insultos no son argumentos. No acepto insultos ni agresividad, ni tan siquiera a favor de mi tesis.
- También el silencio comunica. Cuando la mejor elección es callar, callo.
Esperamos que os sirva toda esta información para conocer y entender mejor a los jóvenes de esta generación que sin duda cambiará nuestro mundo.
Si quieres profundizar en este tema te recomiendo la lectura del libro de Isa Duque que hemos citado y estos otros informes y estudios sobre la Generación Z:
Otras lecturas recomendadas sobre los Zetas o Generación Z:
El informe Generación Z: El último salto generacional
La generación Z y la información
Disciplina positiva para adolescentes
¿Cómo hablar con un adolescente?
9 claves sobre cómo entender a un adolescente
Trabajo de Master: Generación Z el fin del mundo tal y como lo conocemos