El suicidio en adolescentes: Sufrimiento psicológico en la adolescencia

Una solución eterna para un problema temporal

En 2020 se quitaron la vida en España 3.941 personas y el suicidio en adolescentes ha crecido a un ritmo preocupante. El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en los jóvenes españoles. Es el máximo histórico, según el Observatorio del Suicidio. 

Según el informe anual de UNICEF, más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado y casi 46.000 adolescentes se suicidan cada año, una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad. Es innegable el impacto de la pandemia en estos datos.

El ‘Estado Mundial de la Infancia 2021. En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia’ es el análisis más completo hecho por Unicef sobre la salud mental. Este estudio afirma que antes de la covid-19 la infancia y la juventud ya sufrían estos problemas pero no se han hecho las inversiones necesarias para solucionarlos.

Tan solo alrededor del 2% de los presupuestos de salud de los gobiernos se destinan a la salud mental en todo el mundo, denuncia esta agencia de las Naciones Unidas.

El suicidio en cualquier edad es un problema social muy importante del que apenas se habla. En España son casi 11 de media al día, uno cada poco más de dos horas. Es la primera causa de muerte no natural: provoca casi el triple de víctimas que los accidentes de tráfico, 13,6 veces más que los homicidios y casi 90 veces las asesinadas por violencia machista.

el suicidio en adolescentes

El suicidio en adolescentes: La pandemia ha destapado el sufrimiento psicológico con 3.941 suicidios en 2020

David bueno en su libro “El cerebro del adolescente» comenta cómo en 2020 la salud mental y emocional de los jóvenes tomó especial relevancia. Ello se reflejó en el resultado de numerosos estudios y publicación de artículos en revistas especializadas sobre los efectos que estaban teniendo las restricciones sociales y el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 en los adolescentes y los jóvenes.

En estos trabajos científicos, donde se examinaron a adolescentes y jóvenes de todos los continentes y de culturas y niveles socioeconómicos diversos, se evidenciaba un incremento generalizado, y en muchos casos alarmante, de ansiedad y estrés, que favorecía comportamientos de tipo depresivo en algunos y frustración e ira en otros.

Es preciso que actualmente reflexionemos sobre la necesidad de estar pendientes de los estados emocionales de los adolescentes y los jóvenes para reducir la sensación de ansiedad y estrés, ya que ambos estados perjudican la maduración adecuada del cerebro y pueden tener consecuencias negativas a medio y largo plazo. 

El suicidio en adolescentes: Primera causa de muerte en los jóvenes españoles

El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en los jóvenes españoles, algo que nunca había pasado en la historia desde que se tienen estadísticas. En 2019 se quitaron la vida 309 personas de edades comprendidas entre los 15 y 29 años, una cifra que se sitúa ligeramente por delante de los accidentes de tráfico, que sumaron 307 defunciones, según datos de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.  Los suicidios han crecido un 30% desde 2010.

Recientemente los medios de comunicación se han hecho eco en ocasiones de este problema como por ejemplo en el RTVE en el programa crónicas o en el programa de Jordi Evole «Salvados» de la cadena La Sexta, donde habla de la «Generación ansiedad.»

De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría (AEP), este tipo de atención en menores se ha duplicado desde el inicio de la pandemia, lo que se ha traducido en un agravamiento de los trastornos de conducta alimentaria y un aumento de los casos de ansiedad, alteraciones obsesivo-compulsivas, depresión, autolesiones e intentos de suicido en adolescentes.

El psicólogo Luis Fernando López, responsable del proyecto ISNISS, lleva advirtiendo desde 2017 de que los adolescentes utilizan las redes sociales como foro para difundir y enseñar formas de autolesión. «No todas las autolesiones son intentos suicidas, pero algunas pueden llevar a la muerte de forma no deliberada. Los jóvenes hacen de la autolesión, la enfermedad mental y el sufrimiento emocional una seña de identidad», explica López. Así, las redes brindan un sentimiento de compañía y reconocimiento, pero a la postre «retroalimentan estas prácticas insalubres. Son su ventana al mundo».

Si el problema es grave, las soluciones escasean. En España hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, una tasa muy inferior a la de los 18 de la UE. En cuanto a psiquiatras, hay 9,69 especialistas por 100.000, lo que coloca al país por detrás de Polonia, Finlandia y Bélgica, con 24, 23, y 20, respectivamente.

Mentes en pandemia

De nuevo en el programa Crónicas se analizaron los efectos de la pandemia en la salud mental y el índice de suicidios. Para el doctor Francisco Villar, psicólogo clínico responsable de la Unidad de atención a la conducta suicida del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, durante el confinamiento bajaron los intentos y suicidios consumados, pero durante el retorno progresivo a la normalidad, en el que estamos, las urgencias que atienden volvieron a dispararse.

En cuanto a los adolescentes éstos se descubrían superados por la presión vivida durante el confinamiento y sus retos vitales: “Nosotros atendemos a chicos que, por decirlo de algún modo, se sienten atropellados por la vida, con las exigencias de fuera, ya sea por las propias ideas, toda la influencia de redes, que se sienten desbordados en diferentes ámbitos de la vida, académica, social. Ya sabemos que la adolescencia es un reto, y que ni de lejos es la mejor etapa de la vida, es la peor, con diferencia. De hecho es una mierda”, dice muy gráficamente.

El suicidio en adolescentes: Una solución eterna para un problema temporal

Las motivaciones últimas de la conducta suicida no están claras, ni en los adultos ni en los más jóvenes, quienes están en una etapa vital clave cuando los cambios físicos, mentales y emocionales son muy fuertes. Como dice Andoni Ansean, presidente de la Asociación Española de prevención del suicidio y del Observatorio del Suicidio, “el problema de la conducta suicida es especialmente complejo. Por cuanto desconocido. No sabemos si es genético, en qué medida puede ser genético, si es biológico, si es sociológico, porque los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, las mujeres intentan el suicidio tres veces más que los hombres”.

“Los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres; las mujeres intentan el suicidio tres veces más que los hombres“

Son la vergüenza y el miedo al estigma de lo que, popularmente se denomina locura, los que, probablemente, hace que tanta gente, más del doble en los últimos meses, busque auxilio anónimo en un teléfono de atención. En Barcelona desde el verano del año pasado funciona un teléfono específico de prevención al suicidio con el apoyo institucional y económico del Ayuntamiento de Barcelona.

Uno de los psiquiatras voluntarios que lo atienden nos recuerda una idea muy obvia cuando una persona no se plantea huir de la vida: “Hay un leimotiv de los que nos dedicamos al suicidio, especialmente para los más jóvenes: 

“El suicidio es una solución eterna para un problema temporal”.

La clave es la prevención

Para mejorar en la prevención de los trastornos mentales y, en algunos casos extremos, las autolesiones e ideas suicidas, los especialistas en atender a esta población adolescente y joven apelan a “alfabetizar en salud mental y psicológica” a la comunidad escolar, a las familias y, por supuesto, a los sanitarios de la atención primaria. Hay que prestar atención a los signos que dan y que son llamadas de auxilio.

Es interesante comprobar, tal y como se refleja en el reportaje que, tras la sesión informativa de la psicóloga clínica en un aula de 2º de ESO en un Instituto de Lleida, más alumnos se reconocen en alguno de los síntomas y problemas emocionales que les han explicado, con un lenguaje y un tono que ahuyenta la vergüenza.

La comunidad médica en general, ha expresado claramente que no hay tiempo que perder en implementar recursos y medidas para que la atención a la salud mental de nuestro país tenga las ratios correctas de médicos, psicólogos y pacientes cumpliendo así las promesas que ha hecho recientemente el gobierno central.

La OMS viene advirtiendo desde hace tiempo que la salud mental de la población mundial es frágil.  Este es un tema de salud pública que muchos países no están atendiendo. Se estima que al menos un 25 % de los ciudadanos ha sufrido, sufre o sufrirá algún problema mental en su vida, y un porcentaje nada despreciable, querrá terminar con su vida. Por tanto es preciso atender a esa necesidad de atención y ayuda. Si desde los gobiernos se ponen recursos y medidas para atender el problema esta situación podría cambiar y aliviar el sufrimiento mental y emocional de los ciudadanos.

En nuestro país cada vez hay más personas que reclaman acciones y hablan alto y claro sobre algo que se oculta e ignora como si fuera un estigma. Por ejemplo, hay organizaciones que se proponen visibilizar el problema y denunciar que sufrir un trastorno mental no invalida a ninguna persona para vivir con normalidad. El periódico el país publicó al respecto información sobre un grupo de jóvenes con distintos trastornos que colaboran con la ONG Obertament/Abiertamente para diseñar una campaña de comunicación para menores de 21 años. Ellos han hablado de sus experiencias en el artículo de Natalia Junquera.

El silencio sobre el suicidio adolescente

Según muchas personas que han vivido una experiencia cercana de suicidio, se intenta que no hables de eso porque el entorno te estigmatiza. Sobre las personas que han sobrevivido a un suicidio cae la losa de la vergüenza y de la culpa. Al ser humano le parece reprobable moralmente la idea de que alguien pueda quitarse la vida y lo oculta. Se sugiere no hablarlo, que hacerlo da ideas, que puede inducir a que otra persona que lo estaba pensando se decidiera, pero es todo lo contrario. Si no conocemos el problema y su magnitud, no podemos prevenirlo. No hablar del suicidio aumenta los suicidios, tal y como afirman los testimonios del artículo anteriormente citado.

Uno de los lemas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir el problema es, precisamente, “Hablemos”. Hasta ahora pocos medios de comunicación han abordado el tema porque se creía que provocaba efecto contagio. María, periodista, aclara que ese efecto existe, “pero si no se hace bien, es decir, si se habla del suicidio, como ocurre a veces cuando quien se quita la vida es famoso, dando detalles escabrosos sobre lugares o métodos”.

El silencio ha tenido un efecto perverso. “A la gente le da miedo hablar de esto con menores, las estadísticas apenas se difunden, y eso ha permitido”, afirma María, “que la gente lo perciba como algo ajeno, que no puede pasar en su entorno, cuando sucede en todas las edades y clases sociales”. No hablar de ello, añade Dolors, “favorece el estigma y el estigma es la primera barrera para pedir ayuda. Eso de que el que va al psicólogo es un flojo o está loco.

La sociedad crea malestares que no resuelve y eso puede cronificarse, provocar problemas de salud mental. Personas con una vida normal pueden caer en una depresión ante la pérdida del trabajo, la soledad, la falta de recurso. Esto no es un problema individual, sino de toda la sociedad. Hace falta un plan nacional específico que coordine estrategias de ayuda, pero también que todos actuemos en red, estemos atentos a las señales y cuando a alguien le falten las fuerzas en nuestro entorno, no tengamos miedo a preguntar y escuchemos”.

La mayoría de jóvenes llegan a la terapia después de un intento de suicidio, no antes. “La razón principal es el desconocimiento de la población, que tiende a atribuir problemas de salud mental a coyunturas o vivencias y no busca ayuda porque le parece una muestra de debilidad. El porcentaje de reintentos de suicidio es del 20% al año en el cómputo general y sube hasta el 40% entre los jóvenes cuando no se interviene. En el caso de los que sí van a terapia tras una tentativa, ese porcentaje baja al 5%.

Los falsos mitos. “Lo dice para llamar la atención”

“Cuando no se habla de algo porque es un tabú”, advierte Dolors, “surgen mitos, falsas creencias que se dan como verdades porque en este caso la gente se queda más tranquila atada a ellas. Uno de los mitos en torno al suicidio es que se hace para llamar la atención; otro, que el que avisa nunca lo hace, o que solo alguien muy egoísta puede quitarse la vida.

Si una persona habla de ello hay que atenderla siempre, no podemos escudarnos en que quiere manipularnos si quien lo dice es, por ejemplo, alguien que trata de evitar una ruptura sentimental. Eso no significa, evidentemente, mantener la relación de pareja, sino buscar la manera de que esa persona y ese pensamiento sea atendido.

El suicidio no es un acto de egoísmo. Es estremecedor pensar el sufrimiento que tienen para llegar ahí porque las personas que hacen esto no quieren morir, quieren dejar de sufrir. Entender esto es clave porque significa que podemos ayudarles, prevenir”.

Aumento del suicidio entre chicas

En 2020 se superó por primera vez en España el millar de muertes por suicidio en mujeres tras un incremento del 12,3% respecto al año anterior —en los hombres los casos subieron un 5,7%—. El INE no recoge los intentos, pero el psiquiatra Diego Palao explica que en Cataluña, donde sí recaban esos datos desde 2015, han detectado un aumento en chicas. 

“Los padres nos traen a los hijos cuando detectan cambios de conducta. Los chicos sí suelen manifestar agresividad si hay problemas psiquiátricos, pero las chicas viven los problemas de salud mental de manera interior y los padres solo se dan cuenta cuando hay fracaso escolar, a final de curso, y pasan más desapercibidos”.

Los recursos, como en cualquier área sanitaria, son fundamentales para la prevención. En España hay 11 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, casi cinco veces menos que en Suiza (52) y la mitad que en Francia (23). Y faltan psicólogos clínicos: en 2018 eran tres veces menos que la media europea. El Gobierno prevé incorporar la especialidad de Psiquiatría Infantil y Adolescencia en la próxima convocatoria de formación sanitaria especializada.

Mientras, el hospital 12 de Ocubre de Madrid y la empresa Yslandia han puesto en marcha un ensayo con una aplicación, Searching help (Buscando ayuda), que permite al psiquiatra recibir una alerta si su paciente ve páginas sobre métodos de suicidio. María de Quesada y Dolors López denuncian a menudo ese tipo de contenidos en Internet.

La niña amarilla: los pensamientos suicidas son transversales

Durante el confinamiento, María creó una web para contar su experiencia y animar a otros. “Me llegaron muchísimos testimonios, de España, EE UU, Latinoamérica… Teníamos algo en común: nos habíamos culpado mucho y decidimos dar el paso de no avergonzarnos”. El pasado septiembre publicó un libro que reúne 23 de esos relatos y muestra que los pensamientos suicidas son “transversales”.

Se titula La niña amarilla, que es como María llama a “esa voz que habita en todas las personas que han querido desaparecer alguna vez” y en él hablan víctimas de violencia machista, estudiantes, una niña superdotada que intentó suicidarse en el instituto y hoy es psiquiatra o una madre que pasó tres años sin poder hacerse cargo de su hija porque una depresión postparto hizo que no se sintiera vinculada al bebé e intentó quitarse la vida.

Esa mujer, que un día despertó en el hospital y gritó: “¡Dejadme morir!”, hoy está convencida de que su hija nació para salvarla. “Cuando veo sufrir a otra persona por un motivo similar, le explico que aunque parezca que ha caído en el abismo más profundo, no es verdad”.

El psiquiatra Palao explica que “el 90% de las personas que se suicidan tenían en ese momento una enfermedad mental que se puede tratar y de forma muy eficaz”.

Detectar las señales

Casi todos los suicidios vienen precedidos de señales. “Lo que tenemos que hacer es aprender a detectarlas y no asustarnos”. Esos signos de alerta pueden ser verbales —“que alguien hable repetidamente de la muerte, diga cosas como ‘os iría mejor sin mí’; que se despidan cuando no toca, dando las gracias ‘por cómo te has portado conmigo’ o intente zanjar viejos asuntos, repartir joyas o propiedades”— o de conducta — “cambios de actitud, tristeza, irritabilidad, falta de sueño, descuidar el aseo personal, consumo de drogas”—.

“Los adolescentes son un grupo de riesgo porque es un momento de vulnerabilidad y las depresiones en los jóvenes son más difíciles de detectar porque no siempre se muestran con tristeza, a veces lo que aparece es agresividad”.

Palao, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, cuenta un caso reciente: “Hace poco tuvimos a un chico de 16 años que llevaba seis meses con una depresión sin diagnosticar. Los padres habían notado que hablaba algo menos, pero no tenía problemas de conducta, ni habían bajado sus notas. Lo llevaron a la consulta porque una amiga les enseñó unos wasap en los que decía que quería morirse. Él no había pedido ayuda. Cuando le vi ya había planificado el suicidio. El hermetismo a esas edades dificulta más las cosas, por eso es fundamental mejorar la comunicación con los jóvenes”.

El dolor de los familiares de la persona que se ha suicidado

Los familiares de la persona que se ha suicidado, añade Dolors, son, tras los que lo han intentado ya, el segundo grupo con mayor riesgo. “Hay dos momentos complicados después de algo así: el primero es decidir si te quedas o te vas. Yo decidí quedarme. El segundo es abandonar el duelo y eso nos cuesta porque hasta que aprendemos a vincularnos a ellos a través de otra cosa que no sea el llanto por su muerte, es decir, a través de su vida, de lo que compartimos, sentimos que los abandonamos.

Esto separa mi vida en un antes y un después absoluto, nada vuelve a ser igual. Cuando me recuperé, decidí que quería ayudar a otras madres, escribí un libro, Te nombro, para acompañarlas y homenajear a mi hija, y me expuse a la sociedad. Me abrí en canal con mi pena, salí, dije: “Soy la madre de una chica que se suicidó y esto está ocurriendo cada día”.

Trabajar la salud mental y educación emocional con los adolescentes en casa y en el colegio

La adolescencia es un periodo de la vida bonito pero a la vez difícil y lleno de turbulencias emocionales pero gracias a sencillas prácticas de mindfulness para adolescentes podemos ayudarles a crecer emocionalmente en este periodo. Son muchas las ventajas de introducir el mindfulness en el aula, pero también en el hogar. El Mindfulness es una práctica portátil, gratuita y sencilla; y su método es tan efectivo, que muchos gobiernos alrededor del mundo lo han puesto en práctica como parte de sus políticas de salud pública.

Educadores, padres y madres tenemos un nuestra mano una magnífica herramienta para hacer que nuestros hijos e hijas aprendan a gestionar sus emociones negativas como por ejemplo el estrés y las inseguridades propias de la edad. 

Recomendamos los siguientes artículos para aprender más sobre cómo ayudar a los adolescentes a gestionar sus emociones, a integrar prácticas de mindfulness o meditación para lograrlo.

Con el Mindfulness se trata de entrenar a nuestra mente para vivir presente y enfocada. Los ejercicios son muy sencillos como atender la respiración. Éste es quizás uno de los ejercicios claves y al que podemos acudir constantemente: hacer conciencia de nuestra respiración nos devuelve al presente de forma natural e inmediata.

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La meditación sobre nuestra propia meditación durante tan solo unos minutos tiene efectos sorprendentes sobre nuestra mente y nos ayuda a enfocarnos en lo que realmente nos importa y nos hace sentir bien. Además, nos preparar para disfrutar de cualquier actividad y para gestionar las dificultades desde una actitud positiva y relajada.

¿Qué es Mindfulness? 5 ideas básicas

4 técnicas de Mindfulness con adolescentes

5 prácticas de mindfulness para adolescentes

Tabla periódica de las emociones

Meditación Guiada Gratuita para principiantes


PIDE AYUDA: Teléfono de la Esperanza

Horario: disponible las 24 horas, todos los días de la semana. Más información717 003 717

Programa de prevención, divulgación y formación de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: www.prevensuic.org

https://sanidad.castillalamancha.es/sites/sescam.castillalamancha.es/files/guia_medios_comunicacion.pdf

Web para problemas de salud mental en jóvenes. Mind-u.cat

Asociación para la prevención del suicidio La niña amarilla.

Fundación Anar, Ayuda a niños y adolescentes en riesgo. www.anar.org. Teléfono gratuito de ayuda a menores: 900 20 20 10